Chips: sube la demanda, pero no la oferta ni la inversión

Agosto fue un mes espectacular en ventas de chips, pero septiembre no tanto. Ocurre que el sector muestra escasa inversión desde 2000. Esto implica el riesgo de que la demanda desborde la oferta.

7 octubre, 2003

En síntesis, el sector microprocesadores marcha a un cuello de botella
en materia de abastecimiento, como ya se nota en algunos tipos de memoria. Si
la demanda mantiene la tendencia del III trimestre, muchos analistas vislumbran
un déficit suficiente para afectar la producción de hardware y otros
rubros que incorporan chips.

Por supuesto, también habrá problemas para lanzar nuevas computadoras
y productos electrónicos. "Los fabricantes no han estado haciendo
las inversiones mínimas necesarias para prevenir desajustes entre oferta
y demanda", sostiene Douglas Andrey, de la Semiconductor Industry Association
(SIA).
Intel es la excepción. El líder mundial en chips inició en
septiembre un programa de urgencia para cerrar la brecha de oferta. Hace una semana,
resolvió invertir US$ 450 millones en Micron Technology, segunda en chips
de memoria. Meses antes, había colocado cien millones en la japonesa Elpida.

Pero la empresa ya era un mosca blanca. Según el CEO Craig Barrett, "desde
mediados de 2001, hemos invertido más de US$ 19.000 millones". El
resto hacía lo contrario y tenía una razón sólida:
la acentuada recesión vivida desde fines de 2000 hasta hace unos meses.

Sólo en 2001, las ventas mundiales cayeron 32% y totalizaban US$ 140.000
millones. Ese mismo año, las empresas esperaban no menos de US$ 240.000
millones. En 2001, el negocio recobró un magro 1,2% y sumó US$ 142.000
millones.

Para colmo, 2003 arrancó con nuevas señales de debilidad. Hacia
mediados de año, la SIA y varios analistas del Nasdaq ( Wall Street) tuvieron
que reducir de 20 a 10% sus proyecciones de repunte para todo 2003. En ese contexto,
sólo Intel continuaba invirtiendo.

Pero agosto dio vuelta el tablero. Estadísticas confirmadas a fines de
septiembre revelan que las ventas subieron 4% sobre julio. "Cualquier aumento
superior a 2% mensual sería excelente y ni hablar de ese 4%", opina
el analista de la SIA.

Aparte, las existencias de microprocesadores, hasta julio muy altas, han descendido
notablemente en dos meses. Al combinarse con un 85% de capacidad instalada en
pleno uso y el repunte de demanda, anticipa una escasez de oferta difícil
de neutralizar en corto plazo: una nueva fábrica de chips entraña
US$ 2.000 millones y dos años en construcción.

Por otro lado, aun en esa hipótesis, la SIA teme que "la extrema cautela
manifestada por casi todos los productores demore inversiones de capital".
Paralelamente, hay quienes apuestan a que un prolongado déficit de oferta
suba precios y ganancias, para compensar años de pérdidas.

"Mientras sólo se trate de aprovechar totalmente la capacidad disponible
-amortizada-, las utilidades serán enormes", admite Walden Rhines,
CEO de Mentor Graphics, firma líder en diseño de software y servicios.
"Pero cualquier déficit en chips durará poco, en comparación
con ciclos anteriores. Hay muchas plantas cuya terminación está
demorada y, ahora, podrían estar listas en seis meses a un año".

En síntesis, el sector microprocesadores marcha a un cuello de botella
en materia de abastecimiento, como ya se nota en algunos tipos de memoria. Si
la demanda mantiene la tendencia del III trimestre, muchos analistas vislumbran
un déficit suficiente para afectar la producción de hardware y otros
rubros que incorporan chips.

Por supuesto, también habrá problemas para lanzar nuevas computadoras
y productos electrónicos. "Los fabricantes no han estado haciendo
las inversiones mínimas necesarias para prevenir desajustes entre oferta
y demanda", sostiene Douglas Andrey, de la Semiconductor Industry Association
(SIA).
Intel es la excepción. El líder mundial en chips inició en
septiembre un programa de urgencia para cerrar la brecha de oferta. Hace una semana,
resolvió invertir US$ 450 millones en Micron Technology, segunda en chips
de memoria. Meses antes, había colocado cien millones en la japonesa Elpida.

Pero la empresa ya era un mosca blanca. Según el CEO Craig Barrett, "desde
mediados de 2001, hemos invertido más de US$ 19.000 millones". El
resto hacía lo contrario y tenía una razón sólida:
la acentuada recesión vivida desde fines de 2000 hasta hace unos meses.

Sólo en 2001, las ventas mundiales cayeron 32% y totalizaban US$ 140.000
millones. Ese mismo año, las empresas esperaban no menos de US$ 240.000
millones. En 2001, el negocio recobró un magro 1,2% y sumó US$ 142.000
millones.

Para colmo, 2003 arrancó con nuevas señales de debilidad. Hacia
mediados de año, la SIA y varios analistas del Nasdaq ( Wall Street) tuvieron
que reducir de 20 a 10% sus proyecciones de repunte para todo 2003. En ese contexto,
sólo Intel continuaba invirtiendo.

Pero agosto dio vuelta el tablero. Estadísticas confirmadas a fines de
septiembre revelan que las ventas subieron 4% sobre julio. "Cualquier aumento
superior a 2% mensual sería excelente y ni hablar de ese 4%", opina
el analista de la SIA.

Aparte, las existencias de microprocesadores, hasta julio muy altas, han descendido
notablemente en dos meses. Al combinarse con un 85% de capacidad instalada en
pleno uso y el repunte de demanda, anticipa una escasez de oferta difícil
de neutralizar en corto plazo: una nueva fábrica de chips entraña
US$ 2.000 millones y dos años en construcción.

Por otro lado, aun en esa hipótesis, la SIA teme que "la extrema cautela
manifestada por casi todos los productores demore inversiones de capital".
Paralelamente, hay quienes apuestan a que un prolongado déficit de oferta
suba precios y ganancias, para compensar años de pérdidas.

"Mientras sólo se trate de aprovechar totalmente la capacidad disponible
-amortizada-, las utilidades serán enormes", admite Walden Rhines,
CEO de Mentor Graphics, firma líder en diseño de software y servicios.
"Pero cualquier déficit en chips durará poco, en comparación
con ciclos anteriores. Hay muchas plantas cuya terminación está
demorada y, ahora, podrían estar listas en seis meses a un año".

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