Con 55% en Francia y 62% en Holanda, el NO amenaza el proceso

Las proyecciones holandesas orillaban 61,7% de rechazo y planteaban la suspensión del proceso constitucional. En otra jornada donde los crudos subían a más de US$ 54, el menos afectado era el euro, que repunta un poco.

2 junio, 2005

Nueva York arbitraba el petróleo liviano en US$ 54,15 para julio, un nivel no esperado por los operadores. Mientras, el euro repuntaba levemnente. de US$ 1,22 a 1,23. Las operaciones eran normales, aunque en Luxemburgo y Dinamarca recomendasen dar por terminados los plebiscitos o, en Gran Bretaña, se propusiera reformar el cuestionado proyecto de tratado constitucional.

Si bien la continuidad de la Unión Europea como bloque económico no está en juego, sí lo están la prematura ampliación de 2004 y el ingreso turco, fuentes de los rechazos por parte de la opinión pública. No obstante, para la moneda común de la Eurozona (doce países sobre un total de 25 en la Unión Europea) los efectos no son tan negativos como se temía el domingo.

Por ahora, parece más una repreciación ocasional del dólar, apoyada en parte por una serie de indicadores a medida de Wall Street, que un derrumbe del auro (si bien éste registra los mínimos de ocho meses). Es obvio que el endeudamiento norteamericano pone límites al rtebote de la divisa referencial. Tampoco la economía real en Estados Unidos es tan fuerte como imaginan sus exégetas.

Sea como fuere, la avalancha francoholandesa “convierte el sueño europea en una pesdadilla”, como reflaxionaba el luxemburgués Jean-Claude Junker, presidente de turno en la UE. Aunque el primer ministro neerlandés, Jan Peter Balkenende, insista en “seguir adelante”, el más realista canciller británico, Jack Straw, admite: “Estos resultados denmotan dudas poridubndas sobreel proyecto político europeo”. Obviamente, el gobierno de Tony Blair teme un NO mayoritario en su propio plebiscito.

En otro plano, el doble NO dista de ser una sopresa, pues las encuestas venían anticipándolo desde abril. Pero el horizonte negativo, que alcanza los referendos de Dinamarca y Gran Bretaña, pone en duda la estabilidad de gobiernos que –como los de Jacques Chirac o Balkenende- apostaron demasiado al SÍ.

“Si hay un real peligro, está en el lado sociopolítico y hace a la imprudente ampliación de la Unión Europea, de quince a veinticinco miembros, el año pasado. Estos referendos negativos –presume un analista de Société Générale- pueden comprometer el ingreso de Rumania, Bulgaria, Croacia y, de última, Turquía”. El tema desborda meros comentarios. La noche del miércoles, dos “nacionalistas xenófobos” –el holandés Geert Wilders y el francés Jean-Marie Le Pen. Decían casi lo mismo: “Nos hemos batido para detener a los turcos”.

En medio del fárrago, medios ingleses y suecos coincidpianb en difudir una extraña versión. Al parecer, el cauto silencio de Washington contrasta con la inocultable satisfacción en la derecha católica, dentro y fuera del Vaticano.

Nueva York arbitraba el petróleo liviano en US$ 54,15 para julio, un nivel no esperado por los operadores. Mientras, el euro repuntaba levemnente. de US$ 1,22 a 1,23. Las operaciones eran normales, aunque en Luxemburgo y Dinamarca recomendasen dar por terminados los plebiscitos o, en Gran Bretaña, se propusiera reformar el cuestionado proyecto de tratado constitucional.

Si bien la continuidad de la Unión Europea como bloque económico no está en juego, sí lo están la prematura ampliación de 2004 y el ingreso turco, fuentes de los rechazos por parte de la opinión pública. No obstante, para la moneda común de la Eurozona (doce países sobre un total de 25 en la Unión Europea) los efectos no son tan negativos como se temía el domingo.

Por ahora, parece más una repreciación ocasional del dólar, apoyada en parte por una serie de indicadores a medida de Wall Street, que un derrumbe del auro (si bien éste registra los mínimos de ocho meses). Es obvio que el endeudamiento norteamericano pone límites al rtebote de la divisa referencial. Tampoco la economía real en Estados Unidos es tan fuerte como imaginan sus exégetas.

Sea como fuere, la avalancha francoholandesa “convierte el sueño europea en una pesdadilla”, como reflaxionaba el luxemburgués Jean-Claude Junker, presidente de turno en la UE. Aunque el primer ministro neerlandés, Jan Peter Balkenende, insista en “seguir adelante”, el más realista canciller británico, Jack Straw, admite: “Estos resultados denmotan dudas poridubndas sobreel proyecto político europeo”. Obviamente, el gobierno de Tony Blair teme un NO mayoritario en su propio plebiscito.

En otro plano, el doble NO dista de ser una sopresa, pues las encuestas venían anticipándolo desde abril. Pero el horizonte negativo, que alcanza los referendos de Dinamarca y Gran Bretaña, pone en duda la estabilidad de gobiernos que –como los de Jacques Chirac o Balkenende- apostaron demasiado al SÍ.

“Si hay un real peligro, está en el lado sociopolítico y hace a la imprudente ampliación de la Unión Europea, de quince a veinticinco miembros, el año pasado. Estos referendos negativos –presume un analista de Société Générale- pueden comprometer el ingreso de Rumania, Bulgaria, Croacia y, de última, Turquía”. El tema desborda meros comentarios. La noche del miércoles, dos “nacionalistas xenófobos” –el holandés Geert Wilders y el francés Jean-Marie Le Pen. Decían casi lo mismo: “Nos hemos batido para detener a los turcos”.

En medio del fárrago, medios ingleses y suecos coincidpianb en difudir una extraña versión. Al parecer, el cauto silencio de Washington contrasta con la inocultable satisfacción en la derecha católica, dentro y fuera del Vaticano.

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