El jueves, el FMI pondrá “punto final” a la negociación con Argentina

El FMI aprobará formalmente el acuerdo con la Argentina en una reunión de directorio que mantendrá en Washington el jueves próximo, y pondrá fin así a casi un año de intrincadas negociaciones.

20 enero, 2003

El acuerdo, que regirá hasta el 31 de agosto próximo, incluye
una refinanciación de 6.600 millones de dólares por vencimientos
previstos hasta esa fecha con el Fondo, otros 5.112 millones que
el FMI refinanció durante 2002, y 4.400 millones del Banco
Interamericano de Desarrollo y del Banco Mundial, hasta totalizar
un programa de 16.112 millones.

La Argentina no recibirá dinero, ya que se trata sólo de un
“acuerdo de transición” –tal como lo define el mismo Fondo
Monetario– que permitirá darle oxígeno a los dos primeros meses
de gestión del gobierno que asumirá el 25 de mayo próximo.
La Carta de Intención –base del acuerdo– tiene unas 20
carillas e incluye varios anexos, en los cuales se refleja que
hubo un entendimiento técnico en todos los puntos previstos entre
la Argentina y el organismo crediticio.

El convenio prevé un acuerdo hasta el 31 de agosto próximo
mientras que la reprogramación de vencimientos incluye al primer
semestre del año.
El optimismo que despertó en Argentina el fin de las
negociaciones contrastó con el tradicional pesimismo que el
titular del Fondo, Horst Köhler, reflejó en sus declaraciones
sobre la situación del país.

Sin ir más lejos, el viernes pasado el directivo –de origen
alemán– advirtió que si bien el jueves próximo se va a aprobar la
Carta de Intención, existen “riesgos excepcionales” para el
organismo como consecuencia de la “fragilidad económica” de la
Argentina.

Por eso, el directivo reclamó “un esfuerzo cohesivo por parte
de las autoridades argentinas, las provincias, legisladores y
sociedad civil, para implementar plenamente este programa
transicional”.
Köhler y la vicedirectora del FMI, Anne Krueguer, junto con el
titular del Departamento Occidental Annop Singh, se oponían a la
firma del acuerdo.

Pero el entendimiento finalmente llegó por la presión de los
gobiernos de los países que integran el Grupo de los Siete, sobre
todo los Estados Unidos.
En este marco, el ministro de Economía, Roberto Lavagna,
protagonizó este fin de semana un raid de declaraciones
periodísticas en donde consideró que el acuerdo otorga un “impulso
adicional para el crecimiento” económico.
Además, estimó que las negociaciones con los tenedores privados
de bonos de deuda argentina se verán facilitadas por este acuerdo,
aunque aclaró que ese proceso tendrá, como mínimo, una extensión
de dos años.

El acuerdo, que regirá hasta el 31 de agosto próximo, incluye
una refinanciación de 6.600 millones de dólares por vencimientos
previstos hasta esa fecha con el Fondo, otros 5.112 millones que
el FMI refinanció durante 2002, y 4.400 millones del Banco
Interamericano de Desarrollo y del Banco Mundial, hasta totalizar
un programa de 16.112 millones.

La Argentina no recibirá dinero, ya que se trata sólo de un
“acuerdo de transición” –tal como lo define el mismo Fondo
Monetario– que permitirá darle oxígeno a los dos primeros meses
de gestión del gobierno que asumirá el 25 de mayo próximo.
La Carta de Intención –base del acuerdo– tiene unas 20
carillas e incluye varios anexos, en los cuales se refleja que
hubo un entendimiento técnico en todos los puntos previstos entre
la Argentina y el organismo crediticio.

El convenio prevé un acuerdo hasta el 31 de agosto próximo
mientras que la reprogramación de vencimientos incluye al primer
semestre del año.
El optimismo que despertó en Argentina el fin de las
negociaciones contrastó con el tradicional pesimismo que el
titular del Fondo, Horst Köhler, reflejó en sus declaraciones
sobre la situación del país.

Sin ir más lejos, el viernes pasado el directivo –de origen
alemán– advirtió que si bien el jueves próximo se va a aprobar la
Carta de Intención, existen “riesgos excepcionales” para el
organismo como consecuencia de la “fragilidad económica” de la
Argentina.

Por eso, el directivo reclamó “un esfuerzo cohesivo por parte
de las autoridades argentinas, las provincias, legisladores y
sociedad civil, para implementar plenamente este programa
transicional”.
Köhler y la vicedirectora del FMI, Anne Krueguer, junto con el
titular del Departamento Occidental Annop Singh, se oponían a la
firma del acuerdo.

Pero el entendimiento finalmente llegó por la presión de los
gobiernos de los países que integran el Grupo de los Siete, sobre
todo los Estados Unidos.
En este marco, el ministro de Economía, Roberto Lavagna,
protagonizó este fin de semana un raid de declaraciones
periodísticas en donde consideró que el acuerdo otorga un “impulso
adicional para el crecimiento” económico.
Además, estimó que las negociaciones con los tenedores privados
de bonos de deuda argentina se verán facilitadas por este acuerdo,
aunque aclaró que ese proceso tendrá, como mínimo, una extensión
de dos años.

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