La economía argentina en 2013

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2013 se configura como un año con grandes heterogeneidades a nivel sectorial. abeceb.com hace un análisis sobre las perspectivas de los sectores productivos en este año. 

En 2013 la economía argentina experimentará un crecimiento que seguramente no superará la calificación de moderado a bajo. La economía del mundo, sin embargo, jugará a favor de Argentina, pero sin un arrastre excepcional, mientras que el mercado doméstico se mantendrá estable y expuesto a cambios en las reglas de juego.
La pérdida de competitividad por el incremento en los costos será un factor común a todos los sectores. Sin embargo, pueden distinguirse claramente tres grupos según su grado de exposición a esta situación. Los más perjudicados serán las economías regionales, que enfrentan limitaciones para trasladar las subas de costos a precios. En cambio otros, como el complejo sojero o la minería, aún tienen margen por comercializar commodities en los que Argentina cuenta con ventajas comparativas naturales. Y en tercer lugar puede situarse a la industria orientada al mercado doméstico, que continuará amparada por las restricciones a las importaciones y la continuidad del financiamiento al consumo.

Desde el punto de vista de los factores exógenos, el clima dará una mano para todos los cultivos. En general, se recuperó la hidraulicidad de los suelos, lo que permitirá buenos rindes para la campaña 2012/13. De todas formas, hay zonas que aún necesitan más precipitaciones y persiste el riesgo de heladas.

En el caso de los granos, las cosechas esperadas de soja (48 millones de toneladas) y maíz (25,5 millones) auguran un buen crecimiento desde el punto de vista de las cantidades para todo el complejo primario y de industrialización, sin alcanzar niveles máximos en la producción. Los precios internacionales continuarán elevados en una perspectiva histórica y con gran volatilidad, aunque cada vez más habrá que mirar la decisión de la FED en cuanto al sostenimiento del QEIII. 

Lo positivo es que la demanda china, con un crecimiento del PBI del 8,2%, definitivamente impulsará la demanda de alimentos y las exportaciones.

Bajo este escenario, el potencial de incremento de los ingresos en dólares del sector agropecuario ronda un 16%, una buena noticia para los sectores de agroquímicos y maquinaria agrícola. El limitante estará dado por el impacto de las crecientes expectativas devaluatorias, que agrega una variable adicional al productor con un incentivo a posicionarse en el grano. 

En el caso de los productos regionales, las mejores condiciones climáticas otorgan buenas perspectivas en cuanto a la producción. Aquellos con fuerte sesgo exportador a Europa (como el caso de frutas y alimentos elaborados) continuarán enfrentando una economía debilitada que limita la recuperación de los precios de exportación. Esto constituirá un fuerte desafío, a la luz de la inercia inflacionaria que presiona sobre los costos de producción, lo que también influye a la hora de conquistar nuevos mercados. El mercado interno se mantiene como una buena opción, aunque con consumos per cápita en niveles récord (como en algunas carnes y lácteos) será difícil trasladar los aumentos de costos a precios.

Los controles de precios, que resucitaron con más exposición mediática mediante los acuerdos con supermercados, continuarán afectando en mayor medida a los productos básicos y motivando estrategias de diferenciación en bienes y servicios de consumo masivo. Desde el punto de vista de la demanda, los fundamentals de masa salarial se presentan estables en 2013, sin grandes novedades en el mercado laboral y con incrementos de paritarias que acompañarán la inflación.

Las estrategias de promociones y descuentos serán claves para atraer al consumidor, e impulsarán las ventas de sectores como alimentos y bebidas, o productos de limpieza e higiene personal. 

En bienes de consumo durable (indumentaria, calzado, electrodomésticos, motos) la continuidad del financiamiento en cuotas también será determinante, en un contexto macro que aún no ofrece alternativa para el resguardo de los ahorros (ni en los plazos fijos por tasas de interés inferiores a la inflación, ni menos en el dólar con el cepo cambiario), pero que mantiene la expectativa de estabilidad en el plano laboral. 

De vital importancia será, en la mayoría de los sectores industriales con orientación al consumo doméstico, la continuidad de la política de restricción a las importaciones. Si bien se espera un leve relajamiento en función de la mayor disponibilidad neta de divisas, el mismo estaría orientado a insumos y bienes intermedios, permitiendo el sostenimiento del market share alcanzado por los bienes finales de producción local. 
El mercado inmobiliario y la construcción continuarán signados por un cepo cambiario que introdujo una enorme distorsión al esquema de determinación de precios y un gran freno para la actividad. Se puede esperar un leve rebote en 2013, dado que los ladrillos se mantienen como una atractiva alternativa de inversión valuada en dólares, y que se espera un mayor impulso de la obra pública por el año electoral. Sin embargo, el mercado inmobiliario continuará enfrentando un número de operaciones reducidas, dado que el propietario que no necesita vender tiene incentivos a quedarse posicionado en un activo valuado en dólares, lo mismo que el productor sojero con su grano. 

Por el lado de la industria, la automotriz volverá a ser su motor durante 2013. Con un potencial crecimiento de 4% en las ventas internas, el norte estaría dado por el repunte de las exportaciones a Brasil, en el que podría darse un aumento de participación en ventas dado por la prórroga parcial de la reducción del Impuesto a los Productos Industriales (IPI). El repunte de la producción automotriz, también generaría encadenamiento positivo en la industria siderúrgica, plásticos y otros insumos y servicios relacionados. 

El sector energético lidera en cuanto a potencialidad y anuncios de inversión, propulsado por las acciones de YPF en Vaca Muerta y los objetivos planteados en cuanto a la diversificación de la matriz energética por medio de fuentes renovables (eólica, biocombustibles, etc.), con grandes incógnitas en cuanto a señales de precios y capacidad de atracción de financiamiento.

En general, el ambiente de inversiones estará con un ojo puesto en los recursos estratégicos y con otro en la creciente intervención pública, la variabilidad en las reglas de juego y la imposibilidad de girar divisas al exterior. En el corto plazo, se verán ampliaciones de capacidad instalada en el margen, y un mayor impulso de aquellos sectores vinculados al consumo interno, y resguardados por la continuidad de las importaciones y el crédito.

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