Es el déficit fiscal la real conspiración cambiaria

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El exceso de emisión monetaria para financiar el creciente déficit fiscal provoca inflación: genera estancamiento económico y del empleo, deterioro social y hace subir el dólar, recuerda Idesa al descartar conspiraciones.  

El dólar paralelo superó la barrera de los $15 y continúa su escalada alcista. En lo que va del año acumula un incremento de 50%, ampliando la brecha a 75% con respecto al tipo de cambio oficial.

 

El fenómeno genera justificadas preocupaciones, por eso resulta muy importante contar con un diagnóstico correcto sobre cuáles son sus factores causales para delinear las estrategias correctivas, advierte el Instituto de Desarrollo Económico en su reporte Número 566.

 

Las autoridades señalan que la escalada del dólar tiene origen político. En esta visión, la inestabilidad cambiaria es motorizada por un complejo entramado de acciones conspirativas liderada por los fondos “buitres” y la complicidad de políticos de la oposición, sindicalistas, empresas y periodistas, ensaya Idesa, bajo la orientación del economista Jorge Colina.

 

Una explicación diferente surge de aplicar el análisis económico. En este sentido resulta muy relevante observar que desde 2010 las reservas internacionales vienen cayendo a un ritmo de -13% por año (pasando de US$ 52 mil millones a US$ 28 mil millones), el dólar creció a un ritmo de 40% por año (paso de $4 a $15) y la base monetaria –o sea, la emisión de dinero– creció a un ritmo de 29% por año.

 

Para tomar un punto de comparación de esta dinámica se puede tomar la experiencia de los países vecinos que no sufren inestabilidad cambiaria. Según datos de los bancos centrales de cada país se observa que entre 2010 y 2014:

  • En Brasil, la emisión de dinero y las reservas crecieron a 10% anual.
  • En Chile, la emisión monetaria creció a 12% y las reservas a 17% anual.
  • En Uruguay, la emisión monetaria creció a 15% y las reservas a 24% anual.

 

Estos datos muestran que en los países vecinos el crecimiento de la base monetaria fue mucho más moderado que en la Argentina y en todos los casos estuvo acompañado por importantes aumentos de las reservas internacionales.

 

Asociado a ello, aparece la estabilidad cambiaria. Entre los años 2010 y 2014, la devaluación en Brasil fue de 8% anual y en Chile y Uruguay de 4% anual. En estos países, el Banco Central no está sometido a las presiones de un elevado déficit fiscal por eso utiliza la política monetaria para estimular la producción, controlar la inflación y proveer estabilidad al tipo de cambio.

 

En la Argentina, por el contrario,el Banco Central opera en función de las necesidades de emisión monetaria que impone el muy elevado déficit fiscal.

 

La presión alcista sobre el dólar proviene del simple hecho de que la abundancia de pesos y la alta inflación alimentan la demanda de dólares por parte de la población.

 

Cuando se modificó la carta orgánica del Banco Central, abriendo la posibilidad de financiar déficit fiscal con emisión monetaria, se argumentó que esto permitiría motorizar el crecimiento económico, el empleo y la inclusión.

 

Las evidencias demuestran lo contrario ya que el Banco Central se ha convertido en un mero financiador del Tesoro Nacional desvirtuando las funciones que en un país bien organizado tiene esta institución.

 

Las consecuencias son alta inflación, inestabilidad cambiaria y deterioro de la producción, el empleo y la situación social.

 

Según datos de la Secretaría de Hacienda, en los primeros siete meses del año el gasto público nacional creció a una tasa del 46% interanual.

 

Agotadas las posibilidades de seguir aumentando impuestos y sin acceso al crédito, esta dinámica en el gasto público impone una masiva emisión de moneda. Ante estas evidencias que denotan el enorme desequilibrio macroeconómico, no hay espacio para elucubraciones.

 

Es muy visible que el principal factor generador de la escalada del dólar no son las conspiraciones, sino el déficit fiscal.

 

El conflicto con los fondos “buitres” es un tema menor frente a la enorme degradación al que ha sido sometido el sector público.

 

Por eso, el tema más prioritario y complejo no es restablecer el acceso a los mercados financieros internacionales sino repensar la organización del Estado.

 

De ser una fuente de empleo espurio, corrupción, ineficiencias y burocracia, debe pasar a ser un factor promotor del desarrollo social a partir del replanteo de sus prioridades y la profesionalización de su planta de personal.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

    

 

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