En tiempo mejores, cuando la derecha religiosa no había copado los resortes del poder, Peres fue premio Nobel de la paz. Hoy, este hábil diplomático y cerebro de un plan nuclear –concebido realmente en Estados Unidos, aunque este país no reconozca Jerusalem como capital judía- encuentra una sociedad afectada por el fracaso militar en Líbano y el fin de la intangibilidad israelí.
Mientras tanto, el primer Ehud Olmert, caído en desgracia por pésimo manejo de esa miniguerra, se aferra al cargo apoyado por una coalición variopinta sin opciones a la vista. El avance de Hamás en Gaza y la discreta oferta a Siria (restituir Golán a cambio de concesiones casi inaceptables para Damasco) definen las actuales contradicciones de Tel Aviv.
No parece casual que, justamente en este contexto, el gobierno nacionalista japonés se acerque a su equivalente palestino. El canciller Taro Aso estudiaba esta semana con su colega Zi’ad Majmud posibilidades de asistencia financiera. Pero, para evitar que Hamás los intercepte, los fondos se enviará a la oficina del presidente Majmud Abbás.
Peres, de origen socialista, pertenece a Kadimá, partido creado por Ariel Sharón. Pero su nombramiento fue factible gracias a que Colette Avital (laborista) y R’uvén Rivlin (derechista) desistieron de ser candidatos. Ahora, sólo falta encontrar el modo de echar a Olmert y poner a otro Ehud, Barak. Antes de la decisión parlamentaria, las encuestas marcaban a Peres favorito absoluto: 60% del voto (eso explica que el audaz Benyamín N’taniahu no se haya presentado).
En tiempo mejores, cuando la derecha religiosa no había copado los resortes del poder, Peres fue premio Nobel de la paz. Hoy, este hábil diplomático y cerebro de un plan nuclear –concebido realmente en Estados Unidos, aunque este país no reconozca Jerusalem como capital judía- encuentra una sociedad afectada por el fracaso militar en Líbano y el fin de la intangibilidad israelí.
Mientras tanto, el primer Ehud Olmert, caído en desgracia por pésimo manejo de esa miniguerra, se aferra al cargo apoyado por una coalición variopinta sin opciones a la vista. El avance de Hamás en Gaza y la discreta oferta a Siria (restituir Golán a cambio de concesiones casi inaceptables para Damasco) definen las actuales contradicciones de Tel Aviv.
No parece casual que, justamente en este contexto, el gobierno nacionalista japonés se acerque a su equivalente palestino. El canciller Taro Aso estudiaba esta semana con su colega Zi’ad Majmud posibilidades de asistencia financiera. Pero, para evitar que Hamás los intercepte, los fondos se enviará a la oficina del presidente Majmud Abbás.
Peres, de origen socialista, pertenece a Kadimá, partido creado por Ariel Sharón. Pero su nombramiento fue factible gracias a que Colette Avital (laborista) y R’uvén Rivlin (derechista) desistieron de ser candidatos. Ahora, sólo falta encontrar el modo de echar a Olmert y poner a otro Ehud, Barak. Antes de la decisión parlamentaria, las encuestas marcaban a Peres favorito absoluto: 60% del voto (eso explica que el audaz Benyamín N’taniahu no se haya presentado).