Estados Unidos, inquieto por la suerte de Okinawa

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Washington teme por las cuatro bases en la isla de Okinawa. Ocupada en 1945, tras la rendición japonesa, la caída del oficialismo puede forzar un replanteo. Irónicamente, el liberal Yukio Hatoyama podría ser más duro que el nacionalista Taro Aso.

<p>Okinawa ha sido la vieja clave en las relaciones niponas y norteamericanas. Ya en 1853, quince a&ntilde;os antes de la reforma Meiji, el comodoro Mathew Perry forz&oacute; desde esa isla &ndash;cuyos nativos siguen sin considerarse japoneses- la apertura de los puertos en Honshuo, la mayor del archipi&eacute;lago. Hoy, en Yokosuka, Okinawa, se aposenta la VII flota estadounidense.<br />
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Tambi&eacute;n conservan bases los infantes de marina, la aviaci&oacute;n e, inexplicablemente, el ej&eacute;rcito. En total, 47.000 efectivos y dependientes civiles en noventa edificios. El grupo m&aacute;s nutrido lo componen los 17.000 integrantes del III cuerpo de &ldquo;marines&rdquo;.<br />
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Por cierto, Okinawa en s&iacute; fue restituida en 1972, pero dos tercios de la superficie contin&uacute;an en manos norteamericanas. En la reciente campa&ntilde;a electoral, la cuesti&oacute;n fue mencionada mucho m&aacute;s por el partido Dem&oacute;crata (entonces opositor) que por el Demoliberal (en realidad, conservador). No obstante, ninguna de ambas plataformas hac&iacute;a referencia al asunto.<br />
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Ya triunfante, Hatoyama -309 bancas contra 115 del ex oficialismo- se&ntilde;al&oacute; que la base &aacute;rea de Futenuma (Naha, sur de Okinawa) &ldquo;debe adelantar la mudanza&rdquo; convenida para completarse en 2014. Lo mismo sostiene Ichiro Ozawa, hombre fuerte del PDL.<br />
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En el fondo, para Washington hay un problema estrat&eacute;gico de mayor alcance, como parte del archipi&eacute;lago hom&oacute;nimo y la cadena Ryukyu. El primero va de Kiusu (isla meridional de Jap&oacute;n mismo) a Formosa, Taiw&aacute;n en chino. En su apogeo (1895-1942) el imperio ocupaba todo eso, Manchukuo y el tercio nororiental de China.<br />
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Pero, tras la Segunda guerra mundial, el Pacifico norte y central se convirti&oacute; en un lago estadounidense. Actualmente, esta posici&oacute;n es objetada por China, Vietnam y Rusia (en su caso, desde la guerra de Corea). Tal combinaci&oacute;n de factores torna espinosa la tarea del flamante embajador de Washington en Tokio, John Roos.</p>
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