La tasa de desempleo, que se mide mensualmente, está en 4,9 %, históricamente un nivel bajo. Los empleados por primera vez, superaron en 10% a los del año anterior (2014).
Proceso que se da en simultáneo con la irrupción de nuevas tecnologías que permiten reemplazar trabajo humano. Una conradicción difícil de explicar, apunta Daniel Gross, editor de strategy+business.
Reciente literatura apunta a cambios vertiginosos y proporciona pronósticos agoreros sobre la destrucción de empleos. No se trata de cajeros automáticos reemplazando empleados bancarios o software de trascripción eliminando tareas de empleados administrativos.
Hablamos de drones reemplazando a los repartidores de todo tipo de mercaderías, autos y camiones que se manejan solos y no requieren conductores, o de robots que reemplazan a los brókers en la Bolsa. Es decir empleos de alta y baja calidad y remuneración, que terminan siendo reemplazados.
Tal vez el entusiasmo de la literatura no se corresponde todavía con la verdad. La prueba es que los trabajos realizados por humanos parecen seguir en alza. Incluso en Silicon Valley, donde la última tecnología se aplica primero, el desempleo está debajo del 3,9% (menos que el nivel nacional) y en los últimos 12 meses se contrataron 116.00 nuevos empleados en el área.
Hay dos alternativas: o el avance de robots es más lento de lo previsto, o bien no es tan seguro que las computadoras reemplacen tantos trabajos humanos como se suponía.
La inercia es una fuerza poderosa. Hay razones financieras, psicológicas y emocionales por las que las empresas y las personas no descartarán fácilmente la vieja manera de hacer las cosas.
Tal vez, como corresponde a la humana naturaleza, se está exagerando la amenaza del avance tecnológico y de su rapidez.
