Mientras se estancaba el nombramiento del irascible enemigo de Naciones Unidos para representar a Estados Unidos en ese mismo cuerpo, el presidente Busch reaccionó con desacostumbrada acritud contra senadores republicanos. “Antes, quisiéramos profundizar en denuncias y acusaciones en torno de Bolton, su actuación pública y sus ideas sobre la ONU”, opuso Lincol Chafee, un moderado.
Por ahora, la votación ha sido pospuesta al mes próximo. “Bolton es una personalidad excepcional e hizo una brillante carrera al servicios del país. Déjense de hacer politiquería o fomentar el periodismo barato y confírmenlo”, casi ordenó –al saber que el veredicto quedaba suspendido- un presidente cuyo mandato arranca mal en el frente internacional.
Por su parte, a Rice no le bastó con decir en Moscú que el presidente anfitrión, Vladyímir Putin, ejerce excesiva autoridad en su país (es cierto), sorprendiendo a quienes esperaba más sutileza. En la escala siguiente de la jira, Minsk (Rusia Blanca, satélite de Rusia), acentuó los roces con el Kremlin.
Profesora en política internacional y jefa diplomática de la superpotencia militar –no ya económica-, Rice tuvo vario traspiés, justamente en Rusia. Ni su antecesor inmediato, Colin Powell, ni mucho menos Zbigniew Brzezinski o Henry Kissinger hubiesen siquiera pensado en semejantes debordes de imperialismo a lo Theordore Roosevelt o Woodrow Wilson.
Poco le sirvieron su carrera en la universidad de Stanford y dos libros publicados sobre –oh- la Unión Soviética. Suele sucederles a muchos graduados en escuelas de negocios: la secretaria de Estados afrontó la conferencia de prensa (miércoles) como una estudiante de primer año. Una “freshwoman”, si existe la palabra. Para empezar, intentó un chiste: sus aspiraciones no son presidenciales (todo el mundo sabe que sí lo son) y, una vez retirada, se ganará la vida enseñando… ruso.
Acto seguido, opinó que Putin tiene un estilo autoritario de gestión. Lo malo es que quiso decirlo en ruso y se trabó en varios tramos. “Bueno, hace tiempo que no practico”, se disculpó por los deslices (no por el cachetazo al presidente). La cara del moscovita era un espectáculo, aun para la regimentada TV local. La cadena Fox (Rupert Murdoch, incondicional de George W.Bush), CNN ya gran parte de las estaciones latinoamericanas obvuaron los pasajes más divertidos de la reunión con la prensa. No así BBC World y sus colegas italiana, española o francesa.
Entretanto, radio Eco (Moscú) difundía por todo el continente en ruso e inglés la entrevista entre Alyexiey Veñedíktov –“chozno de Benito”, vaya ironía- y Rice. Ahí fue donde la “kremlinóloga” volvió a criticar el estilo de goberino de Putin. En el frente lingüístico, varias veces dijo “da” (sí) por “ñet” (no) y no lograma pronunciar claramente “ocheñ jarashó” (muy bien).
No es que su actuación política compensara esos “bloopers” con éxitos. Moscú “no toma en consideración la visita de inspectores estadoundienses a instalaciones nucleares rusos, algo que debiera estar fuera de discusión”. Syerghiéi Ivánov, ministro de Defensa, le recordó –en inglés, por las dudas- que, como en el caso de Irán, los eventuales veedores deben ser de Naciones Unidas, no de un país determinado. También le leyó un comunicado que señalaba eso mismo… firmado por Rice. Curiosamente, la misión principal de Rice era arreglar una reunión entre Putin y Bush, al 9 de mayo.
Volviendo a los medios, la titular de Estado –inquirida acerca de la crisis en Ecuador- equiparó esa situación con las imperantes en Colombia, Venezuela y… Brasil. Quizás algún asesor despistados le habría dicho que los presidentes de esos paíse también fueron destituidos. En otro tema, Rice les restó importancia a los esfuerzos de Moscú para ser aceptada como “economía de mercado”. Un día antes, Argentina se había declarado dispuesta a hacerlo (pero Daniel Scioli lo dijo en castellano, no en ruso).
Ya en Minsk, la secretario de Estado calificó a Rusia Blanca (Byelarús) como “la última dictactura verdadera que queda en Europa”. Como si eso fuese poco, auguró la derrota del presidente Alyexandr Lukashenko –otro ex KGB- en las elecciones de 2006. “Entonces, este país saldrá de las sombras”. Como Putin en Moscú, Lukashenko (estaba presente) optó por el silencio en Minsk.
Mientras se estancaba el nombramiento del irascible enemigo de Naciones Unidos para representar a Estados Unidos en ese mismo cuerpo, el presidente Busch reaccionó con desacostumbrada acritud contra senadores republicanos. “Antes, quisiéramos profundizar en denuncias y acusaciones en torno de Bolton, su actuación pública y sus ideas sobre la ONU”, opuso Lincol Chafee, un moderado.
Por ahora, la votación ha sido pospuesta al mes próximo. “Bolton es una personalidad excepcional e hizo una brillante carrera al servicios del país. Déjense de hacer politiquería o fomentar el periodismo barato y confírmenlo”, casi ordenó –al saber que el veredicto quedaba suspendido- un presidente cuyo mandato arranca mal en el frente internacional.
Por su parte, a Rice no le bastó con decir en Moscú que el presidente anfitrión, Vladyímir Putin, ejerce excesiva autoridad en su país (es cierto), sorprendiendo a quienes esperaba más sutileza. En la escala siguiente de la jira, Minsk (Rusia Blanca, satélite de Rusia), acentuó los roces con el Kremlin.
Profesora en política internacional y jefa diplomática de la superpotencia militar –no ya económica-, Rice tuvo vario traspiés, justamente en Rusia. Ni su antecesor inmediato, Colin Powell, ni mucho menos Zbigniew Brzezinski o Henry Kissinger hubiesen siquiera pensado en semejantes debordes de imperialismo a lo Theordore Roosevelt o Woodrow Wilson.
Poco le sirvieron su carrera en la universidad de Stanford y dos libros publicados sobre –oh- la Unión Soviética. Suele sucederles a muchos graduados en escuelas de negocios: la secretaria de Estados afrontó la conferencia de prensa (miércoles) como una estudiante de primer año. Una “freshwoman”, si existe la palabra. Para empezar, intentó un chiste: sus aspiraciones no son presidenciales (todo el mundo sabe que sí lo son) y, una vez retirada, se ganará la vida enseñando… ruso.
Acto seguido, opinó que Putin tiene un estilo autoritario de gestión. Lo malo es que quiso decirlo en ruso y se trabó en varios tramos. “Bueno, hace tiempo que no practico”, se disculpó por los deslices (no por el cachetazo al presidente). La cara del moscovita era un espectáculo, aun para la regimentada TV local. La cadena Fox (Rupert Murdoch, incondicional de George W.Bush), CNN ya gran parte de las estaciones latinoamericanas obvuaron los pasajes más divertidos de la reunión con la prensa. No así BBC World y sus colegas italiana, española o francesa.
Entretanto, radio Eco (Moscú) difundía por todo el continente en ruso e inglés la entrevista entre Alyexiey Veñedíktov –“chozno de Benito”, vaya ironía- y Rice. Ahí fue donde la “kremlinóloga” volvió a criticar el estilo de goberino de Putin. En el frente lingüístico, varias veces dijo “da” (sí) por “ñet” (no) y no lograma pronunciar claramente “ocheñ jarashó” (muy bien).
No es que su actuación política compensara esos “bloopers” con éxitos. Moscú “no toma en consideración la visita de inspectores estadoundienses a instalaciones nucleares rusos, algo que debiera estar fuera de discusión”. Syerghiéi Ivánov, ministro de Defensa, le recordó –en inglés, por las dudas- que, como en el caso de Irán, los eventuales veedores deben ser de Naciones Unidas, no de un país determinado. También le leyó un comunicado que señalaba eso mismo… firmado por Rice. Curiosamente, la misión principal de Rice era arreglar una reunión entre Putin y Bush, al 9 de mayo.
Volviendo a los medios, la titular de Estado –inquirida acerca de la crisis en Ecuador- equiparó esa situación con las imperantes en Colombia, Venezuela y… Brasil. Quizás algún asesor despistados le habría dicho que los presidentes de esos paíse también fueron destituidos. En otro tema, Rice les restó importancia a los esfuerzos de Moscú para ser aceptada como “economía de mercado”. Un día antes, Argentina se había declarado dispuesta a hacerlo (pero Daniel Scioli lo dijo en castellano, no en ruso).
Ya en Minsk, la secretario de Estado calificó a Rusia Blanca (Byelarús) como “la última dictactura verdadera que queda en Europa”. Como si eso fuese poco, auguró la derrota del presidente Alyexandr Lukashenko –otro ex KGB- en las elecciones de 2006. “Entonces, este país saldrá de las sombras”. Como Putin en Moscú, Lukashenko (estaba presente) optó por el silencio en Minsk.