Comisión Europea: ¿mal inicio o fin prematuro?
Rocco Buttiglione, ultraderechista religioso, provocó una crisis en la Unión Europea. El futuro comisionado de Justicia tan luego- sostuvo que las mujeres deben quedarse en casa, seguir al marido y no meterse en política.
Ahí ardió Troya, es decir Luxemburgo. Los principales partidos políticos representados en el Parlamento Europeo le exigen explicaciones al portugués José Maria Durão Barroso –elegido por compromiso, ideológicamente afín al italiano y al franquismo- y ponen en peligro el “equilibrio” logrado en la Comisión Europea. En realidad, no es tal, pues está dominada por conservadores, bilateralistas y operadores de intereses privados.
“Sinceramente, no quisiera tener a este hombre de ciudadano ni dirigente español. Menos como ministro de Justicia. Sus ideas sobre el papel femenino y su actitud inquisitorial ante los homosexuales son anacrónica y violan la constitución europea”. Así sostuvo el catalán Josep Borrell, presidente del propio parlamento.
De hecho, una mayoría absoluta de legisladores ha planteado la renuncia de Buttiglione. Sólo han salido a respaldarlo el Vaticano -no es miembro de la UE-, Polonia y Lituania (dos reductos ultracatólicos). Inclusive un medio tan papista como el “Corriere” milanés toma distancia del nuevo cruzado de la fe. El asunto perjudica al maltrecho Silvio Berlusconi, que impuso a Buttiglione en Justicia para sacar a Mario Monti de Competencia, en favor de una holandesa dos veces procesada en su país por favoritismo a intereses privados.
Antes de este escandalete, Buttiglione había sido interpelado por el Parlamento y algunas opiniones suyas suscitaron polémica. Ahora, directamente quieren que abandone el cargo. En lo formal, falta la ratificación de confianza a la nueva CE y ahí podría caer el italiano.
Pero el proceso tiene una trampa, inventada por un pequeño grupo de socios (cuando la UE abarcaba quince) para controlar el “poder ejecutivo” regional. En efecto, la ratificación es colectiva. En el clima actual, claro, eso podría surtir el efecto opuesto: retirar la confianza al conjunto y, de paso, poner en riesgo el propio Barroso.
Ahí ardió Troya, es decir Luxemburgo. Los principales partidos políticos representados en el Parlamento Europeo le exigen explicaciones al portugués José Maria Durão Barroso –elegido por compromiso, ideológicamente afín al italiano y al franquismo- y ponen en peligro el “equilibrio” logrado en la Comisión Europea. En realidad, no es tal, pues está dominada por conservadores, bilateralistas y operadores de intereses privados.
“Sinceramente, no quisiera tener a este hombre de ciudadano ni dirigente español. Menos como ministro de Justicia. Sus ideas sobre el papel femenino y su actitud inquisitorial ante los homosexuales son anacrónica y violan la constitución europea”. Así sostuvo el catalán Josep Borrell, presidente del propio parlamento.
De hecho, una mayoría absoluta de legisladores ha planteado la renuncia de Buttiglione. Sólo han salido a respaldarlo el Vaticano -no es miembro de la UE-, Polonia y Lituania (dos reductos ultracatólicos). Inclusive un medio tan papista como el “Corriere” milanés toma distancia del nuevo cruzado de la fe. El asunto perjudica al maltrecho Silvio Berlusconi, que impuso a Buttiglione en Justicia para sacar a Mario Monti de Competencia, en favor de una holandesa dos veces procesada en su país por favoritismo a intereses privados.
Antes de este escandalete, Buttiglione había sido interpelado por el Parlamento y algunas opiniones suyas suscitaron polémica. Ahora, directamente quieren que abandone el cargo. En lo formal, falta la ratificación de confianza a la nueva CE y ahí podría caer el italiano.
Pero el proceso tiene una trampa, inventada por un pequeño grupo de socios (cuando la UE abarcaba quince) para controlar el “poder ejecutivo” regional. En efecto, la ratificación es colectiva. En el clima actual, claro, eso podría surtir el efecto opuesto: retirar la confianza al conjunto y, de paso, poner en riesgo el propio Barroso.
