Finalmente, la Eurozona reforma el pacto de estabilidad fiscal

Con oposición de los banqueros centrales, los ministros de Economía o Hacienda de la Eurozona elevaron de 3 a 3,5% el máximo “legal” tolerado al déficit fiscal en términos de cada producto bruto interno.

24 marzo, 2005

Fiel a los hábitos florentinos subsistentes en Europa occidental, un pacto subscripto en 1996 ha sido modificado mediante un “acuerdo informal”. Eso significa que los doce adherentes a la moneda común, presionados por Alemania –la mayor economía del área-, Francia e Italia, han descartado las serias objeciones del Banco Central Europeo y los emisores nacionales. O sea, los de esos tres países más Irlanda, Portugal, España, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Austria, Dinamarca y Finlandia.

A partir de ahora, pues, el techo de tolerancia pasa de 3 a 3,5% del PBI. Pero, de hecho, para Alemania y Francia, flexibilización llega al ejercicio 2004 y, en el de Italia, al de 2003, pues la Comisión Europea aun no han aprobados los respectivos balances.

Pero, como señalaban funcionarios del BCE, el Banco de Inglaterra –nunca adhirió al euro- y sus colegas del Benelux, “esta reforma a la fuerza plantea severos obstáculos a la ampliación de la Unión Europea. Primero, porque no está claro si el euro será adoptado por los diez nuevos socios. Segundo, porque la ortodoxia fiscal que predica el BCE no parece compatible con varias economías relativamente poco desarrolladas”.

En el plano político, ambos factores pueden trabar la constitución europea. Nàximo si Gran Bretaña sigue fuera del euro y mantiene sus reticencias al ambicioso proyecto paneuropeo que pretenden Paría y Berlín. Como recuerdan técnicos de la OCDE, además, “La Eurozona reúne doce entre veinticinco socios, en tanto economías tan sólidas o bien manejadas como Noruega, Islandia y Suiza ni siquiera están en la UE”.

Fiel a los hábitos florentinos subsistentes en Europa occidental, un pacto subscripto en 1996 ha sido modificado mediante un “acuerdo informal”. Eso significa que los doce adherentes a la moneda común, presionados por Alemania –la mayor economía del área-, Francia e Italia, han descartado las serias objeciones del Banco Central Europeo y los emisores nacionales. O sea, los de esos tres países más Irlanda, Portugal, España, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Austria, Dinamarca y Finlandia.

A partir de ahora, pues, el techo de tolerancia pasa de 3 a 3,5% del PBI. Pero, de hecho, para Alemania y Francia, flexibilización llega al ejercicio 2004 y, en el de Italia, al de 2003, pues la Comisión Europea aun no han aprobados los respectivos balances.

Pero, como señalaban funcionarios del BCE, el Banco de Inglaterra –nunca adhirió al euro- y sus colegas del Benelux, “esta reforma a la fuerza plantea severos obstáculos a la ampliación de la Unión Europea. Primero, porque no está claro si el euro será adoptado por los diez nuevos socios. Segundo, porque la ortodoxia fiscal que predica el BCE no parece compatible con varias economías relativamente poco desarrolladas”.

En el plano político, ambos factores pueden trabar la constitución europea. Nàximo si Gran Bretaña sigue fuera del euro y mantiene sus reticencias al ambicioso proyecto paneuropeo que pretenden Paría y Berlín. Como recuerdan técnicos de la OCDE, además, “La Eurozona reúne doce entre veinticinco socios, en tanto economías tan sólidas o bien manejadas como Noruega, Islandia y Suiza ni siquiera están en la UE”.

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