<p>En realidad, Francia arriesga perder el grado AAA y pasar a la clase de economías AA+, o sea con dificultades de repago y amortización. Pese al creciente desprestigio de calificadoras como Standard & Poor’s, Moody’s Investors Service y Fitch Ratings, semejante medida puede disminuir la capacidad francesa de nuevo endeudamiento.<br />
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Por una parte, los fondos frescos le demandarán intereses superiores a los presentes, máxime con el Banco Central Europeo elevando el “call money“ que ofrecía a 1-2% anual. Por la otra, debe tenerse en cuenta que los grandes bancos (Crédit Agricole, Société Générale, Banque Nationale de Paris/Banque de Paris et des Pays-bas) tienen acciones en poder de un estado con tan elevada deuda externa.<br />
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Días atrás, tocó el turno a Fitch de sonar la alarma. No sólo en Francia –cuyo gobierno, con razón, tacha de poco serias a las tres agencias-, sino también en el resto de la Eurozona, seducida por la peligrosa inflexibilidad de Alemania. Según la calificadora, el rojo externo de París se incrementó en € 58.200 millones en apenas un trimestre y alcanzó aquellos 1,45 billones.<br />
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La segunda cifra proviene del Eurostat, el Indec de la Unión Europea. Naturalmente, el monto desborda con comodidad el tope de 10% permitido por el pacto de Maastricht (1996), todo un anacronismo que marcha camino del olvido. Particularmente, luego de noventa ensayos de solvencia tan poco convincentes o mercados que inflan cierres para prolongar miniburbujas.</p>
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Francia y Sarkozy no pueden criticar deudas de casi nadie
Hasta hace poco, Angela Merkel y José Luis Rodríguez Zapatero fueron piadosos con Nicolas Sarkozy y no le recordaron que padece una deuda pública sin precedentes. A fin del primer semestre, sumaba 1,45 billones, algo más de 80% del producto bruto interno.