Kirchner y Lula firmaron el “Consenso de Río”

En el pacto, los presidentes de Aregentina y Brasil acordaron que las negociaciones con los organismos de crédito deben asegurar un superávit primario que no comprometa el crecimiento económico.

16 marzo, 2004

Los mandatarios también invitaron a Paraguay y Uruguay a sumarse a la estrategia de cara a los arreglos con los organismos multilaterales de crédito.

“Enfatizamos la importancia de que en las negociaciones con los organismos de crédito, es obvio que el FMI es el principal de ellos, defendamos en conjunto que los superávits primarios tomen en cuenta sobre todo la necesidad del crecimiento”, dijo, en ese sentido, el canciller brasileño, Celso Amorim.

“Defendemos también que las inversiones en infraestructura no sean computadas (en el superávit primario) porque esto es lo que va a permitir nuestro desarrollo y nuestra integración”, agregó Amorim.

Precisamente, Roberto Lavagna recordó, el sábado, que Lula mismo viene señalando “la necesidad de que el FMI reclasifique como inversiones y no como gastos las partidas asignadas a infraestructura, acción social y situaciones de emergencia”. Por casualidad, igual postura acaban de adoptar –respecto del Banco Central Europeo- España, Italia, Francia y otros países por las erogaciones que exigirán las tareas de reconstrucción, atención médica y apoyo social derivadas de los ataques terroristas en Madrid.

En síntesis, a través del acuerdo Argentina y Brasil han resuelto pedir que el FMI no obstruya inversiones infraestructurales, usando como pretextos negociaciones financieras. Ministerios de ambos estados han estado varios meses preparando el documento, que deriva del “consenso de Buenos Aires” (2003) y será base de futuras negociaciones conjuntas ante el Fondo y otras instancias.

Los mandatarios también invitaron a Paraguay y Uruguay a sumarse a la estrategia de cara a los arreglos con los organismos multilaterales de crédito.

“Enfatizamos la importancia de que en las negociaciones con los organismos de crédito, es obvio que el FMI es el principal de ellos, defendamos en conjunto que los superávits primarios tomen en cuenta sobre todo la necesidad del crecimiento”, dijo, en ese sentido, el canciller brasileño, Celso Amorim.

“Defendemos también que las inversiones en infraestructura no sean computadas (en el superávit primario) porque esto es lo que va a permitir nuestro desarrollo y nuestra integración”, agregó Amorim.

Precisamente, Roberto Lavagna recordó, el sábado, que Lula mismo viene señalando “la necesidad de que el FMI reclasifique como inversiones y no como gastos las partidas asignadas a infraestructura, acción social y situaciones de emergencia”. Por casualidad, igual postura acaban de adoptar –respecto del Banco Central Europeo- España, Italia, Francia y otros países por las erogaciones que exigirán las tareas de reconstrucción, atención médica y apoyo social derivadas de los ataques terroristas en Madrid.

En síntesis, a través del acuerdo Argentina y Brasil han resuelto pedir que el FMI no obstruya inversiones infraestructurales, usando como pretextos negociaciones financieras. Ministerios de ambos estados han estado varios meses preparando el documento, que deriva del “consenso de Buenos Aires” (2003) y será base de futuras negociaciones conjuntas ante el Fondo y otras instancias.

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