En la Reserva Federal Cristina almorzó con el veterano Kissinger

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En EEUU Cristina eludió temas controvertidos y preguntas incómodas. Compartió un almuerzo en la Reserva Federal con el ex Secretario de Estado Henry Kissinger, quien le pidió que explicara la relación del gobierno argentino con Hugo Chávez.

El almuerzo ofrecido a la candidata en la Reserva Federal de Nueva York reunió a su titular, Timothy Geithner; al banquero Bill Rhodes; a la titular del Consejo de las Américas, Susan Segal y al ex canciller estadounidense Henry Kissinger. Fernandez de Kirchner estuvo acompañada por el jefe de gabinete, Alberto Fernández; el secretario de Legal y Técnica de la Presidencia, Carlos Zannini; el titular del Banco Central, Martín Redrado; y la titular de la Agencia Nacional de Inversiones, Beatriz Nofal.

A una pregunta directa de Kssinger sobre las relaciones con Venezuela, la senadora evitó dar una respuesta concreta limitándose a decir que hay que prestar la misma atención a la gestualidad de Hugo Chávez que a la del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ya que ambos mandatarios, juntos, potencian una relación complicada. A lo cual añadió que América latina debe ser vista como un todo integrado, algo que no se puede conseguir sin Venezuela y Bolivia.

El paso por Estados Unidos de “La Hillary latina” (así la llamó la revista Time, en alusión a sus similitudes con la candidata presidencial demócrata y ex primera dama Hillary Clinton) dejó algunas certezas y elogios pero también algunas dudas y críticas en la dirigencia y hombres de negocio estadounidense. Wall Street esperaba que Cristina Fernández de Kirchner mostrara, al menos, algunas de sus cartas. Es decir, que explicitara las líneas centrales del que sería su programa económico en caso de asumir la presidencia en diciembre.

Los temas ausentes

En la reunión que mantuvo la candidata presidencial, el miércoles, ante el Consejo de las Américas (una sociedad de negocios fundada en la década del ’60 por David Rockefeller), en el hotel Walsdorf Astoria de Nueva York, algunos temas no se abordaron.
Luego de su disertación, cuando comenzaron las preguntas, muchos papelitos que llevaban interrogantes de los asistentes no llegaron a manos de la primera dama. Las inquietudes de los hombres de negocio, que se quedaron varadas en el camino, estaban relacionadas con los temas controvertidos que la candidata presidencial no desea enfrentar a pocos días de las elecciones: inflación e Indec; Club de París y bonos en default; crisis energética y tarifas; y, por supuesto, Chávez.

Cristina Fernández logró eludir, entonces, las incómodas preguntas. Sólo hizo menciones vagas, que suelen sonar a canto de sirena en los ambientes privados: la senadora, una vez más, confió a sus interlocutores que “ganar dinero no es pecado”; aunque aclaró “que esa rentabilidad tiene que llegar al conjunto de la sociedad”.
También mencionó las palabras claves: “certeza, previsión y estabilidad”. Pero no pareció conformar a quienes no confunden cortesía y contenido. Retomó, además, su propuesta de pacto social entre Estado, empresarios y trabajadores, en vistas de sostener el crecimiento y contener la inflación en un probable futuro mandato suyo.

Una estrategia: alejar a la primera dama del conflicto interno

La visita de Cristina a Nueva York, acompañando a su esposo que asistió a la 62ª Asamblea General de las Naciones Unidas, es continuación de la estrategia planteada desde Casa Rosada de darle vuelo internacional a la primera dama. Este año, Cristina se entrevistó con dirigentes, empresarios y funcionarios de Francia, España, Alemania, Estados Unidos, Venezuela, Ecuador, México y Suiza. Pero el otro objetivo de sus recurrentes viajes es alejarla de los conflictos que aquejan al país y que pueden dañar la imagen positiva que mantiene ante buena parte del electorado local.

En esta oportunidad, en la ciudad de las caídas Torres Gemelas, la senadora y candidata presidencial brindó, el lunes, una conferencia en la Universidad de Nueva York junto al juez de la Audiencia Nacional española, Baltasar Garzón; mientras que el martes se reunió con científicos argentinos residentes en Estados Unidos y con el titular de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza. El miércoles habló ante empresarios y funcionarios norteamericanos en el Consejo de las Américas y luego visitó, junto a su marido, al ex presidente demócrata Bill Clinton. El jueves se entrevistó, también en compañía de Kirchner, con el representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Moreno; con la vicepresidenta del Banco Mundial, Pamela Cox; y con la directora de la Organización Panamericana de Salud, Mirta Roses; y el viernes, antes de visitar la Reserva Federal de Nueva York, se entrevistó con la canciller israelí Zipi Livni. Todas las reuniones bilaterales sólo dejaron elogios y buenos tratos.

El almuerzo ofrecido a la candidata en la Reserva Federal de Nueva York reunió a su titular, Timothy Geithner; al banquero Bill Rhodes; a la titular del Consejo de las Américas, Susan Segal y al ex canciller estadounidense Henry Kissinger. Fernandez de Kirchner estuvo acompañada por el jefe de gabinete, Alberto Fernández; el secretario de Legal y Técnica de la Presidencia, Carlos Zannini; el titular del Banco Central, Martín Redrado; y la titular de la Agencia Nacional de Inversiones, Beatriz Nofal.

A una pregunta directa de Kssinger sobre las relaciones con Venezuela, la senadora evitó dar una respuesta concreta limitándose a decir que hay que prestar la misma atención a la gestualidad de Hugo Chávez que a la del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ya que ambos mandatarios, juntos, potencian una relación complicada. A lo cual añadió que América latina debe ser vista como un todo integrado, algo que no se puede conseguir sin Venezuela y Bolivia.

El paso por Estados Unidos de “La Hillary latina” (así la llamó la revista Time, en alusión a sus similitudes con la candidata presidencial demócrata y ex primera dama Hillary Clinton) dejó algunas certezas y elogios pero también algunas dudas y críticas en la dirigencia y hombres de negocio estadounidense. Wall Street esperaba que Cristina Fernández de Kirchner mostrara, al menos, algunas de sus cartas. Es decir, que explicitara las líneas centrales del que sería su programa económico en caso de asumir la presidencia en diciembre.

Los temas ausentes

En la reunión que mantuvo la candidata presidencial, el miércoles, ante el Consejo de las Américas (una sociedad de negocios fundada en la década del ’60 por David Rockefeller), en el hotel Walsdorf Astoria de Nueva York, algunos temas no se abordaron.
Luego de su disertación, cuando comenzaron las preguntas, muchos papelitos que llevaban interrogantes de los asistentes no llegaron a manos de la primera dama. Las inquietudes de los hombres de negocio, que se quedaron varadas en el camino, estaban relacionadas con los temas controvertidos que la candidata presidencial no desea enfrentar a pocos días de las elecciones: inflación e Indec; Club de París y bonos en default; crisis energética y tarifas; y, por supuesto, Chávez.

Cristina Fernández logró eludir, entonces, las incómodas preguntas. Sólo hizo menciones vagas, que suelen sonar a canto de sirena en los ambientes privados: la senadora, una vez más, confió a sus interlocutores que “ganar dinero no es pecado”; aunque aclaró “que esa rentabilidad tiene que llegar al conjunto de la sociedad”.
También mencionó las palabras claves: “certeza, previsión y estabilidad”. Pero no pareció conformar a quienes no confunden cortesía y contenido. Retomó, además, su propuesta de pacto social entre Estado, empresarios y trabajadores, en vistas de sostener el crecimiento y contener la inflación en un probable futuro mandato suyo.

Una estrategia: alejar a la primera dama del conflicto interno

La visita de Cristina a Nueva York, acompañando a su esposo que asistió a la 62ª Asamblea General de las Naciones Unidas, es continuación de la estrategia planteada desde Casa Rosada de darle vuelo internacional a la primera dama. Este año, Cristina se entrevistó con dirigentes, empresarios y funcionarios de Francia, España, Alemania, Estados Unidos, Venezuela, Ecuador, México y Suiza. Pero el otro objetivo de sus recurrentes viajes es alejarla de los conflictos que aquejan al país y que pueden dañar la imagen positiva que mantiene ante buena parte del electorado local.

En esta oportunidad, en la ciudad de las caídas Torres Gemelas, la senadora y candidata presidencial brindó, el lunes, una conferencia en la Universidad de Nueva York junto al juez de la Audiencia Nacional española, Baltasar Garzón; mientras que el martes se reunió con científicos argentinos residentes en Estados Unidos y con el titular de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza. El miércoles habló ante empresarios y funcionarios norteamericanos en el Consejo de las Américas y luego visitó, junto a su marido, al ex presidente demócrata Bill Clinton. El jueves se entrevistó, también en compañía de Kirchner, con el representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Moreno; con la vicepresidenta del Banco Mundial, Pamela Cox; y con la directora de la Organización Panamericana de Salud, Mirta Roses; y el viernes, antes de visitar la Reserva Federal de Nueva York, se entrevistó con la canciller israelí Zipi Livni. Todas las reuniones bilaterales sólo dejaron elogios y buenos tratos.

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