La Eurocrisis y efectos políticos a largo plazo

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En realidad, no debiera sorprender que la crisis de endeudamiento transatlántica–como la recesión estadounidense- ponga en peligro gobiernos y partidos. En particular, porque desnuda la pobre calidad de las dirigencias y la ausencia de recambios.

<p>El caso norteamericano parece menos cr&iacute;tico. Simplemente, si Barack Obama se queda sin reelecci&oacute;n, viene un republicano y listo o. quiz&aacute;s, otro dem&oacute;crata. Pero ese republicano bien podr&iacute;a ser Richard Perry, senador tejano y jefe virtual del <em>Tea Party.</em> Este pol&iacute;tico advirti&oacute; ya que bien podr&iacute;a ocupar el norte de M&eacute;xico para neutralizar la migraci&oacute;n ilegal y el narcotr&aacute;fico.<br />
Perry ser&iacute;a una especie de general John Joseph Pershing (blackjack era su apodo), pero &iquest;qui&eacute;n har&iacute;a de Pancho Villa?. Dicho de otro modo, una recesi&oacute;n irrefrenable dejar&iacute;a maltrecho el sistema pol&iacute;tico del pa&iacute;s por colapso del bipartidismo. Semejante horizonte recuerda <em>It can&rsquo;t happen here</em>, novela (1935) donde Sinclair Lewis anticipaba una especie de <em>Tea Party </em>que acaba copando EE.UU.<br />
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Aun sin tales extremos, Europa occidental ofrece una gama de gobiernos camino de perder elecciones. O, como muestra el d&uacute;o Vlady&iacute;mir Putin-Dimitri Medvediev, turn&aacute;ndose en la presidencia hasta 2024 o despu&eacute;s.<br />
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El proceso ya ha empezado. Su primera baja fue el centroizquierdista irland&eacute;s Brian Cowen, tachado como responsable por no haber evitado los desmedidos desatinos cometidos por bancos e inmobiliarias codiciosas. El producto bruto interno cay&oacute; 3% en 2008, 7,1% en 2009 y 0,6% en 2010. Dublin eludi&oacute; el cese de pagos merced a un rescate de &euro; 85.000 millones aportados por el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Este a&ntilde;o, los votantes prefirieron a Enda Kenny, del centroderecha. Despu&eacute;s vino Portugal, donde se desplom&oacute; el socialista Jos&eacute; S&oacute;crates mientras el PBI se licuaba 3,3% en 2009 y 2,6% en 2010. Este salvamento cost&oacute; &euro; 78.000 millones e hizo ascender al centroderecha de Pedro Passos Coelho.<br />
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La vecina Espa&ntilde;a tiene otros problemas: el neofranquista Mariano Rajoy, no tiene a&uacute;n un programa cre&iacute;ble. Para la gente y los indignados, ser&aacute; m&aacute;s de lo mismo. En tanto, la masa de desocupados tocaba otro r&eacute;cord (20,8% de la poblaci&oacute;n activa) en octubre. Mucho m&aacute;s al norte, el brit&aacute;nico David Cameron se vio hace tres meses ante una violencia urbana sin precedentes en su pa&iacute;s.<br />
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En medio de todo eso y con Grecia como banco de ensayos, cobran fuerza partidos o grupos de extrema derecha (estilo la obra de Lewis), por el momento minoritarios. Salvo en Francia, cuna del antijuda&iacute;smo y Action Fran&ccedil;aise. Am&eacute;n del separatismo padano del lombardo Umberto Bossi, act&uacute;a en Italia el movimiento Cinque Stelle, liderado por un c&oacute;mico, Beppe Grillo, cuyo lema es &ldquo;<em>politici, vaffanculo&rdquo;</em>.<br />
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Econom&iacute;as tan pr&oacute;speras como Finlandia, Suecia, Dinamarca, Holanda, B&eacute;lgica o Austria (cuna de Adolf Hitler) tienen partidos neofascistas. En un caso, Hungr&iacute;a, funcionan campamentos militares neonazis donde se habla de limpieza &eacute;tnica al estilo serbio.</p>
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