La pobre evolución en materia de crecimiento económico de nuestro país no es una cuestión de años, sino de décadas. Argentina ha venido perdiendo terreno en forma sostenida, ya que pasó del puesto 16 al 30 en el ranking de economías más grandes del mundo, desde los años 80´s a la actualidad.
La tasa de ahorro de la Argentina es muy baja, en buena medida por la persistencia de elevados déficits fiscales. Aun así, ni siquiera ese limitado ahorro nacional se canaliza enteramente a la inversión, advierte el último informe del IERAL.
Los países que logran crecer en forma sostenida dejan lecciones respecto a los factores necesarios para construir una historia de éxito. Nuestro país no sólo no ha logrado tomar esas enseñanzas, sino que en el último tiempo parece alejarse cada vez más de esta agenda, como lo muestran noticias recientes, vinculadas a los casos de Vicentin y Latam, la pérdida de automaticidad para la creación de empresas y para la operatoria del comercio exterior, así como los cambios que se estudian en el plano impositivo y las medidas que introducen mayor rigidez en el funcionamiento del mercado de trabajo.
En el plano macroeconómico, preocupa la ausencia de un plan de estabilización para la etapa de normalización que debería suceder a los momentos más serios de la pandemia, la falta de negociaciones con el FMI para lograr algún tipo de financiamiento de organismos multilaterales, así como las últimas novedades vinculadas con la reestructuración de la deuda pública en manos de acreedores privados.
Negociación de la deuda
Las dos partes en la negociación parecen haber plantado bandera y trazado una línea en la arena. Es difícil que las negociaciones se reanuden este próximo fin de semana o en los días subsiguientes. Por el contrario, todo indica que se abre un período donde ambas partes estudiaran los movimientos del oponente y utilizaran, hasta donde sea posible, sus instrumentos de presión.
Llama la atención que la negociación se rompiera por una diferencia de pocos dólares en Valor Presente Neto. Una valuación aproximada de los paquetes sugiere que los distintos bonos sujetos a canje en la propuesta del gobierno recibirían de $50-$55, utilizando como parámetro de valuación una tasa de descuento del 10% ($41-$47 con una tasa de descuento más realista del 12%). Las propuestas de los bonistas, mientras tanto, demandarían unos $57-$64, contabilizados al 10% ($47-$55 al 12%). Las distancias no parecen infranqueables.
Es posible que las autoridades registren una nueva transacción ante la SEC, como la conocida el miércoles por la noche, y se jueguen a un canje parcial. Quizás, con estos nuevos términos más generosos logren mayor participación. De todas formas, el gobierno no debe desconocer que uno de los resultados de las fallidas negociaciones ha sido el coordinar al universo de bonistas que ahora mira las acciones de las tres agrupaciones de acreedores para tomar sus decisiones. Donde van estos grupos, probablemente vayan casi todos…
Así, la opción de ir por un canje parcial corre serios riesgos. Curiosamente, las negociaciones caen sólo 24 horas más tarde de la “salida” que el gobierno le diera a inversores externos que están invertidos en pesos. Es posible que, ante la inminencia del quiebre de negociaciones, las autoridades optaron por quitarle presión al mercado libre de cambios, canalizando una demanda que, en cualquier circunstancia, hubiera sido muy difícil de digerir por su dimensión. ¿Si el dólar libre puede estar más volátil en las próximas semanas, para qué agregarle nafta al fuego?