Hay otra globalización en el gobierno económico mundial

Un libro de Martin Daunton que muestra una historia de las instituciones y los individuos que manejaron la economía global en el último siglo. En una amplia historia de las instituciones y las personas que han gestionado la economía mundial.

30 mayo, 2023

El historiador económico Martin Daunton analiza, en “El gobierno Económico del Mundo: 1933-2033”, los cambios de equilibrio que se produjeron a lo largo de noventa años entre el nacionalismo económico y la globalización. El libro explica por qué se rompe un orden económico y cómo se construye otro, en una amplia historia de las instituciones y las personas que han gestionado la economía mundial.

En 1933, la Conferencia Monetaria y Económica Mundial que reunió a las naciones del mundo resultó en fracaso. La guerra comercial y monetaria condujo al nacionalismo económico y a un alejamiento de la globalización que culminó en la guerra.

Durante la Segunda Guerra Mundial surgió un nuevo orden económico: el liberalismo inplícito en Bretton Woods, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, y el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio de posguerra.

Estas instituciones y sus normas crearon un equilibrio entre el bienestar nacional y la globalización, complementado por un contrato social entre el trabajo, el capital y el Estado para compartir los beneficios del crecimiento económico.

Pero aquel liberalismo implícito reflejaba los intereses de “Occidente” en la Guerra Fría: en la década de 1970, se enfrentó al colapso, causado por sus debilidades internas y la ruptura del contrato social, y fue desafiado por el Tercer Mundo como una forma de neocolonialismo. Le sucedieron el neoliberalismo, la financiarización y la hiperglobalización. En 2008, el crack financiero mundial puso de manifiesto los defectos del neoliberalismo sin conducir a un cambio fundamental.

Aunque las estadísticas de comercio exterior parecen mostrar el crecimiento sostenido de la integración global , crear el marco institucional de la globalización siempre fue un asunto difícil. Dependía de las frágiles concesiones entre diferentes grupos de interés para satisfacer, por ejemplo, a los productores de algodón y los productores textiles, de decisiones tácticas para separar cuestiones controvertidas, como monedas y comercio y asegurar la máxima discreción para tecnócratas expertos.

Hasta principios del siglo XX, Estados Unidos fue fuertemente proteccionista. Los esfuerzos del partido demócrata por reducir los aranceles, que representaba a los exportadores agrícolas del Sur, se vieron obstaculizados por los republicanos, que hablaban en nombre de la industria del Norte. Incluso en los primeros 12 meses de la presidencia de Franklin D Roosevelt, la dirección de la política estaba indecisa, una indecisión que contribuyó al fracaso de la Conferencia Económica Mundial de Londres en 1933.

No fue hasta que Roosevelt apoyó el proyecto progresista del Segundo New Deal, a mediados de los años treinta, cuando la balanza se inclinó decididamente hacia una postura más internacionalista.

Para crear un nuevo orden económiico Washington necesitaba socios. Londres, todavía al frente de su imperio, se desvivía por participar en el diseño de la economía mundial y tuvo, en John Mainard Keynes,  al visionario para esa tarea. Pero después de la Segunda Guerra Mundial, el Reino Unido estaba demasiado débil para para aplicar realmente la visión de Bretton Woods de plena convertibilidad cambiaria acordada en el verano de 1944.

Hicieron falta miles de millones en préstamos bilaterales de EE.UU., el Plan Marshall de 1947 y la Unión Europea de Pagos de los años 50 antes de que Gran Bretaña y el resto de Europa estuvieran preparados para la convertibilidad de sus monedas en 1958.

Esto marca claramente una nueva fase en la historia de la economía mundial. Pero, en lugar de verlo como una ruptura repentina o sin precedentes, si seguimos la narrativa de Daunton, no es más que la última expresión de una profunda incertidumbre y ambivalencia en la política estadounidense hacia la economía mundial.

La actual cosecha de estrategas geoeconómicos estadounidenses, encabezados por Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional del presidente Joe Biden, insisten en que no se están desacoplando.

El liderazgo económico de Estados Unidos permanecerá intacto. Pero no es la primera vez que Washington cambia las condiciones. En síntesis, Daunton muestra que el proceso de abrirle la puerta a la libre circulación de productos y capitales siempre fue desprolijo, incierto y dependiente de circunstancias domésticas en Estados Unidos, la economía líder del mundo.

Ahora, cuando las principales naciones se enfrentan a las secuelas de Covid-19 y a las amenazas de la inflación, la seguridad alimentaria y el riesgo existencial del cambio climático, Martin Daunton reclama la vuelta a una globalización que beneficie a muchos de los pobres del mundo y a un capitalismo más justo que proporcione bienestar e igualdad en el ámbito nacional.

 

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