La expansión económica global, comprometida por los crudos

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Como es habitual, los mercados especulativos reaccionaron con alzas sin sustento ante el petróleo y sus amenazas a la economía mundial. Ya no se discute la pérdida de impulso, sólo si será suave o abrupta. Pero el FMI se hace el distraído.

Por supuesto, pocos recuerdan un lapso de expansión como el actual, aunque se base en indicadores parciales o discutibles y se limite a un grupo de economías. Fiel al optimismo panglosiano, el Fondo Monetario Internacional anuncia que –este año- el producto bruto mundial (PBM) crecerá 5%. Pero, desde hace una década, los informes anuales del organismo vienen politizándose y perdiendo fiabilidad.

Amén de que el PBM sea una medida genérica y poco segura, su crecimiento está dominado por la inversión directa externa (IED) en China e India y el endeudamiento de los consumidores norteamericanos. No sin exageración, el FMI incluye entre los motores a repuntes en Japón (hoy vacilante) y la Unión Europea (casi nulo). Todavía menos probable es que las economías en desarrollo –“emergentes” no significa nada- estén expandiéndose como nunca en los últimos 25 años.

La entidad supone que la tendencia continuará en 2005, aunque a menor ritmo (4,3%). La usualmente ortodoxa Organización de Cooperación pro Desarrollo Económico (OCDE), el Banco Central Europeo y la Reserva Federal comparten igual bajada de línea. Pero, como reflexiona “The economist”, cuando “todo se ve tan color de rosa, cabe preguntarse qué podría salir mal”.

Cuatro cosas: ulterior alza nominal de crudos, caída del consumo norteamericano –ligada a los combustibles, claro-, desinfle de la burbuja inmobiliaria en varios países (Gran Bretaña, España, EE.UU.) y abrupta desaceleración china.

El petróleo ilustra muy bien el tipo de cifras ilusorias que emplean los técnicos fondistas. En las evaluaciones del informe 2004/5, estiman en US$ 37 el barril WTO, pero aún no empezaba la asamblea semestral FMI-BIRF y ese valor pasó de US$ 50, con expectativas de 62 en corto plazo. Por supuesto, falta mucho para repetir el récord de 1981 a dólares constantes (hoy serían 113) y, en todo caso, los hidrocarburos pesan menos en las economías que hace 23 años.

Pero el impacto de estos aumentos es de corto plazo y sus afectados no reaccionan en función de estadísticas históricas. Por ende, las utilidades empresarias y los ingresos reales de las familias sentirán los efectos hacia delante, no hacia atrás. El propio FMI cree que un alza de diez dólares en el petróleo reducirá el crecimiento mundial en 0,6%, pero ¿cómo explica que ese barril ha subido de US$ 37 a 50?

Sin embargo, peor sería que los norteamericanos, sobrendeudados en un contexto de tasas más altas, optasen por gastar menos. El consumo ya se ha desacelerado bastante este año, pero el Fondo y Washington suponen que es un bajón momentáneo. No obstante, los números dicen otra cosa.

Desde el nadir de la última recesión (noviembre de 2001), el empleo muestra el repunte más débil en cincuenta años. La famosa productividad del sector privado se apoya en reducción de dotaciones laborales y el salario real ha recobrado apenas 3% en 30 meses, contra el 10% habitual en repuntes anteriores. Paralelamente, el consumo recobraba 9%, lo cual resalta el peligroso endeudamiento de las familias.

En lo tocante a los dos paquetes de estímulos tributarios (implicarán US$ 2,35 billones menos para el fisco, si duran lo previsto, o sea de 2001 a 2012), sus efectos están esfumándose. Por otra parte, tanto John F.Kerry como George W.Bush anuncian que reducirán el déficit a dólares constantes a la mitad durante el lapso 2005-8.

Por supuesto, pocos recuerdan un lapso de expansión como el actual, aunque se base en indicadores parciales o discutibles y se limite a un grupo de economías. Fiel al optimismo panglosiano, el Fondo Monetario Internacional anuncia que –este año- el producto bruto mundial (PBM) crecerá 5%. Pero, desde hace una década, los informes anuales del organismo vienen politizándose y perdiendo fiabilidad.

Amén de que el PBM sea una medida genérica y poco segura, su crecimiento está dominado por la inversión directa externa (IED) en China e India y el endeudamiento de los consumidores norteamericanos. No sin exageración, el FMI incluye entre los motores a repuntes en Japón (hoy vacilante) y la Unión Europea (casi nulo). Todavía menos probable es que las economías en desarrollo –“emergentes” no significa nada- estén expandiéndose como nunca en los últimos 25 años.

La entidad supone que la tendencia continuará en 2005, aunque a menor ritmo (4,3%). La usualmente ortodoxa Organización de Cooperación pro Desarrollo Económico (OCDE), el Banco Central Europeo y la Reserva Federal comparten igual bajada de línea. Pero, como reflexiona “The economist”, cuando “todo se ve tan color de rosa, cabe preguntarse qué podría salir mal”.

Cuatro cosas: ulterior alza nominal de crudos, caída del consumo norteamericano –ligada a los combustibles, claro-, desinfle de la burbuja inmobiliaria en varios países (Gran Bretaña, España, EE.UU.) y abrupta desaceleración china.

El petróleo ilustra muy bien el tipo de cifras ilusorias que emplean los técnicos fondistas. En las evaluaciones del informe 2004/5, estiman en US$ 37 el barril WTO, pero aún no empezaba la asamblea semestral FMI-BIRF y ese valor pasó de US$ 50, con expectativas de 62 en corto plazo. Por supuesto, falta mucho para repetir el récord de 1981 a dólares constantes (hoy serían 113) y, en todo caso, los hidrocarburos pesan menos en las economías que hace 23 años.

Pero el impacto de estos aumentos es de corto plazo y sus afectados no reaccionan en función de estadísticas históricas. Por ende, las utilidades empresarias y los ingresos reales de las familias sentirán los efectos hacia delante, no hacia atrás. El propio FMI cree que un alza de diez dólares en el petróleo reducirá el crecimiento mundial en 0,6%, pero ¿cómo explica que ese barril ha subido de US$ 37 a 50?

Sin embargo, peor sería que los norteamericanos, sobrendeudados en un contexto de tasas más altas, optasen por gastar menos. El consumo ya se ha desacelerado bastante este año, pero el Fondo y Washington suponen que es un bajón momentáneo. No obstante, los números dicen otra cosa.

Desde el nadir de la última recesión (noviembre de 2001), el empleo muestra el repunte más débil en cincuenta años. La famosa productividad del sector privado se apoya en reducción de dotaciones laborales y el salario real ha recobrado apenas 3% en 30 meses, contra el 10% habitual en repuntes anteriores. Paralelamente, el consumo recobraba 9%, lo cual resalta el peligroso endeudamiento de las familias.

En lo tocante a los dos paquetes de estímulos tributarios (implicarán US$ 2,35 billones menos para el fisco, si duran lo previsto, o sea de 2001 a 2012), sus efectos están esfumándose. Por otra parte, tanto John F.Kerry como George W.Bush anuncian que reducirán el déficit a dólares constantes a la mitad durante el lapso 2005-8.

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