Inyección de moneda, ese gran misterio

La Reserva Federal bombeó en la economía US$ 600.000 millones en forma de flexibilización cuantitativa. El banco de Inglaterra, más modesto, inyectó £ 200.000 millones (US$ 320.000 millones). ¿Adónde fue a parar tanta liquidez? Nadie lo sabe bien.

3 diciembre, 2010

<p><strong>Efectos estimulantes<br />
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Alrededor de un año luego de lanzarse la flexibilización cuantitativa en el país, la economía salió del bajón y logró un fuerte ritmo de crecimiento (1,2% en términos de producto bruto interno) en el segundo trimestre de este año. El desempleo y las ejecuciones inmobiliarias eran por demás inferiores a los de recesiones previas y más suaves.   <br />
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Pero los efectos directos de la FCa parecen en realidad poco relevantes. La oferta monetaria amplia (M2) no aumentó, detalle resaltado por King como uno de sus objetivos claves. La moneda mágica del banco de Inglaterra de derramaba por los mercados privados de crédito, aunque los bancos comerciales no la pasasen a las empresas. <br />
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Existe un efecto no controvertido de la FCa. En momentos de emisión récord de deuda pública –máxime en forma de bonos con interés fijo vía cupones-, el interés de esos títulos fue cayendo porque el propio banco central se convertía en un nuevo, gran cliente. El mecanismo por el cual el BdeI tomaba bonos del tesoro se complicaba debido a razones operativas y legales. Por ejemplo, una mañana la oficina para manejo de la deuda (OMD), división del tesoro, vendía miles de millones en bonos especiales. Por la tarde, el BdeI hacía una subasta reversa, recomprando la misma suma de deuda pública.<br />
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Sin embargo, las normas de la Unión Europea no permiten, en teoría, que la OMD y el banco de Inglaterra negocien entre sí. Por tanto, la City ha estado arbitrando entre ambos y haciendo buenas diferencias en esta loca calesita durante más de un año. “Admito que parece extraño” señala Robert Stheeman, jefe de la OMD, pero debemos hacer un distingo: reunimos fondos vendiendo certificados nuevos, mientras el BdeI compra certificados viejos en el mercado secundario”. <br />
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Al final, empero, el banco central tomó más o menos el mismo monto récord de deuda pública emitido durante el año. Hoy controla un cuarto de los certificados británicos pendientes y los atribuye a los efectos positivos de la flexibilización cuantitativa.</p>

<p>Tambi&eacute;n les costar&iacute;a explicarlo a los gestores de la teor&iacute;a cuantitativa, en los siglos XVIII y XIX, David Hume y John Stuart Mill. Los padres del monetarismo quedar&iacute;an muy desorientados ante las medidas de los grandes bancos centrales o el Fondo Monetario Internacional. Mucho m&aacute;s lo estar&iacute;an ante Estados Unidos o Gran Breta&ntilde;a, empe&ntilde;ados en el mayor experimento mundial para crear dinero m&aacute;gico v&iacute;a &ldquo;flexibilizaci&oacute;n cuantitativa&rdquo; (FC), otra forma de emitir.<br />
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La versi&oacute;n brit&aacute;nica del ejercicio &ndash;objeto de este an&aacute;lisis publicado en Londres-&nbsp; data de marzo de 2009 y la norteamericana reci&eacute;n surge en octubre pasado. Naturalmente, Gran Breta&ntilde;a &ndash;hoy una econom&iacute;a de segunda l&iacute;nea- no estaba sola en un ejercicio derivado de la crisis sist&eacute;mica 2006/09. Ya este a&ntilde;o, a la RF se suman el banco del Jap&oacute;n y el Banco Central Europeo. Ahora, sin embargo, las grandes econom&iacute;as occidentales consideran FC2, otro desborde de m&iacute;stica monetaria.<br />
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No obstante, mientras tantos emisores apelan otra vez a sus maquinitas m&aacute;gicas, las experiencias FC1 deparan extra&ntilde;as e imprevistas consecuencias en los planos social, pol&iacute;tico y hasta diplom&aacute;tico que salen a luz.&nbsp; En agosto de 2009, el propio FMI advirti&oacute; que la FC no es una panacea ni una maldici&oacute;n, sino &ldquo;una de tantas medidas para devolver confianza al sistema&rdquo;, coincid&iacute;a Alistair Darling, entonces ministro de hacienda brit&aacute;nico. <br />
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<strong>Escorbuto monetario</strong><br />
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A su criterio y el del Fondo, &ldquo;pol&iacute;tica monetaria es por convenci&oacute;n el mecanismo para elevar o bajar tasas de inter&eacute;s&rdquo;. El banco central tiene un tipo b&aacute;sico de corto plazo al cual presta a los bancos comerciales. Cuando aqu&eacute;l baja, se transfiere al p&uacute;blico v&iacute;a menores costos hipotecarios y, a las empresas, en forma de cr&eacute;dito m&aacute;s barato.<br />
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Otra manera de entender esto consiste en imaginar que Gran Breta&ntilde;a sufre de escorbuto. Un dictador benigno (Mervyn King, gobernador del banco de Inglaterra) sabe que hace falta vitamina C&nbsp; y emplea su monopolio sobre las naranjas para bajar el precio y promover su uso. Eventualmente, las naranjas se regalan, pero el escorbuto persiste.<br />
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Entonces, apela a la magia para crear naranjas de la nada, alquila una flota de camiones y las distribuye en los mercados. Pero tal es la sobreoferta que tambi&eacute;n achata los precios de productos derivados; como jugos, mermeladas y vitamina C en tabletas. King resuelve por fin, el problema del escorbuto.<br />
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En la pr&aacute;ctica, se ha inyectado moneda ofreciendo comprar activos &ndash;primordialmente, deuda p&uacute;blica- a cualquier tenedor, empleando el efectivo inventado por el banco central. Fondos jubilatorios y aseguradoras, en particular, afrontaban retornos en descenso por retener deuda del gobierno mientras ced&iacute;an las tasas. Ello los incentivaba a hacer cosas m&aacute;s riesgosas con su dinero, para estimular que los agentes econ&oacute;micos tomasen e invirtiesen. &Eacute;se es el mecanismo b&aacute;sico de la flexibilizaci&oacute;n cuantitativa.<br />
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<strong>G&eacute;nesis<br />
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La FC fue una iniciativa de los bancos centrales. Tras los colapsos de Bear Stearns y Lehman Brothers, septiembre de 2008, estaba claro &ndash;en el caso brit&aacute;nico- que las tasas b&aacute;sicas, en ese momento a 5% anual, deber&iacute;an recortarse y e ir aproxim&aacute;ndose a cero. Paralelamente, el comercio entre econom&iacute;as centrales se desmoronaba con una intensidad no vista desde los a&ntilde;os 20. Los puertos&nbsp; estaban repletos de barcos sin carga.<br />
El arsenal de instrumentos estimulantes en manos de los emisores ten&iacute;a que ser ampliado. En este sentido, King record&oacute; que Jap&oacute;n &ndash;en una asamblea semestral FMI-Banco Mundial, octubre de 2008, hab&iacute;a formulado duras advertencias para que otros no repitiesen los errores nipones de 1991 en adelante.<br />
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Entonces, el banco de Inglaterra empez&oacute; a planear c&oacute;mo emplear&iacute;a su facultad &uacute;nica de crear dinero para comprar activos. Pero, al menos en el Reino Unido, las estructuras institucionales de la econom&iacute;a no hab&iacute;an sido conformadas a medida de la flexibilizaci&oacute;n cuantitativa. &Eacute;sta requiere una relaci&oacute;n m&aacute;s estrecha entre gobierno y banco central que la prevista cuando se le otorgaron al emisor (1997)&nbsp; facultades para fijar tipos de inter&eacute;s. El BdeI necesitaba que el tesoro le compensase toda p&eacute;rdida emergente de sus compras de activos. Esto disminuir&iacute;a la autonom&iacute;a del emisor. En el plano te&oacute;rico, hasta podr&iacute;a da&ntilde;ar sus credenciales antinflacionarias.<br />
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Pero, en aquel momento, la inflaci&oacute;n era un problema distante, comparada con el colapso sist&eacute;mico y la subsiguiente recesi&oacute;n. El primer ministro de entonces, Gordon Brown, y Darling trabajaron con el BdeI para generar una estructura que preservara la autonom&iacute;a del emisor, aunque permitiendo que la FC siguiese su curso hacia &ldquo;facilidades para compras de activos&rdquo;. <br />
&nbsp;</p>

<p><strong>Espectro africano</strong><br /> <br /> En enero de 2009, mientras esas discusiones tenían lugar,la oposición –luego oficialismo- protestaba en voz baja. La oficina del conservador George Osborne, entonces ministro de hacienda en la sombra, sacó un parte de prensa sosteniendo que “imprimir moneda es el último resorte de los gobiernos desesperados y arriesga perder control de la inflación”.<br /> <br /> Más truculento, Vincent Cable, vocero demoliberal de la futura coalición para asuntos financieros, invocaba “el espectro de Zimbabwe y su megainflación endémica. En efecto, la flexibilización cuantititava puede llevar al país por el camino de Harare”. <br /> <br /> Más tarde, empero, la actitud del nuevo primer ministro, David Cameron, fue más medida, en buena parte porque había aprovechado la campaña electoral para empaparse de economía monetaria. En esencia, vía bitácoras (blogs) del experto holandés Willem Buiter que le subrayaban las diferencias entre flexibilización cuantitativa (volumen neto de compras acesible a los bancos centrales) y flexibilización cualitativa, o sea intentos de reducir tasas en segmentos tan especificos como deuda hipotecaria o crédito a empresarios. En la jerga econométrics, FCa y FCb. <br /> <br /> Al fin y al cabo, ambas formas de FC presuponen políticas marcadss por el banco central, pero muy implicadas con el gobierno. El tesoro da por hecho que  la estructura generada se usará, como en Estados Unidos, para comprar una extensa gama de deuda comercial, pública e hipotecaria. Pero, en todos lo casos, la decisión será resorte del emisor. Nada de eso conduce a modelos tan locos como el de Zimbabwe. <br /> <br /> El 5 de marzo de 2009 la flexibilización cuantitativa (FCa) arribó al Reino Unido junto con un recorte de tasas básicas a 0,5% anual. King, el intocable, anunció compras de activos por £ 75.000 millones (US$ 112.500 millones) y fue autorizado por hacienda a repetir el mondo, de ser preciso. Un año después, esos £ 150.000 millones se habían usado, más otros 50.000 millones, lo cual totalizaba aquellos £ 200.000 (US$ 320.000 millones) citados al comienzo.  <br /> <br /> <strong>Interrogantes y evaluaciones</strong><br /> <br /> A diferencia de sus contrapartes, la RF y el BCE, el gobernador del BdeI se mantenía al margen de los medios, aun en lo peor de la crisis sistémica 2006/09. Su mensaje implícito era el mismo: mantener la calma y seguir operando con normalidad en tanto se prueba el nuevo instrumento que, eventualmente, podría dar resultado.<br />  <br /> Los máximos funcionarios del banco hacían lo imposible para explicar la nueva política . Uno llegó a admitir que no existían límites teóricos para llevar a cabo el esquema, pero se despachó con una perogrullada: el recurso se agotaría si el BdeI tomase todos los  activos británicos disponibles (algo probable en una economía de segundo orden.<br /> <br /> La entidad eludía preguntas sobre si todo era una forma de financiar el déficit vía una ventanilla trasera, no elevando tasas o recortando gastos, sino imprimiendo moneda sin respaldo. Con el riesgo obvio de promover inflación. <br /> <br /> King trataba de asegurar que esas acciones eran “procedimientos normales en banco central”. Pero varios analistas señalaban que el gobernador no sabía si el mecanismo funcionaría con éxito y su calma era engañosa.<br /> <br /> Durante 2010, la FCa fue llevada, en Gran Bretaña, más allá y más aceleradamente, en Gran Bretaña, de lo intentado hasta entonces en relación con el tamaño de la economía. Por ende, la nueva pregunta era por £ 200.000 millones: ¿funciona la flexibilización cuantitativa”. Evaluar la FCa es casi como adivinar su efecto en los mercados de crédito: son evidentes, pero ¿se debe íntegramente  a la FCa? ¿y qué sucede con la estimulación económica en general?<strong><br /></strong></p>

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