De pronto, Irán se zambulle en el mar de las privatizaciones

Alí Jamenéi, jefe espiritual del país, remitió al parlamento un ambicioso programa privatizador. Prevé que 80% de las acciones de compañías estatales vaya pasando a operadores particulares, con salvaguardias estratégicas.

4 julio, 2006

El plan no excluye gas ni petróleo. Básicamente, busca promover la participación de capitales privados en una economía hasta ahora dominada por el estado. Cabe consignar, al respecto, que esas características fueron en parte heredadas de la monarquía; salvo en lo tocante a exportación de crudos. Ahora, el objetivo es claro: “entrar y competir en el mercado internacional”.

Entre otros puntos, Tehrán se unirá a la Organización Mundial de Comercio (quizá en el peor momento de su breve trayectoria). Lo mismo prescribe el plan de incentivos presentado a Irán por los seis países que intenta limitar su programa nuclear. A saber, Estados Unidos, Rusia, China, Alemania, Francia y Gran Bretaña.

Queda por poner en claro qué ocurrirá con la constitución de la república islámica, netamente estatista. En una alusión bastante clara, Jamenéi señala que una eventual reforma “servirá al desarrollo económico, la justicia social y la lucha contra la pobreza”. Sea como fuere, es un signo de apertura tan amplio como inesperado y deja sin sostén mucho del discurso “fundamentalista” de George W.Bush sobre Irán.

A diferencia del comercio y la exportación, la extracción de crudos y gas se mantiene en la esfera de la compañía nacional del rubro. Esa decir, como ocurre en Saudiarabia. A lo sumo, ésta subcontratará o tercerizará servicios y otras actividades. Igualmente se excluyen de la privatización el plan atómico, los bancos central. Mellí, Sepá y de la exportación.

El plan no excluye gas ni petróleo. Básicamente, busca promover la participación de capitales privados en una economía hasta ahora dominada por el estado. Cabe consignar, al respecto, que esas características fueron en parte heredadas de la monarquía; salvo en lo tocante a exportación de crudos. Ahora, el objetivo es claro: “entrar y competir en el mercado internacional”.

Entre otros puntos, Tehrán se unirá a la Organización Mundial de Comercio (quizá en el peor momento de su breve trayectoria). Lo mismo prescribe el plan de incentivos presentado a Irán por los seis países que intenta limitar su programa nuclear. A saber, Estados Unidos, Rusia, China, Alemania, Francia y Gran Bretaña.

Queda por poner en claro qué ocurrirá con la constitución de la república islámica, netamente estatista. En una alusión bastante clara, Jamenéi señala que una eventual reforma “servirá al desarrollo económico, la justicia social y la lucha contra la pobreza”. Sea como fuere, es un signo de apertura tan amplio como inesperado y deja sin sostén mucho del discurso “fundamentalista” de George W.Bush sobre Irán.

A diferencia del comercio y la exportación, la extracción de crudos y gas se mantiene en la esfera de la compañía nacional del rubro. Esa decir, como ocurre en Saudiarabia. A lo sumo, ésta subcontratará o tercerizará servicios y otras actividades. Igualmente se excluyen de la privatización el plan atómico, los bancos central. Mellí, Sepá y de la exportación.

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