Dimitió Card, jefe de gabinete de George W.Bush
El presidente informó haber aceptado la renuncia de Andrew Card al frente del equipo ejecutivo. Es la primera figura del entorno que se va en este segundo mandado. Pero queda el jefe real: Karl Rove.
Card ha sido reemplazado por Joshua Bolten, hasta entonces pálido director de presupuesto. Algunos analistas políticos se ilusionan con la posibilidad de más cambios, en particular el del Rove, predicador fundamentalista salpicado por el “Plamegate”, que acabó con el jefe del gabinete vicepresidencial.
Como asesor presidencial, Bolten abogaba permantemente por nuevas rebajas tributarias a grandes empresas y los nueve millones de millonarios que existen en Estados Unidos. También apoyaba ulteriores reducciones de gastos sociales, en favor de elevar partidas de guerra y seguridad.
Durante la gestión de este ultraconservador, el gobierno federal registró los tres máximos déficit presupuestarios nominales de la historia. A la cabeza, los US$ 413.000 millones del ejercicio 2004. Aunque Bush sostuvo que Card había dimitido por cuenta propia, en la Casa Blanca se sabe que fue a pedido del presidente. Al parecer, éste pretendía nombrar a Rove, pero su deterioro, el de la imagen presidencial y el año electoral lo hicieron desistir.
Sea como fuere, Bush mantiene desde 2001 un núcleo duro –dominado por evangelistas fanáticos y gestores de negocios-, aunque su actuación le haya costado la caída en niveles de aprobación pública (32%, el más bajo desde Richard Nixon). Card mismo sufrió un marcado desgaste en los últimos meses, como responsable parcial de la demora en reaccionar tras el huracán Katrina.
Por otra parte, los únicos desplazamientos importantes en la Casa Blanca afectaron a un funcionario políticamente neutro (el ex secretario de Hacienda, Paul O’Neill) y al único moderado relevante. Vale decir, el ex secretario de Estado Colin Powell, a quien los militares respetaban más que a su sucesora, Condoleezza Rice, al todavía secretario de Defensa (Donald Rumsfeld) y a Richard Cheney.
Card ha sido reemplazado por Joshua Bolten, hasta entonces pálido director de presupuesto. Algunos analistas políticos se ilusionan con la posibilidad de más cambios, en particular el del Rove, predicador fundamentalista salpicado por el “Plamegate”, que acabó con el jefe del gabinete vicepresidencial.
Como asesor presidencial, Bolten abogaba permantemente por nuevas rebajas tributarias a grandes empresas y los nueve millones de millonarios que existen en Estados Unidos. También apoyaba ulteriores reducciones de gastos sociales, en favor de elevar partidas de guerra y seguridad.
Durante la gestión de este ultraconservador, el gobierno federal registró los tres máximos déficit presupuestarios nominales de la historia. A la cabeza, los US$ 413.000 millones del ejercicio 2004. Aunque Bush sostuvo que Card había dimitido por cuenta propia, en la Casa Blanca se sabe que fue a pedido del presidente. Al parecer, éste pretendía nombrar a Rove, pero su deterioro, el de la imagen presidencial y el año electoral lo hicieron desistir.
Sea como fuere, Bush mantiene desde 2001 un núcleo duro –dominado por evangelistas fanáticos y gestores de negocios-, aunque su actuación le haya costado la caída en niveles de aprobación pública (32%, el más bajo desde Richard Nixon). Card mismo sufrió un marcado desgaste en los últimos meses, como responsable parcial de la demora en reaccionar tras el huracán Katrina.
Por otra parte, los únicos desplazamientos importantes en la Casa Blanca afectaron a un funcionario políticamente neutro (el ex secretario de Hacienda, Paul O’Neill) y al único moderado relevante. Vale decir, el ex secretario de Estado Colin Powell, a quien los militares respetaban más que a su sucesora, Condoleezza Rice, al todavía secretario de Defensa (Donald Rumsfeld) y a Richard Cheney.
