Muta el mapa petrolero, asciende Brasil y otros declinan

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Los evetuanles 33.000 millones de barriles que definen el hallazgo de Carioca, frente las brasileñas, son otro golpe a la vieja geografía petrolera. También los son para el golfo Pérsico y las antiguas “siete hermanas”.

Ni siquiera son siete, como durante las crisis de 1973/5 y 1979/81. Hoy son tres y han sido suplantadas, en el tope y salvo Exxon Mobil, por Gazprom, Rosñeft, SinoPec y PetroChina. Vale decir, dos compañías estatales controladas por Moscú y dos por Beijing.

Originalmente, eran siete estrellas de capital privado: Royal Dutch/Shell (angloholandesa), Anglo-Persian Oil (ahora British Petroleum), Standard Oil California (Esso), Standard Oil New Jersey, Standard Oil New York (ambas hoy Exxon Mobil),Texaco y Gulf, fusionadas en Chevron-Texaco. En el proceso, ArabianAmerican (Armco) fue nacionalizada por Saudiarabia.

También cambian los liderazgos. Por ejemplo, el mayor exportador de hidrocarburos no es Saudiarabia, como dice el mito, sino Rusia. Ahora, surge Brasil, pero no en el cortoplazo. Riyadh encabeza, todavía, la Organización de Países Exportadores Petroleros (OPEP), donde no militan Moscú ni Brasilia. Por ende, las nuevas “cuatro hermanas” son estatales: Gazprom, Rosñeft (rusas), PetroChina y SinoPec (chinas), con Petrobrás en las gateras.

El monopolio moscovita es hoy la primera extractora mundial de hidrocarburos y factura anualmente más de U$S 84.000 millones (aunque quizás empiece a tener problemas de reservas). Por su parte, Rosñeft no es otra cosa que la ex Yukos, confiscada por Vladyímir Putin al magnate Míjail Jodorkovsky, todavía en Siberia. PetroChina es la mayor firma de ese país y, aunque estatal, incluye accionistas privados, en especial Berkshire Hathaway (o sea, Warren Buffett).

El perfil mundial del sector, casi al fin de la primera década del siglo XXI, revela -verbigracia- que la OPEP pesa cada vez menos. En otro plano, los crudos tejanos han pasado ya US$ 115 el barril y pueden superar los 130 en abril. Cuando pasaron 107, en dólares constantes –deflacionados-, quebraron el máximo de hacía 28 años.

Pero, por vez primera en esta larga onda alcista (iniciada en 2004), parece que las utilidades de las petroleras privadas ya no siguen subiendo junto con los precios. En el III trimestre, Exxon Mobil dio ganancias por US$ 9.410 millones, es decir 10% menos que el lapso anterior. Motivos: menor rentabilidad de refinados, declive de volúmenes y crecientes costos de explotación.

Por cierto, la demanda acumulada de hidrocarburos tiende a estancarse en unos 87.000.000 de barriles diarios. Según la Organización pro Cooperación para Desarrollo Económico (club ortodoxo muy poco interesado en justificar su nombre), entre 1999 y 2008 China habrá absorbido 5,04% más crudos y derivados, margen que el resto de Asia oriental-meridional reduce a +3,36%. Levante demandará +2,51%, África subsahariana apenas 0,99%, Latinoamérica +1,5% y América anglosajona +4,26%. El resto del mundo se habrá mantenido neutro.

Ni siquiera son siete, como durante las crisis de 1973/5 y 1979/81. Hoy son tres y han sido suplantadas, en el tope y salvo Exxon Mobil, por Gazprom, Rosñeft, SinoPec y PetroChina. Vale decir, dos compañías estatales controladas por Moscú y dos por Beijing.

Originalmente, eran siete estrellas de capital privado: Royal Dutch/Shell (angloholandesa), Anglo-Persian Oil (ahora British Petroleum), Standard Oil California (Esso), Standard Oil New Jersey, Standard Oil New York (ambas hoy Exxon Mobil),Texaco y Gulf, fusionadas en Chevron-Texaco. En el proceso, ArabianAmerican (Armco) fue nacionalizada por Saudiarabia.

También cambian los liderazgos. Por ejemplo, el mayor exportador de hidrocarburos no es Saudiarabia, como dice el mito, sino Rusia. Ahora, surge Brasil, pero no en el cortoplazo. Riyadh encabeza, todavía, la Organización de Países Exportadores Petroleros (OPEP), donde no militan Moscú ni Brasilia. Por ende, las nuevas “cuatro hermanas” son estatales: Gazprom, Rosñeft (rusas), PetroChina y SinoPec (chinas), con Petrobrás en las gateras.

El monopolio moscovita es hoy la primera extractora mundial de hidrocarburos y factura anualmente más de U$S 84.000 millones (aunque quizás empiece a tener problemas de reservas). Por su parte, Rosñeft no es otra cosa que la ex Yukos, confiscada por Vladyímir Putin al magnate Míjail Jodorkovsky, todavía en Siberia. PetroChina es la mayor firma de ese país y, aunque estatal, incluye accionistas privados, en especial Berkshire Hathaway (o sea, Warren Buffett).

El perfil mundial del sector, casi al fin de la primera década del siglo XXI, revela -verbigracia- que la OPEP pesa cada vez menos. En otro plano, los crudos tejanos han pasado ya US$ 115 el barril y pueden superar los 130 en abril. Cuando pasaron 107, en dólares constantes –deflacionados-, quebraron el máximo de hacía 28 años.

Pero, por vez primera en esta larga onda alcista (iniciada en 2004), parece que las utilidades de las petroleras privadas ya no siguen subiendo junto con los precios. En el III trimestre, Exxon Mobil dio ganancias por US$ 9.410 millones, es decir 10% menos que el lapso anterior. Motivos: menor rentabilidad de refinados, declive de volúmenes y crecientes costos de explotación.

Por cierto, la demanda acumulada de hidrocarburos tiende a estancarse en unos 87.000.000 de barriles diarios. Según la Organización pro Cooperación para Desarrollo Económico (club ortodoxo muy poco interesado en justificar su nombre), entre 1999 y 2008 China habrá absorbido 5,04% más crudos y derivados, margen que el resto de Asia oriental-meridional reduce a +3,36%. Levante demandará +2,51%, África subsahariana apenas 0,99%, Latinoamérica +1,5% y América anglosajona +4,26%. El resto del mundo se habrá mantenido neutro.

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