La rebelión de los Sioux

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Las protestas en Dakota del Norte de los Standing Rock Sioux comenzaron hace meses y se incrementan a medida que se acerca el invierno. Exigen la interrupción del proyecto del oleoducto que atravesará su reservación.

A los indios en Estados Unidos no les han quedado muchas tierras. Pero las que tienen las consideran suyas y sagradas porque allí entierran a sus muertos y allí hacen sus plegarias. El Dakota Access Pipeline es un proyecto de US$ 3.700 millones que transportará 470.000 barriles de petróleo por día cruzando cuatro estados. En el área de North Dakota se estima que hay un yacimiento de petróleo todavía no descubierto de 7.400 millones de petróleo Ese petróleo deberá ser transportado a refinerías que se encuentran en las regiones del medio oeste, costa este y costa del golfo. Esa es la forma en que Estados Unidos proyecta dejar de depender de petróleo proveniente de zonas “poco estables” del mundo. El proyecto será, además, creador de empleo y de riqueza para los estados involucrados.

 

Pero ocurre que en North Dakota están los Sioux, quienes han demandado al Cuerpo de Ingenieros del Ejército norteamericano por haber otorgado en julio el permiso para la construcción del oleoducto. La construcción, dicen, “dañará su tierra, que es sagrada, destruirá sus tumbas, sus lugares de oración y monumentos importantes para ellos”.

 

Para ellos, “los arqueólogos llegan, deciden que hay petróleo e ignoran que la tierra es nuestra y que para nosotros es sagrada. Las obras destruirán nuestro modo de vida”.

 

Desde hace cuatro meses cientos de manifestantes de todo el mundo viajaron a North Dakota para solidarizarse con los indios e impedir la construcción del oleoducto. Ya hubo varios choques con la policía. Los acampes, en Cannon Ball, combinan carpas indias, autos, camionetas y carpas, pero los funcionarios oficiales han prometido desmantelarlo hoy, 5 de diciembre.

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