El emisor chino dispuso elevar intereses sobre créditos hipotecarios. Eso como respuesta a señales de que demanda y economía crecen a ritmo ya insostenible y generan inflación vía precios de bienes raíces.
El tipo mínimo para préstamos hipotecarios a cinco años o más, destinados a viviendas familiares, pasa de 5,31 a 5,551% anual. También se recomienda a los bancos a requerir adelantos al firmar el boleto por 30% del precio de compra total, contra el 20% imperante hasta ahora. Este punto se aplicará en ciudades que hayan experimentado recientemente un rápido aumento de valores y especulación inmobiliaria.
Las decisiones se difunden una semana después de que Shanghai –quizá el mayor conglomerado urbano del país, si no del mundo- evaluara posibilidades de imponer un impuesto de 5,6% “ad valorem” sobre bienes raíces que cambien de manos en menos de un año. Poco antes, delegados en el congreso del Partido Nacional del Pueblo (comunista) manifestaban inquietud ante crecientes signos de especulación descontrolada, que dificulta el acceso a la vivienda.
En general, los precios inmobiliarios han estado subiendo a mayor ritmo que los de países donde también hay burbujas especulativas, como Estados Unidos, Gran Bretaña y España. La vivienda urbana ha pegado un salto de 10,8% en el último trimestre de 2004, luego de ascender 8,6% en el tercero. Shanghai inclusive mostraba tasas más empinadas, porque la demanda de extranjeros –compañías, bancos, hoteles- ha recrudecido más de lo prudente.
Amén de los potenciales usuarios, quienes operan en bienes países como inversores están comprando departamentos y locales a rolete. Esperan así aprovechar el alza de precios y su correlato: el aumento del yüan contra el dólar. ¿Por qué? Simple, porque las colocaciones inmobiliarias presuponen trocar dólares en moneda local, algo que infla su cotización. Ese efecto se nota en “rebotes” sobre Hongkong o Taipei.
El banco central, no obstante, atemperó los efectos del aumento en tasas hipotecarias sobre la economía en general, reduciendo el interés que les paga a los bancos en concepto de encajes. Se trata de depósitos obligatorios –a partir de excedentes de reservas mínimas en poder de las entidades-, colocados por el sistema financiero en el emisor. La disminución (de 1,620 a 1,619%) busca promover el crédito bancario, aunque el sistema sufre controles administrativos en cuanto a volumen de préstamos sector por sector (justamente, para evitar sobrecalentamientos).
Estas medidas para enfriar la fiebre de bienes raíces coinciden con datos económicos inesperadamente firmes, en cuanto va del año. Exportaciones, producción industrial, precios minoristas e inversiones de activos fijos denotan serios riesgos inflacionarios. Las cifras hacen que muchos analistas duden de que la dirigencia política pueda cumplir una promesa clave: frenar el avance del producto bruto interno a 8% este año, contra 9,5% en 2004.
Si esas tendencias se aceleran en 2005, subirán más de lo tolerable los precios de combustibles y otros insumos que China importa masivamente. En particular, cobre –que marcó estos días un récord de US$ 3,31 la tonelada en Londres- y crudos medios, que pasaron de US$ 56,50 en Nueva York.
El máximo interrogante es hasta dónde el vigor de la economía, combinado con un sostenido flujo de inversiones (tanto externas directas como especulativas), generarán más inflación. Eso puede acarrear efectos sociales y políticos muy deletéreos. Por de pronto, los precios minoristas subieron 3,9% entre marzo de 2004 y febrero último (un año calendario).
No obstante, hay señales esporádicas de enfriamiento. Verbigracia, la construcción de plantas siderúrgicas -casi una moda meses atrás- está frenándose. Por el contrario, las exportaciones vienen ganando terreno rápidamente y los inversores prefieren ahora área con cuellos de botella, es decir potencial expansivo no inflacionario. En especial, carbón, electricidad, refinación de petróleo y transportes.
Sea como fuere, analistas financieros occidentales -nada desinteresados- sostienen que un PBI demasiado expansivo, crecientes exportaciones y especulación cambiaria presionarán para que Beijing permita mayor flexibilidad a un yüan que sigue plantado en 8,28 por dólar desde hace casi diez años. Pero hay síntomas internos. Por ejemplo, el primer ministro Wen Jiabao insiste en que, si el gobierno resuelve modificar esa política, lo hará de sorpresa, pero advirtió que una “revaluación excesiva” del yüan (como quiere Washington) podría perjudicar a la economía global.
Durante el IV trimestre de 2004, por cierto, las reservas internacionales chinas crecieron casi US$ 100.000 millones y totalizaron 609.950 millones. Raghuram Radyán, un pro norteamericano que dirige el departamento de investigaciones del FMI, exigió que el yüan fluctúe, so pena de acentuar tendencias inflacionarias.
El emisor chino dispuso elevar intereses sobre créditos hipotecarios. Eso como respuesta a señales de que demanda y economía crecen a ritmo ya insostenible y generan inflación vía precios de bienes raíces.
El tipo mínimo para préstamos hipotecarios a cinco años o más, destinados a viviendas familiares, pasa de 5,31 a 5,551% anual. También se recomienda a los bancos a requerir adelantos al firmar el boleto por 30% del precio de compra total, contra el 20% imperante hasta ahora. Este punto se aplicará en ciudades que hayan experimentado recientemente un rápido aumento de valores y especulación inmobiliaria.
Las decisiones se difunden una semana después de que Shanghai –quizá el mayor conglomerado urbano del país, si no del mundo- evaluara posibilidades de imponer un impuesto de 5,6% “ad valorem” sobre bienes raíces que cambien de manos en menos de un año. Poco antes, delegados en el congreso del Partido Nacional del Pueblo (comunista) manifestaban inquietud ante crecientes signos de especulación descontrolada, que dificulta el acceso a la vivienda.
En general, los precios inmobiliarios han estado subiendo a mayor ritmo que los de países donde también hay burbujas especulativas, como Estados Unidos, Gran Bretaña y España. La vivienda urbana ha pegado un salto de 10,8% en el último trimestre de 2004, luego de ascender 8,6% en el tercero. Shanghai inclusive mostraba tasas más empinadas, porque la demanda de extranjeros –compañías, bancos, hoteles- ha recrudecido más de lo prudente.
Amén de los potenciales usuarios, quienes operan en bienes países como inversores están comprando departamentos y locales a rolete. Esperan así aprovechar el alza de precios y su correlato: el aumento del yüan contra el dólar. ¿Por qué? Simple, porque las colocaciones inmobiliarias presuponen trocar dólares en moneda local, algo que infla su cotización. Ese efecto se nota en “rebotes” sobre Hongkong o Taipei.
El banco central, no obstante, atemperó los efectos del aumento en tasas hipotecarias sobre la economía en general, reduciendo el interés que les paga a los bancos en concepto de encajes. Se trata de depósitos obligatorios –a partir de excedentes de reservas mínimas en poder de las entidades-, colocados por el sistema financiero en el emisor. La disminución (de 1,620 a 1,619%) busca promover el crédito bancario, aunque el sistema sufre controles administrativos en cuanto a volumen de préstamos sector por sector (justamente, para evitar sobrecalentamientos).
Estas medidas para enfriar la fiebre de bienes raíces coinciden con datos económicos inesperadamente firmes, en cuanto va del año. Exportaciones, producción industrial, precios minoristas e inversiones de activos fijos denotan serios riesgos inflacionarios. Las cifras hacen que muchos analistas duden de que la dirigencia política pueda cumplir una promesa clave: frenar el avance del producto bruto interno a 8% este año, contra 9,5% en 2004.
Si esas tendencias se aceleran en 2005, subirán más de lo tolerable los precios de combustibles y otros insumos que China importa masivamente. En particular, cobre –que marcó estos días un récord de US$ 3,31 la tonelada en Londres- y crudos medios, que pasaron de US$ 56,50 en Nueva York.
El máximo interrogante es hasta dónde el vigor de la economía, combinado con un sostenido flujo de inversiones (tanto externas directas como especulativas), generarán más inflación. Eso puede acarrear efectos sociales y políticos muy deletéreos. Por de pronto, los precios minoristas subieron 3,9% entre marzo de 2004 y febrero último (un año calendario).
No obstante, hay señales esporádicas de enfriamiento. Verbigracia, la construcción de plantas siderúrgicas -casi una moda meses atrás- está frenándose. Por el contrario, las exportaciones vienen ganando terreno rápidamente y los inversores prefieren ahora área con cuellos de botella, es decir potencial expansivo no inflacionario. En especial, carbón, electricidad, refinación de petróleo y transportes.
Sea como fuere, analistas financieros occidentales -nada desinteresados- sostienen que un PBI demasiado expansivo, crecientes exportaciones y especulación cambiaria presionarán para que Beijing permita mayor flexibilidad a un yüan que sigue plantado en 8,28 por dólar desde hace casi diez años. Pero hay síntomas internos. Por ejemplo, el primer ministro Wen Jiabao insiste en que, si el gobierno resuelve modificar esa política, lo hará de sorpresa, pero advirtió que una “revaluación excesiva” del yüan (como quiere Washington) podría perjudicar a la economía global.
Durante el IV trimestre de 2004, por cierto, las reservas internacionales chinas crecieron casi US$ 100.000 millones y totalizaron 609.950 millones. Raghuram Radyán, un pro norteamericano que dirige el departamento de investigaciones del FMI, exigió que el yüan fluctúe, so pena de acentuar tendencias inflacionarias.