El espionaje salvó a Wall Street y al metro

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Barack Obama calificó de legales y transparentes los programas de espionaje de la NSA, mientras la agencia y el FBI develaron en el Congreso amenazas terroristas concretas desmanteladas por las prácticas secretas del Gobierno.

La acción fue simultánea. Antes de partir hacia Belfast para participar en la cumbre del G8, Barack Obama dejó una entrevista grabada al reputado periodista de la cadena de televisión pública PBS Charlie Rose, en la que defendió la legalidad y transparencia de los programas de espionaje filtradas por el prófugo Edward Snowden.
Y apenas horas después, en una visita al comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes del director de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), el general Keith Alexander, y del director adjunto del FBI, Sean Joyce, fue revelado que esos programas secretos develados por la prensa la semana pasada ayudaron a prevenir más de medio centenar de atentados terroristas en 20 países desde 2001.
Por primera vez se informaron  detalles de dos ataques terroristas contra la Bolsa y el metro de Nueva York que consiguieron evitarse gracias a las prácticas de espionaje denunciadas y han insistido en el estricto control de las mismas y en su legalidad.
Barack Obama explicó en la entrevista televisiva que la autorización es secreta, razón por la cual existe el tribunal conocido como FISA, que es una corte secreta -de la que no se conoce su emplazamiento y cuyas sesiones son a puerta cerrada, asistiendo solo abogados del Gobierno-, nacida de la Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera y la responsable de haber autorizado los programas secretos de espionaje de los registros telefónicos de estadounidenses y el rastreo de la pista del uso de servidores de internet por parte de extranjeros con posibles vínculos terroristas y sacados a la luz por el analista de la CIA Edward Snowden.
Joyce precisó a los congresistas cómo la NSA logró abortar el atentado contra Wall Street  gracias al control de las llamadas efectuadas por un extremista en Yemen que estaba en contacto telefónico con un agente operativo en EE.UU. Los miembros de la NSA pudieron detectar la gestación de un plan terrorista para atacar la Bolsa de Nueva York. 
En el caso de la amenaza al metro de la misma localidad, la NSA interceptó un correo electrónico remitido por un terrorista desde Pakistán en 2009, cuando estaba conversando con alguien en EE.UU. acerca de cómo mejorar la fabricación de explosivos. 
Ese terrorista, ha dicho Joyce, era Najibullah Zazi, quien años más tarde confesaría haber tratado de atentar contra el metro neoyorquino.
La Administración jamás se había referido antes a estos dos intentos de atentado terrorista en público. 
En la audiencia de este martes -inusual también por no haberse desarrollado en secreto, tratándose de asuntos de enorme trascendencia para la seguridad nacional, tal y como ha indicado el presidente del comité, el republicano Mike Rogers, al comienzo de la sesión-, Joyce y Alexander han confirmado que gracias a los programas de espionaje se identificó a un ciudadano estadounidense de Chicago vinculado con los ataques a varios hoteles en India en 2008 y con una amenaza de bomba contra la sede del periódico danés que publicó unas caricaturas del profeta Muhammad. 
Alexander aseguró que ofrecería más detalles sobre estas conspiraciones terroristas el miércoles en otra sesión a puerta cerrada en el Congreso. 
Hay alrededor de 1.000 administradores de sistemas como Snowden contratados por la NSA, según su director.
Ambos funcionarios subrayaron que existe un férreo control para garantizar que no se produzcan intromisiones en la privacidad de los ciudadanos estadounidenses sin una orden judicial y que, cuando eso ocurre deben eliminarlas del sistema. 
Confirmaron, además, que sólo ciertas personas tenían acceso a la información recopilada. 
Los miembros de la Administración que han testificado este martes se encontraron ante una audiencia comprensiva con sus explicaciones y que no cuestionó si esos mismos atentados se podrían haber evitado con otras prácticas. 
La confianza de los estadounidenses en los mecanismos con los que el Gobierno protege a este país se ha visto dañada por inexactitudes, medias verdades y profundas mentiras sobre los programas de inteligencia, se ha lamentado Rogers en referencia a las informaciones sobre las prácticas de espionaje del Gobierno que Snowden cedió a The Guardian y The Washington Post. 
El mismo lunes que Obama alegara a favor de los programas secretos, en una charla digital con los lectores de The Guardian, Snowden criticaba a los miembros del Congreso y de la Administración por exagerar los éxitos obtenidos por las prácticas de espionaje que él develó y se mostró convencido de que a Zazi se le podría haber detenido sin controlar sus correos electrónicos y sus llamadas telefónicas.
Alexander, sin embargo, enfatizó durante su intervención “el impacto irreversible y a largo plazo” que las revelaciones de Snowden han causado a la seguridad de EE.UU. y sus aliados. 

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