<p>En esta oportunidad, se combinan metas cuantitativas –como en 2009- con la intención explícita, por parte de los países emisores de gases tipo invernadero, de pasar a la acción. Antes, claro, de que el malhadado protocolo de Kyoto (1992) expire en 2012, lo cual parece a varios críticos una ambigüedad.</p>
<p>Sin duda, como hace un año, los resultados pueden verse como un vaso medio vacío o uno medio lleno. En el lado positivo, el documento final de Cancún –éste sí una sorpresa por lo rápido- confirma el fondo anual por US$ 100.000 millones para financiar a economías periféricas para adaptarse a las reformas. El otro punto clave es el acuerdo entre China, Estados Unidos e India sobre vigilancia, supervisión y comunicación de progresos.</p>
<p>Esto requiere transparencia y ajustes operativos. Empezando por prorrogar un año la vigencia de Kyoto, o sea de diciembre de 2012 a igual mes de 2013. Sólo el pertinaz, depredador Japón se negó en principio a suscribir el nuevo acuerdo provisorio.</p>
<p>En lo negativo, se posterga a la próxima conferencia (Durban, diciembre de 2011) la presentación de un texto jurídicamente vinculante. Esto reitera un subterfugio supuestamente agotado. Parte del problema es que 192 países –muchos simples colores en el mapamundi- hayan necesitados dos semanas de debates para aprobar a última hora un documento temporario.</p>
<p>Se trata de un texto con escaso contenido, que reitera la meta de reducir 1,5 grado anual la temperatura global. Pero, como todos los científicos saben, es un objetivo inalcanzable este siglo (vale decir hasta 2100) si no se adoptan políticas mucho más proactivas que las actuales, todavía determinadas por el protocolo de 1992. O sea, hace dieciocho años.<br />
<br />
No obstante, existen hoy más esperanzas que hace tres días. Pero el clima, esto es el efecto invernadero, no le dará décadas a la economía verde para surtir efecto. Menos con un documento provisional tan reticente. Por ejemplo, China tiene grandes iniciativas para Sudamérica y África basadas en hidrocarburos, la mayor génesis de contaminación.</p>
<p> </p>
Cancún se despachó esta vez con toda una sorpresa
En verdad, el cierre de la conferencia sobre cambio climático fue sólo a medias inesperado. Se trata, sí, de una expresa voluntad de encarar medidas concretas, no ya enunciados de buenas intenciones, como las que hundieron Copenhague en 2009.