La estrategia resultó adecuada por la globalización de la crisis, la difícil situación europea y el estancamiento japonés. Pero hubo que pagar un precio. El valor del dólar se debilitó contra las demás divisas importantes. Su nivel más bajo se registró en 2011.
Ahora el optimismo es generalizado. Resurge el valor del dólar apoyado en los buenos resultados que comienza a obtener la economía estadounidense. La burbuja en el sector inmobiliario –que fue el disparador de la crisis financiera- se recupera en forma sostenida y, al mismo tiempo, lo hace el nivel de empleo doméstico.
Las reservas de shale oil y gas, explotadas intensamente con tecnologías de vanguardia, ahorran divisas y generan a su vez nuevos empleos. El efecto más visible es que disminuye el déficit de cuenta corriente.
Es por eso que la Reserva Federal creyó oportuno revelar un cambio de estrategia y la disminución de los fondos mensuales inyectados en el mercado financiero. De los usuales US$ 85 mil millones se ha pasado ahora a US$ 75 mil millones y la reducción continuará durante todo el año hasta que desaparezca la necesidad de fondos adicionales.
Todo lo cual se conjuga para asistir a un gran renacimiento del dólar y el aumento de su valor internacional en desmedro de otras divisas.
Del mismo modo que, a partir de 2008, Estados Unidos fue el primer país en ingresar en lo que se llamó “la real gran depresión”, también es ahora el primero en salir. El dólar comienza a reflejar la ventaja en competitividad de la todavía más importante economía mundial.
Los analistas aventuran que esta resurgencia seguirá con fuerza por lo menos hasta todo el 2015.