John Corzine copó Nuevo Jersey venciendo a un republicano moderado, el también millonario Douglas Forrester. Otro demócrata, Timothy Kain, ganó Virginia. Pero el republicano Bloomberg retuvo la ciudad de Nueva York. Mal día para Terminator.
Con 97% de los votos escrutados, Corzine acumulaba –la noche del martes- 53%, contra 44% de su rival, tras una campaña tan enveneda com costosa. Entretanto, Kain superaba al republicano Jerry Kilgore, respaldado personalmente por George W.Bush. Con 99% de boletas contadas, el demócrata obtenía 52% contra 44% de su rival.
A diferencia de Nuevo Jersey, cuyo electorado nunca simpatizó con los acuales ocupantes de la Casa Blanca, Virginia se consideraba un estado seguro para los republicanos. La mayoría de observadores “lee” esto como mala señal para el gobierno federal, con vistas a los comicios parlamentarios de 2006. Máxime porque Kilgore, hasta ahora fiscal general del estado, contó con una aceitada maquinaria.
Tal era el empuje de Corzine en Nuevo Jersey que el candidato opositor le concedió la victoria a una hora de cerrado el comicio. Reiterando un tema de vcampaña, con obvia referencia a los escándalos financieros protagonizados por los tejanos Thomas DeLay y William Frist –ex jefes de las bancadas oficiales en la cámara baja y el senado-, el flamante mandatario señaló: “Quiero decir claramente que la próxima administración no ofrecerá a políticos ni funcionarios oportunidades de enriquecerse a costa de la ciudadanía”. El triunfador aclaró que no pensaba en su rival, sino en el plano federal.
Entretanto, los republicanos perdían considerable terreno en Long Island. Los demócratas se impusieron en el municipio de Nassau –abarca parte de esa población- y retuvieron Suffolk, distrito vecino. Aun si Corzine cumple con la promesa de continuar como senador en Washington un año más, sus reemplazantes más probables son demócratas.
Ex directivo de Goldman Sachs, Corzine condujo una campaña casi tan vitriólica como la de Forrester. Ambos políticos, el alcalde de la vecina Nueva York (Michael Bloomberg) y su antecesor Rodolfo Giuliani –uno de los precandidatos presidenciales republicanos más fuertes- son gente de Wall Street. Eso y la riqueza de quienes peleaban por Nuevo Jersey explican una campaña que costó en conjunto US$ 75 millones. Fue una competencia tan dura y destemplada que, según las últimas encuestas, los propios votantes hubiesen preferido a Richard Codey, goberandor interino que asumió, en 2004, tras la renuncia de James McGreevy.
Por su parte, Virginia fue –para Bush- un golpe más preocupante que Nuevo Jersey. El vicegobernador Kaine (demócrata) le dió una inesperada victoria política a su mentor, Mark Warner, mandatario saliente. Esto envía a la historia las tradicional tendencia prorrepublicana del estado, que LA cvasa Blanca consideraba como propio.
Dato sugestivo: Kaine se mantuvo debajo en las encuestas, hasta que estallaron los escándalos sobre mal manejo de Katrina, infidencias en la oficina del vicepresidente Richard Cheney, procesos a DeLay y Frist y el debate judicial sobre torturas en cárceles clandestinas. Las recientes revelaciones sobre uso de fósforo blanco contra una ciudad en Irak (2004) se conocieron ya cerradas campañas y encuestas.
Al revés, la muy liberal y moderna ciudad de Nueva York sigue hostil a los demócratas. Pese a su escaso carisma. Michael Bloomberg –no justamente hombre de Bush. Fue reelegido por un margen histórico (58 a 38%) contra Fernando Ferrer, cabeza de una coalición multiétnica. En cierto sentido, Bloomberg representa otra: anglosajones, judíos e italianos (en este caso, vía Giuliani). “Eso y los vicios típicos del viejo clientelismo demócrata beneficiaron a un candidato su por sí débil”, señalaban dos diarios locales.
Gastando casi tanto los contendientes de Nuevo Jersey, Bloomberg puso US$ 70 millones propios. Al haber tomado distancia de la Casa Blanca, su alianza virtual con Giuliani le aseguró el triunfo. Para el carismático ex alcalde, es un paso clave hacia la puja interna republicana por la candidatura presidencial. Su imagen, opuesta a la de Bush-Cheney, tiene rasgos bipartidistas similares a los de la senadora Hillary Clinton.
Arnold Schwarzenegger, gobernador de California nacido en Austria, fue derrotado (en un complejo plebiscito sin antedentes) por márgenes de 20 a 40%. Con más de 90% del voto escrutado, la campaña marginal más cara en la historia del estado (US$ 300 millones) fue una mala apuesta financiera y pone en peligro su reelección en 2006.
La propuesta con peor suerte (número 76) habría limitado aumentos de gastos estaduales. La número 77 habría quitado a los legisladores la facultad de fijar distritos electorales para dárese a un panel de jueces retirados. Mejor le fue, aunque sin ganar, en la propuesta 75 (reducir la influencia de sindicatos del sector público sobre el estado) y en la 74, que habría obligado a los docentes a esperar tres años más para ser efectivizados.
John Corzine copó Nuevo Jersey venciendo a un republicano moderado, el también millonario Douglas Forrester. Otro demócrata, Timothy Kain, ganó Virginia. Pero el republicano Bloomberg retuvo la ciudad de Nueva York. Mal día para Terminator.
Con 97% de los votos escrutados, Corzine acumulaba –la noche del martes- 53%, contra 44% de su rival, tras una campaña tan enveneda com costosa. Entretanto, Kain superaba al republicano Jerry Kilgore, respaldado personalmente por George W.Bush. Con 99% de boletas contadas, el demócrata obtenía 52% contra 44% de su rival.
A diferencia de Nuevo Jersey, cuyo electorado nunca simpatizó con los acuales ocupantes de la Casa Blanca, Virginia se consideraba un estado seguro para los republicanos. La mayoría de observadores “lee” esto como mala señal para el gobierno federal, con vistas a los comicios parlamentarios de 2006. Máxime porque Kilgore, hasta ahora fiscal general del estado, contó con una aceitada maquinaria.
Tal era el empuje de Corzine en Nuevo Jersey que el candidato opositor le concedió la victoria a una hora de cerrado el comicio. Reiterando un tema de vcampaña, con obvia referencia a los escándalos financieros protagonizados por los tejanos Thomas DeLay y William Frist –ex jefes de las bancadas oficiales en la cámara baja y el senado-, el flamante mandatario señaló: “Quiero decir claramente que la próxima administración no ofrecerá a políticos ni funcionarios oportunidades de enriquecerse a costa de la ciudadanía”. El triunfador aclaró que no pensaba en su rival, sino en el plano federal.
Entretanto, los republicanos perdían considerable terreno en Long Island. Los demócratas se impusieron en el municipio de Nassau –abarca parte de esa población- y retuvieron Suffolk, distrito vecino. Aun si Corzine cumple con la promesa de continuar como senador en Washington un año más, sus reemplazantes más probables son demócratas.
Ex directivo de Goldman Sachs, Corzine condujo una campaña casi tan vitriólica como la de Forrester. Ambos políticos, el alcalde de la vecina Nueva York (Michael Bloomberg) y su antecesor Rodolfo Giuliani –uno de los precandidatos presidenciales republicanos más fuertes- son gente de Wall Street. Eso y la riqueza de quienes peleaban por Nuevo Jersey explican una campaña que costó en conjunto US$ 75 millones. Fue una competencia tan dura y destemplada que, según las últimas encuestas, los propios votantes hubiesen preferido a Richard Codey, goberandor interino que asumió, en 2004, tras la renuncia de James McGreevy.
Por su parte, Virginia fue –para Bush- un golpe más preocupante que Nuevo Jersey. El vicegobernador Kaine (demócrata) le dió una inesperada victoria política a su mentor, Mark Warner, mandatario saliente. Esto envía a la historia las tradicional tendencia prorrepublicana del estado, que LA cvasa Blanca consideraba como propio.
Dato sugestivo: Kaine se mantuvo debajo en las encuestas, hasta que estallaron los escándalos sobre mal manejo de Katrina, infidencias en la oficina del vicepresidente Richard Cheney, procesos a DeLay y Frist y el debate judicial sobre torturas en cárceles clandestinas. Las recientes revelaciones sobre uso de fósforo blanco contra una ciudad en Irak (2004) se conocieron ya cerradas campañas y encuestas.
Al revés, la muy liberal y moderna ciudad de Nueva York sigue hostil a los demócratas. Pese a su escaso carisma. Michael Bloomberg –no justamente hombre de Bush. Fue reelegido por un margen histórico (58 a 38%) contra Fernando Ferrer, cabeza de una coalición multiétnica. En cierto sentido, Bloomberg representa otra: anglosajones, judíos e italianos (en este caso, vía Giuliani). “Eso y los vicios típicos del viejo clientelismo demócrata beneficiaron a un candidato su por sí débil”, señalaban dos diarios locales.
Gastando casi tanto los contendientes de Nuevo Jersey, Bloomberg puso US$ 70 millones propios. Al haber tomado distancia de la Casa Blanca, su alianza virtual con Giuliani le aseguró el triunfo. Para el carismático ex alcalde, es un paso clave hacia la puja interna republicana por la candidatura presidencial. Su imagen, opuesta a la de Bush-Cheney, tiene rasgos bipartidistas similares a los de la senadora Hillary Clinton.
Arnold Schwarzenegger, gobernador de California nacido en Austria, fue derrotado (en un complejo plebiscito sin antedentes) por márgenes de 20 a 40%. Con más de 90% del voto escrutado, la campaña marginal más cara en la historia del estado (US$ 300 millones) fue una mala apuesta financiera y pone en peligro su reelección en 2006.
La propuesta con peor suerte (número 76) habría limitado aumentos de gastos estaduales. La número 77 habría quitado a los legisladores la facultad de fijar distritos electorales para dárese a un panel de jueces retirados. Mejor le fue, aunque sin ganar, en la propuesta 75 (reducir la influencia de sindicatos del sector público sobre el estado) y en la 74, que habría obligado a los docentes a esperar tres años más para ser efectivizados.