Crisis:¿hacia una nueva coalición?

En una noche tormentosa, el ministro de Economía anunció su paquete de medidas de ajuste. Renuncias de ministros y funcionarios, toma de facultades y pronósticos de paro, mientras se habla de una nueva coalición. Por Sergio Cerón

17 marzo, 2001

Cuando el ministro de Economía se aprestaba en la noche del viernes 16 a anunciar su plan de acción para equilibrar el presupuesto fiscal y afrontar el pago de la deuda externa, Buenos Aires fue sacudida, con el mejor estilo shakespeariano, por los elementos desencadenados de la naturaleza.

Pareció el marco adecuado para rodear la conmoción política que desencadenó renuncias de ministros y funcionarios oficiales, tanto de extracción radical como del Frepaso, opuestos a una política económica que, alegaron, nada tenía que ver con la propuesta de la Alianza a sus electores de 1999.

La alocución ministerial no hizo sino ratificar en gran medida las versiones que habían trascendido en las últimas jornadas y movilizado a los sectores políticos y sociales que expresaron su resistencia a aceptar lo que, de manera genérica y ambigua, se ha definido como las necesidades de “los mercados”.

En momentos de escribir este primer análisis, el vértigo de los acontecimientos sobrepasa toda posibilidad de escrutar la realidad a fondo, pero quedan pocas dudas de que la Argentina afronta una crisis política tan grave, por lo menos, como la de 1989.

Con el agravante de que no hay a mano un Carlos Saúl Menem que se preste a cubrir el vacío político que se abrió cuando Raúl Alfonsín transpuso la puerta de la Casa de Gobierno para volver a la vida privada.

Hasta qué punto es remontable esta crisis, que no es solamente económico-financiera, sino política y social, nos lo dirán los primeros días de la semana entrante.

Por el momento prima un clima de confusión, de conjeturas y de presagios que se irá perfilando con más claridad a medida que reaccionen los sectores involucrados en las bautizadas “leyes de Murphy” argentinas `por el ingenio popular.

Fernando de la Rúa difunde una imagen de soledad, a medida que se definen las posiciones de quienes fueron sus correligionarios y aliados de ayer; buena parte de los cuales habían adelantado su opinión durante las horas previas a la difusión de las nuevas medidas. (Ver “Pocos aceptan el costo del reajuste”).

La oposición, tanto el Justicialismo como Acción por la República y otras parcialidades políticas, pareció menos vehemente en su enfrentamiento con Economía que quienes aceptaron en su momento responsabilidades de gobierno.

Como en el póker, los aspirantes a recoger ganancias políticas no quieren mostrar sus cartas y prefieren reservarse algunos ases en la manga para el momento en que haya que apostar fuerte.

En la tarde del jueves 15 los oyentes de Radio 10, emisora considerada poco afecta a la política de la Alianza, pudieron percibir el optimismo y regocijo con que Sonia Cavallo respondía a la requisitoria de Samuel Gelblum sobre la eventualidad de que su esposo pudiera acceder nuevamente al ejercicio del poder político.

Ante el “silencio de radio” que se impuso el ex ministro de Economía, su voz era la más autorizada para afrontar un tema a la vez urticante y riesgoso: la crisis argentina, el deterioro de la cohesión de la Alianza gobernante, el desgaste del capital con que Fernando de la Rúa asumió la Presidencia y la susurrada perspectiva de que se intentara una solución heroica y, para muchos, dolorosa.

Desde hacía días, mientras surgía en el firmamento la estrella de Ricardo López Murphy, con su aureola de impoluto brillo liberal, los analistas coincidieron en considerar sugestivo el silencio que se impusieron el líder de la UCR, Raúl Alfonsín, y el del Frepaso, Carlos Alvarez.

Como en el caso del matrimonio Cavallo, Liliana Chernajowsky, sin comprometer la opinión de su esposo, Carlos Alvarez, hizo ante una revista semanal un ácido planteo crítico a la política oficial y prácticamente dio a entender que la Alianza desfallecía.

Alfonsín, en Miami, no pronunció palabra, pero uno de sus hombres de mayor confianza política, Leopoldo Moreau, usó un lenguaje virtualmente opositor. (Ver “Pocos aceptan el costo del reajuste”).

En esos momentos, los comentaristas más audaces incursionaron en la perspectiva de que la coalición vencedora en 1999 se hallaba en terapia intensiva y, en un paso más atrevido, aventuraban la posibilidad de que estuviera en marcha una nueva “ingeniería política” destinada a sostener la gobernabilidad del país.

El graneado fuego verbal de quienes, desde el gobierno y la oposición, se oponen a las medidas que propondría Ricardo López Murphy al clausurarse la semana laboral, dio ya entonces pábulo a las afirmaciones de los que alegan que el blindaje financiero se escurrirá por el resumidero, a menos que lo acompañe un blindaje político.

A partir de este punto, todo sucede como con la afirmación teológica de que “Si Dios existe, todo es posible”.

Cualquier clase de combinaciones y alianzas ingresa en el terreno de la virtualidad; incluso la de un pacto que incluya a Fernando de la Rúa, el Justicialismo y/o Domingo Cavallo.

Todo es posible si alguien teme realmente que el fracaso de la jugada López Murphy pueda entrañar la perspectiva de desbordes políticos y sociales.

Y no sería exagerado sospechar, ante la carencia de las instituciones capaces de contener a los sectores más afectados de la sociedad, que a mediano o largo plazo se presente un panorama similar al que forzó en 1989 el retiro voluntario del poder de Raúl Alfonsín.

¿Y después, qué?.

La respuesta a esta pregunta está llevando a que en distintos niveles se manejen conjeturas que en momentos de normalidad podrían ingresar en el terreno de la política ficción.

Una de las versiones más persistentes insiste en que el blindaje político que se intenta desde la Casa Rosada requiere la reunión de una cumbre de dirigentes de la Alianza, del Justicialismo y de otros partidos, a realizarse la semana entrante.

Se mencionaba como posibles participantes de la reunión, además del Presidente, a Carlos Menem, Domingo Cavallo, Raúl Alfonsín y Carlos Alvarez.

2. Surgirían tres líneas posibles de candidaturas a la vicepresidencia: Domingo Cavallo, un hombre surgido del Justicialismo e, incluso, alguien del Frepaso que bien podría ser el mismo Carlos Alvarez, dotado de mayor poder político; perspectiva que es considerada la menos probable.

3. Ante la imperiosidad del momento, se habla de adelantar las elecciones para mediados de año, previo acuerdo de la Corte Suprema para obviar una cláusula constitucional en virtud de un estado de emergencia nacional.

Con las primeras facultades tomadas por los alumnos de la Universidad de Buenos Aires, el anticipo de paros gremiales, la resistencia de los docentes, la frustración expresada por buena parte de quienes votaron la fórmula De la Rúa-Alvarez y la reacción de los mandatarios provinciales (Ver “Actitud crítica, pero cautelosa del PJ”), es temerario hacer pronósticos..

Al frente de tormenta que avanza sobre la Casa Rosada se suma el enfrentamiento entre el presidente del Banco Central – que esgrime en su defensa el interés de los mercados – y el Congreso (Ver “Pou recusó a la bicameral”) y la desairada posición argentina ante el rebrote de la aftosa (Ver “Aftosa:¿un país poco creíble”).Cuando el ministro de Economía se aprestaba en la noche del viernes 16 a anunciar su plan de acción para equilibrar el presupuesto fiscal y afrontar el pago de la deuda externa, Buenos Aires fue sacudida, con el mejor estilo shakespeariano, por los elementos desencadenados de la naturaleza.

Pareció el marco adecuado para rodear la conmoción política que desencadenó renuncias de ministros y funcionarios oficiales, tanto de extracción radical como del Frepaso, opuestos a una política económica que, alegaron, nada tenía que ver con la propuesta de la Alianza a sus electores de 1999.

La alocución ministerial no hizo sino ratificar en gran medida las versiones que habían trascendido en las últimas jornadas y movilizado a los sectores políticos y sociales que expresaron su resistencia a aceptar lo que, de manera genérica y ambigua, se ha definido como las necesidades de “los mercados”.

En momentos de escribir este primer análisis, el vértigo de los acontecimientos sobrepasa toda posibilidad de escrutar la realidad a fondo, pero quedan pocas dudas de que la Argentina afronta una crisis política tan grave, por lo menos, como la de 1989.

Con el agravante de que no hay a mano un Carlos Saúl Menem que se preste a cubrir el vacío político que se abrió cuando Raúl Alfonsín transpuso la puerta de la Casa de Gobierno para volver a la vida privada.

Hasta qué punto es remontable esta crisis, que no es solamente económico-financiera, sino política y social, nos lo dirán los primeros días de la semana entrante.

Por el momento prima un clima de confusión, de conjeturas y de presagios que se irá perfilando con más claridad a medida que reaccionen los sectores involucrados en las bautizadas “leyes de Murphy” argentinas `por el ingenio popular.

Fernando de la Rúa difunde una imagen de soledad, a medida que se definen las posiciones de quienes fueron sus correligionarios y aliados de ayer; buena parte de los cuales habían adelantado su opinión durante las horas previas a la difusión de las nuevas medidas. (Ver “Pocos aceptan el costo del reajuste”).

La oposición, tanto el Justicialismo como Acción por la República y otras parcialidades políticas, pareció menos vehemente en su enfrentamiento con Economía que quienes aceptaron en su momento responsabilidades de gobierno.

Como en el póker, los aspirantes a recoger ganancias políticas no quieren mostrar sus cartas y prefieren reservarse algunos ases en la manga para el momento en que haya que apostar fuerte.

En la tarde del jueves 15 los oyentes de Radio 10, emisora considerada poco afecta a la política de la Alianza, pudieron percibir el optimismo y regocijo con que Sonia Cavallo respondía a la requisitoria de Samuel Gelblum sobre la eventualidad de que su esposo pudiera acceder nuevamente al ejercicio del poder político.

Ante el “silencio de radio” que se impuso el ex ministro de Economía, su voz era la más autorizada para afrontar un tema a la vez urticante y riesgoso: la crisis argentina, el deterioro de la cohesión de la Alianza gobernante, el desgaste del capital con que Fernando de la Rúa asumió la Presidencia y la susurrada perspectiva de que se intentara una solución heroica y, para muchos, dolorosa.

Desde hacía días, mientras surgía en el firmamento la estrella de Ricardo López Murphy, con su aureola de impoluto brillo liberal, los analistas coincidieron en considerar sugestivo el silencio que se impusieron el líder de la UCR, Raúl Alfonsín, y el del Frepaso, Carlos Alvarez.

Como en el caso del matrimonio Cavallo, Liliana Chernajowsky, sin comprometer la opinión de su esposo, Carlos Alvarez, hizo ante una revista semanal un ácido planteo crítico a la política oficial y prácticamente dio a entender que la Alianza desfallecía.

Alfonsín, en Miami, no pronunció palabra, pero uno de sus hombres de mayor confianza política, Leopoldo Moreau, usó un lenguaje virtualmente opositor. (Ver “Pocos aceptan el costo del reajuste”).

En esos momentos, los comentaristas más audaces incursionaron en la perspectiva de que la coalición vencedora en 1999 se hallaba en terapia intensiva y, en un paso más atrevido, aventuraban la posibilidad de que estuviera en marcha una nueva “ingeniería política” destinada a sostener la gobernabilidad del país.

El graneado fuego verbal de quienes, desde el gobierno y la oposición, se oponen a las medidas que propondría Ricardo López Murphy al clausurarse la semana laboral, dio ya entonces pábulo a las afirmaciones de los que alegan que el blindaje financiero se escurrirá por el resumidero, a menos que lo acompañe un blindaje político.

A partir de este punto, todo sucede como con la afirmación teológica de que “Si Dios existe, todo es posible”.

Cualquier clase de combinaciones y alianzas ingresa en el terreno de la virtualidad; incluso la de un pacto que incluya a Fernando de la Rúa, el Justicialismo y/o Domingo Cavallo.

Todo es posible si alguien teme realmente que el fracaso de la jugada López Murphy pueda entrañar la perspectiva de desbordes políticos y sociales.

Y no sería exagerado sospechar, ante la carencia de las instituciones capaces de contener a los sectores más afectados de la sociedad, que a mediano o largo plazo se presente un panorama similar al que forzó en 1989 el retiro voluntario del poder de Raúl Alfonsín.

¿Y después, qué?.

La respuesta a esta pregunta está llevando a que en distintos niveles se manejen conjeturas que en momentos de normalidad podrían ingresar en el terreno de la política ficción.

Una de las versiones más persistentes insiste en que el blindaje político que se intenta desde la Casa Rosada requiere la reunión de una cumbre de dirigentes de la Alianza, del Justicialismo y de otros partidos, a realizarse la semana entrante.

Se mencionaba como posibles participantes de la reunión, además del Presidente, a Carlos Menem, Domingo Cavallo, Raúl Alfonsín y Carlos Alvarez.

2. Surgirían tres líneas posibles de candidaturas a la vicepresidencia: Domingo Cavallo, un hombre surgido del Justicialismo e, incluso, alguien del Frepaso que bien podría ser el mismo Carlos Alvarez, dotado de mayor poder político; perspectiva que es considerada la menos probable.

3. Ante la imperiosidad del momento, se habla de adelantar las elecciones para mediados de año, previo acuerdo de la Corte Suprema para obviar una cláusula constitucional en virtud de un estado de emergencia nacional.

Con las primeras facultades tomadas por los alumnos de la Universidad de Buenos Aires, el anticipo de paros gremiales, la resistencia de los docentes, la frustración expresada por buena parte de quienes votaron la fórmula De la Rúa-Alvarez y la reacción de los mandatarios provinciales (Ver “Actitud crítica, pero cautelosa del PJ”), es temerario hacer pronósticos..

Al frente de tormenta que avanza sobre la Casa Rosada se suma el enfrentamiento entre el presidente del Banco Central – que esgrime en su defensa el interés de los mercados – y el Congreso (Ver “Pou recusó a la bicameral”) y la desairada posición argentina ante el rebrote de la aftosa (Ver “Aftosa:¿un país poco creíble”).

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