El FMI y lo que se avizora para el cuarto trimestre

La importancia de la aprobación de cada revisión del FMI radica en que la misma habilita el envío de fondos que permiten hacer frente a los vencimientos de deuda con el organismo, que de otra forma no podrían llevarse a cabo.

7 noviembre, 2022

Con las consecuencias negativas que ello tendría para nuestro país.
Una vez aprobada la revisión del segundo trimestre del año y en camino de alcanzar la conformidad en el tercero, ¿qué se avizora para el cuarto trimestre y los siguientes?

A principios de octubre, el Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional concluyó la segunda revisión del acuerdo de 30 meses a favor de Argentina en el marco del Servicio Ampliado del FMI (SAF),
lo cual permitió un desembolso de US$ 3.854 millones.
La importancia de la aprobación de cada revisión del FMI radica en que la misma habilita el envío de fondos que permiten hacer frente a los vencimientos de deuda con el organismo, que de otra forma no podrían llevarse a cabo, con las consecuencias negativas que ello tendría para nuestro país.

Al llevar a cabo la revisión, el Directorio Ejecutivo del FMI evaluó las recientes medidas que consideró fueron “fundamentales para estabilizar los mercados, restablecer la confianza y alcanzar metas cuantitativas claves fijadas para fin de septiembre, incluida el tope mínimo para las reservas internacionales netas, y el tope máximo para el financiamiento monetario del déficit”. Asimismo, el directorio aprobó dispensas con respecto al incumplimiento de los criterios de ejecución continuos
relativos a las restricciones cambiarias y las múltiples prácticas de tipos de cambio.
En la misma verificación, se aprobaron las metas cuantitativas pertinentes del programa a fines de septiembre, incluidas las de reservas internacionales netas y el financiamiento monetario del déficit fiscal. Con lo cual, luego de la difusión de las estadísticas fiscales sobre finales del mes de octubre, también se habría alcanzado la meta de déficit primario. De esta forma, como ya estaban revisados y cumplidos los otros dos criterios de desempeño (emisión monetaria y reservas en el BCRA) hasta el final del tercer trimestre, el organismo debería desembolsar los 4.500 millones de Derechos Especiales de Giro (DEG) –cerca de USD 5.750 millones- a mediados de diciembre, en la continuación del programa.
Pese a que se alcanzaron los objetivos, el contexto no deja de ser desafiante para lo que queda del año; sobre todo en lo que a metas de acumulación de reservas refiere.
Respecto a las otras dos metas cuantitativas relevantes, podrían ser cumplidas -al menos en lo formal- con un mayor grado de probabilidad.
Desde el cambio en la conducción de la cartera económica, hubo un compromiso explícito de no obtener financiamiento del BCRA en los meses restantes del año, hecho que se ha venido cumpliendo.
En adición, también se han despejado vencimientos de deuda hacia el año
próximo, vía un canje voluntario. El costo de ello ha sido el incremento en las tasas que paga el Tesoro por la deuda en pesos, de modo tal de volver atractiva la captación de fondos por ese canal.
Debe mencionarse, sin embargo, que dicha estrategia no está libre de riesgos
ya que las colocaciones vienen siendo de muy corto plazo (mayoritariamente con vencimientos en 2023) y con tasas reales positivas crecientes. Cabe señalar que en el éxito de esta acción radica buena parte de la sustentabilidad del “programa”.
En lo referido a la meta del déficit primario queda un trimestre retador, sobre todo porque el déficit de todo el trimestre debería ser un 1% del PBI para cumplir la meta; cuando la historia marca que el gasto sólo de diciembre se encuentra entorno a ese valor.
Sin embargo, desde julio se observa una desaceleración en el crecimiento del gasto en términos reales que, sumado a la posibilidad de postergar pagos para el año que viene, podría permitir alcanzar la meta anual de un déficit
primario de 2,5% del PIB -al menos en lo formal.
-. Los datos dan cuenta de un gasto primario creciendo en términos reales
positivos un 11,6% en el primer trimestre y un 3,5% en el segundo; para caer un 3,6% en el tercero. Por su parte los ingresos mostraron un crecimiento interanual real de 8,7% en el período enero-marzo, una baja de 2,1% en abril-junio –hecho que se vincula con la recaudación de los recursos por el Impuesto a la riqueza durante el año pasado-, y un alza de 9,4% durante julio/septiembre, fuertemente impactado por el alza de las retenciones que se vieron incrementadas ante la mayor liquidación del complejo sojero frente
a la política de establecer por 25 días un tipo de cambio diferencial bajo el programa de incremento exportador.
Considerando la desaceleración en el nivel de actividad, en buena parte fruto de las restricciones para importar, parece difícil pensar que esta tasa se pueda sostener; siendo necesario en consecuencia un gran esfuerzo sobre el gasto si se pretende alcanzar la meta.
En tercer lugar, y como ya lo mencionáramos, tal vez la meta más desafiante es la de reservas. Durante el mes de septiembre el objetivo fue alcanzado gracias a la política arriba mencionada, que ofreció un tipo de cambio diferencial al complejo sojero.
En el noveno mes del año el BCRA logró comprar divisas (US$4.966 millones) luego de las ventas de julio (US$1.284 millones) y agosto (US$522 millones). Sin embargo, de cara al último trimestre del año
debe considerarse que parte de lo liquidado en septiembre fue adelanto de exportaciones, con lo cual son divisas que no van a llegar en los meses venideros.
A la vez, la sequía está afectando la producción de trigo; producto que se liquida en los últimos meses del año y el verano. De acuerdo con la Bolsa de Cereales de Rosario esta campaña ya habría caído 64%
respecto de la campaña pasada (en la actualidad proyectan 15 millones de toneladas frente a los 23 millones de la campaña anterior).
Como contrapartida, se esperan ingresos por parte de organismos internacionales: el BID adelantó en octubre US$500 millones, y estarían por llegar otros US$700 millones ya comprometidos; también el Banco Mundial tendría pendiente el envío de US$ 950 millones de lo que se encontraba comprometido; los que se suman a los desembolsos del FMI (en octubre ingresaron US$3.854 millones y estarían entrando unos US$5.700 millones en diciembre).
De efectivizarse, ello suma US$11.650 millones versus los aproximadamente US$6.250 millones que Argentina debe pagar al FMI y otros organismos internacionales en lo que resta del año.
Con lo cual, para cumplir con la meta, solo habría dólares para para cubrir el resto de la demanda (pago de servicios, necesidades financieras del sector privado, turismo, etc.) si y solo si, hubiera superávit comercial.

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