Cómo poner en marcha al país

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Entraremos en una semana de definiciones. De la Rúa y Alvarez decidirán el futuro de la Alianza. Alfonsín volcó toda su influencia para salvarlo.
Por Sergio Ceron

Al culminar la semana laboral, desde Florianópolis el día jueves Fernando de la Rúa pronosticaba que el blindaje financiero internacional prometía para la Argentina “un 2001 espectacular”.

Expresó así su optimismo ante la cumbre del Mercosur, que contó con la presencia de la Unión Sudafricana.(Ver “El Mercosur se fija metas”).

Para la mayoría de los analistas la situación no era tan clara ni tan propicia para enfervorizar a los argentinos porque, en definitiva, había consenso en que todavía no se advierten las líneas directrices de un proyecto político destinado a poner en marcha al país.

Los observadores hacían propios análisis y tomaban las opiniones que circulaban en los centros financieros, en los sectores dirigentes argentinos e, incluso, en el seno de la Alianza.

La atención estuvo puesta en la reaparición pública de Carlos Alvarez, que puso fin a un período de silencio de radio que, en términos castrenses, suele preceder a las ofensivas en el frente de batalla.

Raúl Alfonsín, compartió con el ex vicepresidente un almuerzo en su departamento de la avenida Santa Fe y reconoció la existencia de “cierto malhumor social”, dijo que el documento de Alvarez produciría “mucho ruido” y manifestó su esperanza de que terminara bien el año, “brindando todos juntos, desde luego con pedidos de cambios, con pedidos de aceleramiento”.

Todo indica que el líder radical se apresura a cerrar una eventual fisura que advertiría en la coalición gobernante.

Sus palabras fueron reveladoras para quienes leen entrelineas: “Una presencia de él (Alvarez) legitima el Gobierno, porque la gente votó una Alianza”.

Alfonsín entiende que, “en la medida en que se fortalezca la Alianza, vamos a legitimarnos más, vamos a tener más fuerza para luchar contra la alianza de derecha implícita en la Argentina”.

No es fácil definir con precisión, en la época en que todas las ideologías se muestran desbordadas, qué es izquierda y qué es derecha.

Pero en el pensamiento del caudillo de la UCR se puede percibir que en la derecha percibe la presencia de los centros financieros, de sectores del empresariado y, en especial, la persona de Domingo Cavallo, al que acusa de haber triplicado la deuda externa, de “vender las joyas de la abuela” (privatización de empresas) y de destruir el capital humano y social de la Argentina.

Sale de esa manera a cortar el paso al ex ministro de Economía, quien proclama la posibilidad de crecer a un ritmo más acelerado.

Alfonsín realiza estas declaraciones en momentos en que circulan rumores sobre la posibilidad de que el mismo Alvarez llegue a proponer la incorporación de Domingo Cavallo al Gabinete nacional y cuando en círculos financieros y empresariales la candidatura del ex ministro de Economía pareciera crecer.

Desde el Frepaso, apelando a la discreción de los periodistas, se deslizan temores de que la falta de consignas claras y pujantes aletargue el impulso que el blindaje financiero puede permitir a la expansión de la economía.

La frase “No podemos seguir con piloto automático”, resume la situación e implica una evidente crítica al ministro Machinea en momentos en que Alvarez parece dispuesto a que se desdoble Economía creando la cartera de Producción.

El presidente de la Nación debe considerar, asimismo, la perspectiva de crear un organismo destinado a atraer inversiones productivas, para impulsar el crecimiento económico.

No es tema que le agrade, ni que sea compatible con el papel asignado en la marcha del país al ministerio de Economía y a su titular.

Los primeros días de la semana fueron propicios para el gobierno argentino, al conocerse la disposición de los organismos financieros para consolidar la asistencia financiera a la Argentina (Ver “Apoyo externo al país”), con un gesto concreto de España que señala su intención de consolidar las relaciones bilaterales.

Un frente de difícil resolución, por el prestigio social ganado por la institución en los últimos años es el que abre la Iglesia Católica, que lidera en el mundo la oposición ideológica al actual sistema de globalización económica, con exclusión de crecientes sectores de la sociedad.

Algunos de sus organismos, como la Comisión de Pastoral Social, se muestran empeñados en propiciar un diálogo multisectorial para proponer líneas de ataque a la crisis y activar el crecimiento económico y la demanda de empleo.

Si a Raúl Alfonsín le preocupa lo que denomina la “derecha”, no es menor la preocupación que deriva de sectores de la llamada “izquierda”.

Los parientes de los atacantes del cuartel de La Tablada, los organismos de Derechos Humanos y las expresiones públicas de la señora Bonafini, se suman a las presiones de quienes encabezan grupos ideológicos que han logrado colocarse a la cabeza de la gente que cortó rutas y asume posiciones combativas.

Muchos de estos nudos confluirán en el peine político en el curso de la semana entrante, en la que el episodio crucial es la anunciada y postergada hasta ahora, entrevista entre Fernando de la Rúa y Carlos Alvarez.

Es probable que se defina entonces el futuro de la coalición de gobierno y, en buena medida, el curso de los próximos acontecimientos. O, si se quiere, si el país se pone o no en marcha definitivamente.

Al culminar la semana laboral, desde Florianópolis el día jueves Fernando de la Rúa pronosticaba que el blindaje financiero internacional prometía para la Argentina “un 2001 espectacular”.

Expresó así su optimismo ante la cumbre del Mercosur, que contó con la presencia de la Unión Sudafricana.(Ver “El Mercosur se fija metas”).

Para la mayoría de los analistas la situación no era tan clara ni tan propicia para enfervorizar a los argentinos porque, en definitiva, había consenso en que todavía no se advierten las líneas directrices de un proyecto político destinado a poner en marcha al país.

Los observadores hacían propios análisis y tomaban las opiniones que circulaban en los centros financieros, en los sectores dirigentes argentinos e, incluso, en el seno de la Alianza.

La atención estuvo puesta en la reaparición pública de Carlos Alvarez, que puso fin a un período de silencio de radio que, en términos castrenses, suele preceder a las ofensivas en el frente de batalla.

Raúl Alfonsín, compartió con el ex vicepresidente un almuerzo en su departamento de la avenida Santa Fe y reconoció la existencia de “cierto malhumor social”, dijo que el documento de Alvarez produciría “mucho ruido” y manifestó su esperanza de que terminara bien el año, “brindando todos juntos, desde luego con pedidos de cambios, con pedidos de aceleramiento”.

Todo indica que el líder radical se apresura a cerrar una eventual fisura que advertiría en la coalición gobernante.

Sus palabras fueron reveladoras para quienes leen entrelineas: “Una presencia de él (Alvarez) legitima el Gobierno, porque la gente votó una Alianza”.

Alfonsín entiende que, “en la medida en que se fortalezca la Alianza, vamos a legitimarnos más, vamos a tener más fuerza para luchar contra la alianza de derecha implícita en la Argentina”.

No es fácil definir con precisión, en la época en que todas las ideologías se muestran desbordadas, qué es izquierda y qué es derecha.

Pero en el pensamiento del caudillo de la UCR se puede percibir que en la derecha percibe la presencia de los centros financieros, de sectores del empresariado y, en especial, la persona de Domingo Cavallo, al que acusa de haber triplicado la deuda externa, de “vender las joyas de la abuela” (privatización de empresas) y de destruir el capital humano y social de la Argentina.

Sale de esa manera a cortar el paso al ex ministro de Economía, quien proclama la posibilidad de crecer a un ritmo más acelerado.

Alfonsín realiza estas declaraciones en momentos en que circulan rumores sobre la posibilidad de que el mismo Alvarez llegue a proponer la incorporación de Domingo Cavallo al Gabinete nacional y cuando en círculos financieros y empresariales la candidatura del ex ministro de Economía pareciera crecer.

Desde el Frepaso, apelando a la discreción de los periodistas, se deslizan temores de que la falta de consignas claras y pujantes aletargue el impulso que el blindaje financiero puede permitir a la expansión de la economía.

La frase “No podemos seguir con piloto automático”, resume la situación e implica una evidente crítica al ministro Machinea en momentos en que Alvarez parece dispuesto a que se desdoble Economía creando la cartera de Producción.

El presidente de la Nación debe considerar, asimismo, la perspectiva de crear un organismo destinado a atraer inversiones productivas, para impulsar el crecimiento económico.

No es tema que le agrade, ni que sea compatible con el papel asignado en la marcha del país al ministerio de Economía y a su titular.

Los primeros días de la semana fueron propicios para el gobierno argentino, al conocerse la disposición de los organismos financieros para consolidar la asistencia financiera a la Argentina (Ver “Apoyo externo al país”), con un gesto concreto de España que señala su intención de consolidar las relaciones bilaterales.

Un frente de difícil resolución, por el prestigio social ganado por la institución en los últimos años es el que abre la Iglesia Católica, que lidera en el mundo la oposición ideológica al actual sistema de globalización económica, con exclusión de crecientes sectores de la sociedad.

Algunos de sus organismos, como la Comisión de Pastoral Social, se muestran empeñados en propiciar un diálogo multisectorial para proponer líneas de ataque a la crisis y activar el crecimiento económico y la demanda de empleo.

Si a Raúl Alfonsín le preocupa lo que denomina la “derecha”, no es menor la preocupación que deriva de sectores de la llamada “izquierda”.

Los parientes de los atacantes del cuartel de La Tablada, los organismos de Derechos Humanos y las expresiones públicas de la señora Bonafini, se suman a las presiones de quienes encabezan grupos ideológicos que han logrado colocarse a la cabeza de la gente que cortó rutas y asume posiciones combativas.

Muchos de estos nudos confluirán en el peine político en el curso de la semana entrante, en la que el episodio crucial es la anunciada y postergada hasta ahora, entrevista entre Fernando de la Rúa y Carlos Alvarez.

Es probable que se defina entonces el futuro de la coalición de gobierno y, en buena medida, el curso de los próximos acontecimientos. O, si se quiere, si el país se pone o no en marcha definitivamente.

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