Inmigración en EE.UU., un asunto cada vez más complejo

La impresionante adhesión a marchas masivas por varias ciudades pone en evidencia un problema de vastos alcances. Ahora, también pesa en un congreso que deberá renovarse parcialmente en noviembre.

28 marzo, 2006

Las recientes protestas colectivas en Los Ángeles, Nueva York y otras ciudades grandes apuntaban a la dura ley contra los inmigrantes hispanos aprobada hace pocos meses por la cámara de representantes. Pero el objeto real de los reclamos actuales era el senado, donde ha entrado ese proyecto. Las deliberaciones podían reformar un sistema nacional visto como malo por los extranjeros de quieren ingresar en EE.UU., los ciudadanos que reclaman fronteras seguras y las empresas que precisan trabadores para cubrir puestos
desdeñados por los norteamericanos, en especial porque la paga ex exigua.

Los senadores debían determinar si las fallas del sistema debieran enmendarse con leyes penales y políticas más duras, como prescribe el texto salido de la cámara baja. Por supuesto, el senado bien puede incluir programas que den a los empleados acceso al futuro flujo de mano de obra y legalizan la situación de los inmigrantes. Eso recomendaba el lunes George W.Bush

Lo que finalmente haga la cámara alta medirá hasta qué punto la influencia presidencial se mantiene o está debilitándose por una serie de motivos. Ello ante un oficialismo cada día más angustiado a causa del horizonte electoral. Entonces, los debates pondrán en evidencia las fracturas intestinas del partido Republicano en materia social, económica y política.

El texto de los diputados exige al empleado verificar la situación legal de los trabajadores, sujeto a penas de un año o más en prisión, y establece multas de hasta US$ 50.000 por cada ilegal tomado. En suma, convierte en delito federal residir en el país sin papeles y no incluye programas pro trabajo temporario. Por el contrario, Arlen Specter (comité jurídico del senado) desea ampliar ese tipo de programas, autorizando a los inmigrantes a permanecer tres años y luego solicitar otros tres.

Los senadores Edward Kennedy y John McCain han propueso permitir la entrada de 400.000 trabajadores y su estadía hasta seis años, con visas temporarias. Los solicitantes deberán someterse a verificación de prontuario, abonar una tasa de US$ 500 y pasar por un examen médico. Esa propuesta, además, contempla visas por hasta seis años a los trabajadores ilegales, previo pago de una multa (mil dólares).

La inmigración es un tema muy delicado en un país que surgió y prosperó merced a la infusión de sangre nueva. Irónicamente, muchos descendientes de esas olas (entre ellos, cubanos y portorriqueños) no quieren nuevos competidores. A su vez, los empresarios señalan que es difícil convencer a los norteamericanos para cumplir tareas simples que los inmigrantes no rechazan. Sin embargo, con once a doce millones de mano de obra ilegal, casi todos coinciden en que el actual sistema debe ser reformado drásticamente.

Por encima de todo y dejando de lado neorracistas tipo Samuel Huntington, ni siquiera los conservadores coinciden entre sí. Por ejemplo, el instituto Cato señala que “resulta impensable deportar a tantos millones de inmigrantes indocumentados”.

Las recientes protestas colectivas en Los Ángeles, Nueva York y otras ciudades grandes apuntaban a la dura ley contra los inmigrantes hispanos aprobada hace pocos meses por la cámara de representantes. Pero el objeto real de los reclamos actuales era el senado, donde ha entrado ese proyecto. Las deliberaciones podían reformar un sistema nacional visto como malo por los extranjeros de quieren ingresar en EE.UU., los ciudadanos que reclaman fronteras seguras y las empresas que precisan trabadores para cubrir puestos
desdeñados por los norteamericanos, en especial porque la paga ex exigua.

Los senadores debían determinar si las fallas del sistema debieran enmendarse con leyes penales y políticas más duras, como prescribe el texto salido de la cámara baja. Por supuesto, el senado bien puede incluir programas que den a los empleados acceso al futuro flujo de mano de obra y legalizan la situación de los inmigrantes. Eso recomendaba el lunes George W.Bush

Lo que finalmente haga la cámara alta medirá hasta qué punto la influencia presidencial se mantiene o está debilitándose por una serie de motivos. Ello ante un oficialismo cada día más angustiado a causa del horizonte electoral. Entonces, los debates pondrán en evidencia las fracturas intestinas del partido Republicano en materia social, económica y política.

El texto de los diputados exige al empleado verificar la situación legal de los trabajadores, sujeto a penas de un año o más en prisión, y establece multas de hasta US$ 50.000 por cada ilegal tomado. En suma, convierte en delito federal residir en el país sin papeles y no incluye programas pro trabajo temporario. Por el contrario, Arlen Specter (comité jurídico del senado) desea ampliar ese tipo de programas, autorizando a los inmigrantes a permanecer tres años y luego solicitar otros tres.

Los senadores Edward Kennedy y John McCain han propueso permitir la entrada de 400.000 trabajadores y su estadía hasta seis años, con visas temporarias. Los solicitantes deberán someterse a verificación de prontuario, abonar una tasa de US$ 500 y pasar por un examen médico. Esa propuesta, además, contempla visas por hasta seis años a los trabajadores ilegales, previo pago de una multa (mil dólares).

La inmigración es un tema muy delicado en un país que surgió y prosperó merced a la infusión de sangre nueva. Irónicamente, muchos descendientes de esas olas (entre ellos, cubanos y portorriqueños) no quieren nuevos competidores. A su vez, los empresarios señalan que es difícil convencer a los norteamericanos para cumplir tareas simples que los inmigrantes no rechazan. Sin embargo, con once a doce millones de mano de obra ilegal, casi todos coinciden en que el actual sistema debe ser reformado drásticamente.

Por encima de todo y dejando de lado neorracistas tipo Samuel Huntington, ni siquiera los conservadores coinciden entre sí. Por ejemplo, el instituto Cato señala que “resulta impensable deportar a tantos millones de inmigrantes indocumentados”.

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