La presunta “hoja de ruta” puede quedar definida entre el martes 22 y el miércoles 23, o sea en el encuentro que involucra la Comisión Europea. Pero la idea francesa (compartida por gobiernos ajenos a la UE, por ejemplo Rusia, China, India y parte del boque islámico) es plantear un “plan contra Wolfowitz” ya el domingo. Por una razón clave: el posterior plenario abarcará países tan incondicionales a Estados Unidos como antes lo fueran a la ex Unión Soviética (Eslovaquia, Hungría, Letonia, Lituania y Polonia). Además, influirán aliados de Washington como Holanda, Chipre e Italia.
Asimilado el sorpresivo (o no tanto) anuncio de George W.Bush, las tres cancillerísa buscan concertar una posición mínima en común: persuadir a EE.UU. de abandonar la candidatura de Wolfowitz a presidente del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF o Banco Mundial). Naturalmente, la opción de máxima sería juntar la suficiente cantidad de votos en el directorio de la entidad para bloquear la designación del aún subsecretario de Defensa.
No será fácil, salvo que se obtenga el apoyo o la abstención japonesa. Ante eso, Washington podría tener vacilaciones: depende demasiado de las compras niponas de letras para financiar sus prodigiosos déficit fiscal (US$ 475.000 millones) y de pagos externos (665.900 millones). Tampoco sería poco problema que China, Rusia y Saudiarabia –también miembros permanentes del directorio- le votasen en contra al caballo del comisario.
Españoles y británicos probablemente propongan una alternativa: aceptar a Wolfowitz, pero condicionado a un estricto programa de acción y políticas, para evitar los excesos bajo Robert McNamara en los años 60 y 70. Al respecto, Londres observó en los contactos preliminares que Condoleezza Rice (secretaria de Estado), por consejo de su antecesor (Colin Powell), apoya nombramientos de “halcones” en el exterior para alejarlos del entorno presidencial. Así surgieron John Bolton (ONU) o Wolfowitz y, quizás, surja el mismísimo Donald Rumsfeld (pasaría de Defensa al Consejo de Seguridad o la OTAN).
Mientras tanto, Rice va integrando su propio equipo. Acaba de nombrar subsecretario de Estado a Robert Zoellick, ex representante comercial viajero de Washington. A su vez, éste ha sido reemplazado en el cargo por Robert Portman, diputado republicano (Ohio).
Por supuesto, la Comisión Europea carece de voz y voto en cuanto al BIRF. Pero puede influir a través del Grupo de los Siete (simbólicamente ocho, cuando invitan a Rusia o China). En el plano político internacional, Bolton y Wolfowitz representan lo contrario del “acercamiento entre ambas orillas del Atlántico”, proclamado por Bush en Bratislava.
También se asocian a la repentina campaña contra China como poder en el Pacífico occidental. Un amigo de Wolfowitz, el policólogo John Meersheimer, acaba de sintetizar la nueva teoría de los halcones: “A medida que crezca y se consolide, China se volverá contra EE.UU., porque no tolerará su hegemonía. Tarde o temprano, pensará en la guerra”.
La presunta “hoja de ruta” puede quedar definida entre el martes 22 y el miércoles 23, o sea en el encuentro que involucra la Comisión Europea. Pero la idea francesa (compartida por gobiernos ajenos a la UE, por ejemplo Rusia, China, India y parte del boque islámico) es plantear un “plan contra Wolfowitz” ya el domingo. Por una razón clave: el posterior plenario abarcará países tan incondicionales a Estados Unidos como antes lo fueran a la ex Unión Soviética (Eslovaquia, Hungría, Letonia, Lituania y Polonia). Además, influirán aliados de Washington como Holanda, Chipre e Italia.
Asimilado el sorpresivo (o no tanto) anuncio de George W.Bush, las tres cancillerísa buscan concertar una posición mínima en común: persuadir a EE.UU. de abandonar la candidatura de Wolfowitz a presidente del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF o Banco Mundial). Naturalmente, la opción de máxima sería juntar la suficiente cantidad de votos en el directorio de la entidad para bloquear la designación del aún subsecretario de Defensa.
No será fácil, salvo que se obtenga el apoyo o la abstención japonesa. Ante eso, Washington podría tener vacilaciones: depende demasiado de las compras niponas de letras para financiar sus prodigiosos déficit fiscal (US$ 475.000 millones) y de pagos externos (665.900 millones). Tampoco sería poco problema que China, Rusia y Saudiarabia –también miembros permanentes del directorio- le votasen en contra al caballo del comisario.
Españoles y británicos probablemente propongan una alternativa: aceptar a Wolfowitz, pero condicionado a un estricto programa de acción y políticas, para evitar los excesos bajo Robert McNamara en los años 60 y 70. Al respecto, Londres observó en los contactos preliminares que Condoleezza Rice (secretaria de Estado), por consejo de su antecesor (Colin Powell), apoya nombramientos de “halcones” en el exterior para alejarlos del entorno presidencial. Así surgieron John Bolton (ONU) o Wolfowitz y, quizás, surja el mismísimo Donald Rumsfeld (pasaría de Defensa al Consejo de Seguridad o la OTAN).
Mientras tanto, Rice va integrando su propio equipo. Acaba de nombrar subsecretario de Estado a Robert Zoellick, ex representante comercial viajero de Washington. A su vez, éste ha sido reemplazado en el cargo por Robert Portman, diputado republicano (Ohio).
Por supuesto, la Comisión Europea carece de voz y voto en cuanto al BIRF. Pero puede influir a través del Grupo de los Siete (simbólicamente ocho, cuando invitan a Rusia o China). En el plano político internacional, Bolton y Wolfowitz representan lo contrario del “acercamiento entre ambas orillas del Atlántico”, proclamado por Bush en Bratislava.
También se asocian a la repentina campaña contra China como poder en el Pacífico occidental. Un amigo de Wolfowitz, el policólogo John Meersheimer, acaba de sintetizar la nueva teoría de los halcones: “A medida que crezca y se consolide, China se volverá contra EE.UU., porque no tolerará su hegemonía. Tarde o temprano, pensará en la guerra”.