jueves, 2 de enero de 2025

Ghadafi, errático y brutal hasta la tumba

spot_img

El “coronel loco” –definición del egipcio Anwar as-Sadat- cayó este jueves, tras gobernar Libia 42 años. Lo derribaron fuerzas irregulares. Sus escasos amigos en el mundo sostienen que, en realidad, su fin fue obra de la OTAN y sus aviones.

<p>Muammar al Ghadafi (69 a&ntilde;os) fue un dictador irritante pero astuto, caprichoso pero obsesivo, al punto de parecer una estrella pop. Inclusive, su modo de vestir mezclaba hopalandas medievales y ornamentos que recordaban un cantante de rock envejecido. Nada de eso le imped&iacute;a frustrar, a veces por medios violentos a probables rivales internos, desatar sangrientas purgas e imponer la lectura p&uacute;blica de su espantoso &ldquo;libro verde&rdquo;.<br />
<br />
En el plano internacional, siempre busc&oacute; combinar su inmensa riqueza petrolera &ndash;los crudos libios son de alta calidad- con megaloman&iacute;a galopante y su desprecio por los derechos civiles. Al transcurrir los a&ntilde;os, fue adoptando una ristra de t&iacute;tulos tan desopilantes como hermano l&iacute;der, gu&iacute;a hacia la era de las masas, rey de reyes africano (un concepto nada isl&aacute;mico) o su favorito, l&iacute;der de la revoluci&oacute;n.<br />
<br />
Otras etiquetas eran mucho menos enaltecedoras y mucho m&aacute;s denigrantes. Por ejemplo, el presidente Ronald Reagan le dec&iacute;a &ldquo;perro rabioso de Levante&rdquo;, en tanto la definici&oacute;n de as-Sadat lleg&oacute; a popularizarse en amplias &aacute;reas de Europa occidental. Al contrario, su liderazgo carism&aacute;tico era exaltado por Robert Mugabe (Zimbabwe), Ahmed Buteflika (Argelia) y otros dictadores y &eacute;mulos del libio.<br />
<br />
Empecinado al extremo, en los &uacute;ltimos meses se negaba a admitir un hecho claro para el resto del mundo: el pa&iacute;s que manejaba como feudo personal se le hab&iacute;a vuelto en contra. &ldquo;Todo el pueblo me ama&rdquo;, repet&iacute;a hasta el cansancio (ajeno) ante los escasos interlocutores que recib&iacute;a.</p>
<p>Por lo visto, mantuvo esa actitud hasta el triste desenlace. En uno de los mensajes emitido ya como pr&oacute;fugo, luego de caer Tr&iacute;poli y sin acceso a medios locales, sostuvo v&iacute;a la televisi&oacute;n siria -nada menos- que su derrota resultaba de &ldquo;una conspiraci&oacute;n occidental. Pero ahora vamos a revertirla gracias a las verdaderas masas libias. Pelearemos por nuestros libertadores y, si es preciso, perecemos&rdquo;.</p>
<p>El coronel Ghadafi ten&iacute;a apenas veintisiete a&ntilde;os cuando &ndash;con apoyo egipcio y sudan&eacute;s- depuso en un golpe incruento al rey senus&iacute; Idr&iacute;s en 1969. Pronto, se declar&oacute; &ldquo;fil&oacute;sofo n&oacute;made del desierto. Esta geograf&iacute;a no ha variado mucho: Libia alberga apenas 6.500.000 habitantes en 1.800.000 km2 y sus &uacute;nicos recursos son los hidrocarburos.</p>
<p><br />
&nbsp;</p>

<p>El pensador recibía altos dignatarios firmando acuerdos en una tienda blanca que, más adelante, pasearía por medio planeta. Claro, en Nueva York tuvo problemas. Luego de varias discusiones, en 2009 alquiló una mansión con prado en Westchester y la cubrió de tapices bordados a mano con escenas de su vida.</p>
<p>Ya mutado en ra’is (caudillo), el coronel –nunca hubo grados superiores en su ejército- anunció que su sistema político de revolución permanente terminaría con la antinomia capitalismo-socialismo. Nunca interfirió mucho con el negocio petrolero, pero apostaba a difundir su esquema financiando y armando una cornucopia de organizaciones tan violentas como el ejército republicano irlandés (IRA en inglés), guerrillas en media África o ETA (Euzkadi ta azkatasuna). Por una ironía de la historia, los vascos decidieron dejar las armas justo cuanto caía Ghadafi en Sirte.</p>
<p>El caudillo se convirtió en paria internacional al quedar su régimen ligado con atentados terroristas. En particular, la bomba de 1988 en un avión comercial de Pan American sobre Lockerbie, Escocia, donde murieron 270 personas. Pero el miedo no es zonzo: tras la segunda invasión de Irak, encabezada por Estados Unidos, el caudillo decidió abandonar esfuerzos para adquirir armas no convencionales y suspender un incierto programa nuclear.</p>
<p>Por cierto, mejoró relaciones con un Occidente desmemoriado. Puertas adentro, manejaba Libia apoyándose en un círculo casi totalmente familiar, sin gente ni instituciones que pudieran limitarlo. Así llegó a su fin la pomposa, cruel dyamahiriya. Es decir la república popular, cuya “constitución” eran los tres tomos del libro verde.</p>
<p> </p>

Compartir:

spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

Noticias

CONTENIDO RELACIONADO