Pinochet y sus 125 cuentas revelan fallas bancarias en EE.UU.

Un informe senatorial presume que los nexos entre el ex dictador chileno y varias entidades financieras norteamericanas eran más profundos de lo sospechado hasta ahora. Además, faltó supervisión en ciertos niveles.

16 marzo, 2005

Las investigaciones encaradas por el comité de Banca y un subcomité del senado estadounidense, en torno de los fondos que manejaban Augusto Pinochet Ugarte y familiares cercanos, llegaron a descubrirr 125 cuentas –con frecuencia a nombre de personajes ficticios-, por donde circulaban cientos de millones.

El equipo de legisladores debió presionar a importantes bancos norteamericanos para que entregaran datos y detalles. En 86 carillas, el documento (es oficial) demuestra que el escándalo por lavado de dinero iniciado en Riggs Bank –una entidad de Washington DC, experta en finanzas de dirigentes políticos y diplomáticos de varios países- había llegado a involucrar por lo menos ocho entidades más. Entre ellas, gigantes como Citigroup o Bank of America y una misteriosa banca privada de Miami con nombre portugués, Espírito Santo.

La red Pinochet no se limitaba a Estados Unidos, pues abarcaba otros países y plazas extraterritoriales (“off shore”). Aun después del 11 de septiembre de 2001, esa máquina financiera continuó operando casi sin tropiezos, pese a los viejos vínculos entre el ex dictador, su colega paraguayo (Alfredo Stroessner) y el tráfico ilícito de armamentos.

Ya en julio, el subcomité permanente de investigaciones dictaminaba que ejecutivos de Riggs y autoridades reguladoras no habían notado sospechosas transacciones que representaban cientos de millones, cuyo origen era turbio. Al mismo tiempo, el senado localizó documentos según los cuales existía, desde por lo menos 1996, una asociación ilícita entre Riggs y el general jubilado que, irónicamente, seguía siendo senador vitalicio en su país.

Pero indagaciones posteriores demostraron que esos nexos comprendían también a Citigroup (antes Citibank o Citicorp) y databan de 1981. Por entonces y durante años, el Citi hacía negocios pocos claros con funcionarios, políticos y dirigentes en Méjico, Argentina, etc. En ese grupo las tenencias de la familia Pinochet fueron bajando hasta llegar a sólo nueve millones.

Amén de las entidades mencionadas, el informe señala que había fondos de mayor volumen en Banco Atlántico (comprado por el catalán Banc de Sabadell), Coutts & Co International (hoy parte de Banco Santander Central Hispano), Ocean Bank, Pine Bank (ambos de Miami), cuatro bancas “offshore” y Banco de Chile (sucursal EE.UU.).

En este caso, se presume que la familia Pinochet seguía teniendo influencia en altos círculos financieros y la burocracia chilena, cuando ya su jefe era juzgado por graves crímenes. Como en Paraguay, cierto tipo de autócratas deja útiles conexiones una vez expulsado del poder.

“La única manera de proteger nuestro sistema financiero de esa gente es que bancos y firmas de valores sepan bien con quiénes operan y se lo comuniquen a las instancias regulatorias”, sostiene el senador Carl Levin (demócrata, Michigan), ex miembro del comité de Banca. “Debemos recordar que traficantes de armas como Stroessner o Pinochet han convertido la triple fronteras Brasil-Argentina-Paraguay en un centro de narcotráfico y terrorismo internacional”, añade un colega republicano.

Aludiendo específicamente a Riggs, una banca de escasa transparencia, Levin agrega: “Los banqueros sabían de quién se trataba o a qué se dedicaba, pero igual aceptaban hacer negocios con el general”. Admitiendo que Citibank ignorase quién se ocultaba tras nombres de fantasía, “igual debía haber tratado de averiguar la verdadera identidad y las actividades de esos clientes. Vale decir, el origen de los fondos”.

Ninguna de las bancas mencionadas en el informe ha querido responder preguntas de la prensa ni formular comentarios. Pero el congreso estadounidense tiene facultades para interpelar a sus directivos y demás personal. El senado aclaró, empero, que casi todas las entidades involucradas han cooperado con los investigadores.

Las relaciones entre Pinochet y Citibank, hoy Citigroup, eran por lo menos curiosas, por no decirlo de otro modo. Datan de hace 24 años –todavía estaba en el poder-, pero todas las cuentas llevaban apellidos inventados con letras del doble original. Por ende, aparecían José P. Ugarte, Luis A. Pinochet, etcétera. Con increíble ingenuidad, algunos gerentes “decían suponer que era un pariente más o menos cercano”.

La entidad declaró ante el senado que había cerrado todas esas cuentas a mediados de los años 90, tras “descubrir el engaño”. Desde 1998, también se han desactivado cuentas pertenecientes a familiares o amigos del ex dictador. Bank of America tenía tres cuentas a nombre de Inés Lucía Pinochet, hija del senador vitalicio (aún no le sacaron la banca). Todavía en 2001, BankBoston –hoy absorbido por BofA- mantenía una cuenta a nombre del propio Pinochet.

Sea como fuere, el papel de Riggs Bank es emblemático los negocios que hace esa clase de entidades. Por ejemplo, los investigadores encontraron varias cartas dirigidas a Pinochet por Joseph Allbritton, ex presidente y accionista dominante. Entre sus amigos se cuentan Richard Cheney, vicepresidente, y Donald Rumsfeld, secretario de Defensa.

Esa banca, parte de Riggs National Corporation, cayó bajo el escrutinio de autoridades regulatorias hace casi tres años. Este enero, se declaró culpable y aceptó responsabilidad por no haber informado sobre miles de millones en cuentas. No sólo de Pinochet, sino también de otros líderes o ex líderes corruptos. Entre ellos, gobernantes de Guinea Ecuatorial, Sudán, Nigeria y Angola (todos petroleros). En uno de esos casos, descubierto por la Tesorería en 2003, el banco debió pagar multas por US$ 41 millones.

Finalmente, Riggs suspendió a fines de 2003 sus operaciones de banca privada y banca para diplomáticos. Poco después, la RNC lo puso en venta. Hacia julio de 2004, se anunció que PNC Financial Services Group (otra banca poco diáfana, esta vez en Pittsburgh) la compraría por US$ 650 millones, Pero la operación quedó trabada por las investigaciones judiciales y parlamentarias. Ahora se espera completar la transición en mayo.

Las investigaciones encaradas por el comité de Banca y un subcomité del senado estadounidense, en torno de los fondos que manejaban Augusto Pinochet Ugarte y familiares cercanos, llegaron a descubrirr 125 cuentas –con frecuencia a nombre de personajes ficticios-, por donde circulaban cientos de millones.

El equipo de legisladores debió presionar a importantes bancos norteamericanos para que entregaran datos y detalles. En 86 carillas, el documento (es oficial) demuestra que el escándalo por lavado de dinero iniciado en Riggs Bank –una entidad de Washington DC, experta en finanzas de dirigentes políticos y diplomáticos de varios países- había llegado a involucrar por lo menos ocho entidades más. Entre ellas, gigantes como Citigroup o Bank of America y una misteriosa banca privada de Miami con nombre portugués, Espírito Santo.

La red Pinochet no se limitaba a Estados Unidos, pues abarcaba otros países y plazas extraterritoriales (“off shore”). Aun después del 11 de septiembre de 2001, esa máquina financiera continuó operando casi sin tropiezos, pese a los viejos vínculos entre el ex dictador, su colega paraguayo (Alfredo Stroessner) y el tráfico ilícito de armamentos.

Ya en julio, el subcomité permanente de investigaciones dictaminaba que ejecutivos de Riggs y autoridades reguladoras no habían notado sospechosas transacciones que representaban cientos de millones, cuyo origen era turbio. Al mismo tiempo, el senado localizó documentos según los cuales existía, desde por lo menos 1996, una asociación ilícita entre Riggs y el general jubilado que, irónicamente, seguía siendo senador vitalicio en su país.

Pero indagaciones posteriores demostraron que esos nexos comprendían también a Citigroup (antes Citibank o Citicorp) y databan de 1981. Por entonces y durante años, el Citi hacía negocios pocos claros con funcionarios, políticos y dirigentes en Méjico, Argentina, etc. En ese grupo las tenencias de la familia Pinochet fueron bajando hasta llegar a sólo nueve millones.

Amén de las entidades mencionadas, el informe señala que había fondos de mayor volumen en Banco Atlántico (comprado por el catalán Banc de Sabadell), Coutts & Co International (hoy parte de Banco Santander Central Hispano), Ocean Bank, Pine Bank (ambos de Miami), cuatro bancas “offshore” y Banco de Chile (sucursal EE.UU.).

En este caso, se presume que la familia Pinochet seguía teniendo influencia en altos círculos financieros y la burocracia chilena, cuando ya su jefe era juzgado por graves crímenes. Como en Paraguay, cierto tipo de autócratas deja útiles conexiones una vez expulsado del poder.

“La única manera de proteger nuestro sistema financiero de esa gente es que bancos y firmas de valores sepan bien con quiénes operan y se lo comuniquen a las instancias regulatorias”, sostiene el senador Carl Levin (demócrata, Michigan), ex miembro del comité de Banca. “Debemos recordar que traficantes de armas como Stroessner o Pinochet han convertido la triple fronteras Brasil-Argentina-Paraguay en un centro de narcotráfico y terrorismo internacional”, añade un colega republicano.

Aludiendo específicamente a Riggs, una banca de escasa transparencia, Levin agrega: “Los banqueros sabían de quién se trataba o a qué se dedicaba, pero igual aceptaban hacer negocios con el general”. Admitiendo que Citibank ignorase quién se ocultaba tras nombres de fantasía, “igual debía haber tratado de averiguar la verdadera identidad y las actividades de esos clientes. Vale decir, el origen de los fondos”.

Ninguna de las bancas mencionadas en el informe ha querido responder preguntas de la prensa ni formular comentarios. Pero el congreso estadounidense tiene facultades para interpelar a sus directivos y demás personal. El senado aclaró, empero, que casi todas las entidades involucradas han cooperado con los investigadores.

Las relaciones entre Pinochet y Citibank, hoy Citigroup, eran por lo menos curiosas, por no decirlo de otro modo. Datan de hace 24 años –todavía estaba en el poder-, pero todas las cuentas llevaban apellidos inventados con letras del doble original. Por ende, aparecían José P. Ugarte, Luis A. Pinochet, etcétera. Con increíble ingenuidad, algunos gerentes “decían suponer que era un pariente más o menos cercano”.

La entidad declaró ante el senado que había cerrado todas esas cuentas a mediados de los años 90, tras “descubrir el engaño”. Desde 1998, también se han desactivado cuentas pertenecientes a familiares o amigos del ex dictador. Bank of America tenía tres cuentas a nombre de Inés Lucía Pinochet, hija del senador vitalicio (aún no le sacaron la banca). Todavía en 2001, BankBoston –hoy absorbido por BofA- mantenía una cuenta a nombre del propio Pinochet.

Sea como fuere, el papel de Riggs Bank es emblemático los negocios que hace esa clase de entidades. Por ejemplo, los investigadores encontraron varias cartas dirigidas a Pinochet por Joseph Allbritton, ex presidente y accionista dominante. Entre sus amigos se cuentan Richard Cheney, vicepresidente, y Donald Rumsfeld, secretario de Defensa.

Esa banca, parte de Riggs National Corporation, cayó bajo el escrutinio de autoridades regulatorias hace casi tres años. Este enero, se declaró culpable y aceptó responsabilidad por no haber informado sobre miles de millones en cuentas. No sólo de Pinochet, sino también de otros líderes o ex líderes corruptos. Entre ellos, gobernantes de Guinea Ecuatorial, Sudán, Nigeria y Angola (todos petroleros). En uno de esos casos, descubierto por la Tesorería en 2003, el banco debió pagar multas por US$ 41 millones.

Finalmente, Riggs suspendió a fines de 2003 sus operaciones de banca privada y banca para diplomáticos. Poco después, la RNC lo puso en venta. Hacia julio de 2004, se anunció que PNC Financial Services Group (otra banca poco diáfana, esta vez en Pittsburgh) la compraría por US$ 650 millones, Pero la operación quedó trabada por las investigaciones judiciales y parlamentarias. Ahora se espera completar la transición en mayo.

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