Según los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), durante septiembre el empleo formal exhibió un incremento de 3% i.a., lo que implica que el empleo registrado aumentó en más de 360 mil trabajadores respecto de septiembre de 2020.
De esta forma, explica la consultora Ecolatina, el empleo registrado ya recuperó el deterioro ocasionado por la pandemia/cuarentena: el indicador -en términos desestacionalizados- exhibe una mejora de 1% en relación a diciembre de 2019 y volvió a los niveles de empleo formal cercanos a los de 2018.
Una inspección más detallada muestra que esta dinámica es impulsada por los trabajadores por cuenta propia formales, que exhiben un crecimiento de 4,2% i.a., y los asalariados del sector público, con un avance de 3,2% i.a. Estas modalidades son las que explican la totalidad la mejora del empleo formal en 2020-21: en relación a diciembre de 2019, aumentaron más de 5% y 3% respectivamente, más que compensando la caída de 1,5% en el empleo asalariado privado y de casas particulares.
De hecho, los asalariados del sector privado todavía están rezagados: si bien en septiembre crecieron 2,4% i.a. (mejora que se corresponde con 140 mil puestos de trabajo más en relación a igual mes del año pasado) aún no recuperaron uno de cada tres puestos destruidos durante los primeros ocho meses de 2020.
Haciendo foco en este grupo -que representa la mitad del empleo formal- encontramos también algunas heterogeneidades. La más significativa es la que refleja las distintas velocidades en la recuperación del empleo en las ramas productoras de bienes respecto a los servicios.
En el primer caso, aumentaron en 5,3% i.a. (100 mil empleos) en septiembre y ya recuperaron todo el terreno perdido durante los primeros ocho meses del 2020. Por el contrario, los asalariados privados en sectores productores de Servicios aumentaron cerca de 1% i.a. (casi 40 mil empleos) y apenas recompusieron uno de cada tres puestos de trabajo perdidos durante el período enero-agosto del año pasado. Esta discrepancia también tiene su correlato en la actividad económica: al noveno mes del año la producción de Bienes se ubicaba 6,5% por encima del cierre de 2019, mientras que los Servicios mostraban un leve decremento (-0,2%) respecto a dicho período.
Un “zoom” adicional en los sectores productores de Bienes, sugiere que la recuperación en el empleo formal en la industria -que representa más de la mitad de los empleos de estas ramas y 1 de cada 5 puestos de trabajos asalariados formales del sector privado- es el principal factor que explica este fenómeno.
Sin contabilizar este importante sector, todavía quedan por consolidarse 20 mil puestos de trabajo adicionales -concentrados en la construcción- para volver a los niveles del cierre de 2019. Esto también se observa al analizar la dinámica de la actividad, ya que la Industria opera más de 10% de la previa al cambio de gobierno, triplicando el dinamismo del resto de las ramas productoras de Bienes.
No aparece un cambio de tendencia
Ya mencionamos que los trabajadores por cuenta propia formales -fundamentalmente monotributo-, los trabajadores públicos y el empleo asalariado industrial -especialmente la industria alimenticia, automotriz y en la fabricación de plásticos, maquinaria, electrodomésticos y tecnología- explican la totalidad del crecimiento, pandemia mediante, del empleo formal en los últimos dos años.
No obstante, cuando reagrupamos las categorías para mirar la película con mayor extensión temporal, notamos que la tendencia de los últimos años fue la de un crecimiento del empleo registrado impulsado fundamentalmente por el cuentapropismo formal y los asalariados públicos no se alteró, lo cual es indicativo de que persiste la dificultad para generar empleo asalariado privado registrado.
De hecho, el empleo asalariado privado -que no sólo es el que cuenta con mayores protecciones laborales sino también el que en mayor medida es el que permite financiar el régimen previsional de reparto- continuó perdiendo participación en el total de trabajadores registrados: a fin de 2012 representaba 55% del total, a fin de 2015 un 52%, a fin de 2019 un 49% y a septiembre de este año, 48%.
El empleo asalariado público, por su parte, pasó de representar el 30% del empleo asalariado formal total en 2012 a 36% en la actualidad. La pregunta en este sentido es si la creación de puestos de trabajo directos por parte del Estado es “genuina” -en el sentido que se incrementa la provisión de bienes y servicios por parte del sector público- o si constituye una de las formas más accesibles para buena parte de la sociedad de acceder al empleo registrado. La evidencia sugiere una constante absorción de trabajadores a lo largo de toda la última década: el 60% del aumento en el empleo registrado total en 2013-2021 es explicado por asalariados públicos (los asalariados privados registrados cayeron en el mismo lapso), dando alguna cuenta de que esta modalidad en parte mitigó los impactos que los ciclos económicos tuvieron en el mercado laboral.
Por otro lado, también cabe señalar que la expansión del cuentapropismo esconde una importante heterogeneidad en tanto está compuesta por un avance del 10% del monotributo social, asociada a trabajadores de las categorías más bajas.
Para los próximos meses
De cara a lo que resta del año y el entrante, prevemos que el dinamismo del cuentapropismo y los asalariados públicos siga su curso, traccionando el empleo formal. Por otro lado, si bien esperamos que la industria opere con más vaivenes, no creemos que esta dinámica afecte su rol de creador de empleo, al menos durante los próximos meses.
No obstante, sobre el resto de las actividades económicas todavía descansan algunos interrogantes. En primer lugar, esperamos que exista una expansión producto del fin de las limitaciones de capacidad/aforo en rubros vinculados a la gastronomía, entretenimiento y turismo durante el cierre del año y que esta dinámica continúe en los meses de verano.
Por otra parte, la velocidad de la recuperación de los puestos de trabajos registrados a los niveles pre-pandemia no sólo dependerá de que tanto se mantiene la tasa de formalidad -en sectores típicamente más informales- en un contexto de lenta disipación de la incertidumbre, sino también de lo que ocurra con el poder adquisitivo.
En este sentido, de verificarse las proyecciones del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) efectuadas por el BCRA para los próximos meses, difícilmente el salario real logre continuar la marcada recuperación iniciada en el segundo semestre de este año en el mediano plazo, pudiendo afectar, de esta manera y en mayor medida, al consumo de los rubros de servicios antes mencionados.
En definitiva, el empleo registrado posiblemente cierre el próximo año en línea con el nivel alcanzando a lo largo de 2018 pero este fenómeno guardará más relación con la “vuelta a la normalidad”, un mayor alcance del empleo público y difusión más extendida del cuentapropismo formal.