El MBA cumple un siglo

Apareció en Estados Unidos cuando el país crecía, se industrializaba y necesitaba profesionales bien preparados para manejar empresas. Su evolución a lo largo del siglo lo transformó de curso de contabilidad en curso de ética y liderazgo.

31 octubre, 2003

El MBA, ese famoso master en administración de empresas que ya se conoce
incluso en países de habla hispana por sus siglas en inglés, apareció
por primera vez en Estados Unidos a comienzos del siglo 20. De acuerdo con los
tiempos — el país comenzaba a industrializarse – el programa era simplemente
un conjunto de cursos de contabilidad y teneduría de libros. Tenía
una estructura estándar para todos los estudios de posgrado: dos años
académicos que los alumnos tomaban después de terminar su carrera
de grado. El modelo tuvo gran aceptación y se difundió con velocidad.

En 1959 aparecieron dos informes donde se acusaba a los cursos de falta de
rigor académico y poca relevancia con los temas empresariales. La educación
gerencial de posgrado, decían, es poco más que una oferta vocacional
que atrae a estudiantes de segunda que escuchan a profesores de segunda con
poco entendimiento de su materia, poca investigación y en total desconexión
con las empresas.

La reacción fue inmediata: las escuelas elevaron las exigencias de admisión,
el nivel de la enseñanza y pusieron mucho énfasis en la investigación
académica. Así nació el clásico MPA estadounidense,
un primer año con las materias centrales obligatorias que proveen la
base para el segundo año con materias electivas que permiten la especialización
o el estudio más profundo.

Mientras tanto, crecía el interés en Europa, especialmente en
Gran Bretaña, donde se buscaba un antídoto para su declinación
económica e industrial con respecto a sus principales socios comerciales
en el mundo. Dentro de las universidades, especialmente las de Londres y Manchester,
aparecieron escuelas de negocios que se proponían ser “centros de
excelencia” modeladas al estilo americano, Harvard particularmente. Muchos
ingleses objetaron entonces que el Reino Unido no debía copiar un sistema
nuevo y creado para responder a problemas de Estados Unidos. El otro debate
– que subsiste aun hoy – es si la insistencia en lo académico significa
ignorar el posible aporte de las empresas.

Pero en Europa no todas las escuelas e instituciones copiaron el modelo estadounidense.
IMD, INSEAD, Henley y Ashridge fueron centros iniciados por grupos de empresas para
brindar entretamiento gerencial. En Francia, las cámaras de comercio
jugaron un rol importante en el establecimiento de escuelas de negocios.

En los ´90 volvió a cambiar el contenido de los programas de estudio,
especialmente en América del norte, sobre todo por la presión
de los rankings organizados por los medios. Además, ahora se decía
que los MBA eran demasiado académicos, demasiado teóricos y divorciados
de la realidad de la práctica empresarial. De los egresados se decía
que adoptaban posturas demasiado analíticas y cuantitativas a los temas
, cuando las empresas necesitaban gerentes habilidades más difusas, como
“liderazgo”.

En consecuencia, estos cambios fueron introducidos en los programas de los MBA:
-capacitación en habilidades “blandas”: liderazgo, ética
y habilidades interpersonales
–mayor acento en internacionalismo
–mayor acento en temas prácticos y mayor integración de las diversas
funciones gerenciales.

Ahora, en los primeros años del siglo 21, vuelven a cambiar los programas
para acentuar el énfasis en liderazgo, ética empresarial y moral.

El MBA, ese famoso master en administración de empresas que ya se conoce
incluso en países de habla hispana por sus siglas en inglés, apareció
por primera vez en Estados Unidos a comienzos del siglo 20. De acuerdo con los
tiempos — el país comenzaba a industrializarse – el programa era simplemente
un conjunto de cursos de contabilidad y teneduría de libros. Tenía
una estructura estándar para todos los estudios de posgrado: dos años
académicos que los alumnos tomaban después de terminar su carrera
de grado. El modelo tuvo gran aceptación y se difundió con velocidad.

En 1959 aparecieron dos informes donde se acusaba a los cursos de falta de
rigor académico y poca relevancia con los temas empresariales. La educación
gerencial de posgrado, decían, es poco más que una oferta vocacional
que atrae a estudiantes de segunda que escuchan a profesores de segunda con
poco entendimiento de su materia, poca investigación y en total desconexión
con las empresas.

La reacción fue inmediata: las escuelas elevaron las exigencias de admisión,
el nivel de la enseñanza y pusieron mucho énfasis en la investigación
académica. Así nació el clásico MPA estadounidense,
un primer año con las materias centrales obligatorias que proveen la
base para el segundo año con materias electivas que permiten la especialización
o el estudio más profundo.

Mientras tanto, crecía el interés en Europa, especialmente en
Gran Bretaña, donde se buscaba un antídoto para su declinación
económica e industrial con respecto a sus principales socios comerciales
en el mundo. Dentro de las universidades, especialmente las de Londres y Manchester,
aparecieron escuelas de negocios que se proponían ser “centros de
excelencia” modeladas al estilo americano, Harvard particularmente. Muchos
ingleses objetaron entonces que el Reino Unido no debía copiar un sistema
nuevo y creado para responder a problemas de Estados Unidos. El otro debate
– que subsiste aun hoy – es si la insistencia en lo académico significa
ignorar el posible aporte de las empresas.

Pero en Europa no todas las escuelas e instituciones copiaron el modelo estadounidense.
IMD, INSEAD, Henley y Ashridge fueron centros iniciados por grupos de empresas para
brindar entretamiento gerencial. En Francia, las cámaras de comercio
jugaron un rol importante en el establecimiento de escuelas de negocios.

En los ´90 volvió a cambiar el contenido de los programas de estudio,
especialmente en América del norte, sobre todo por la presión
de los rankings organizados por los medios. Además, ahora se decía
que los MBA eran demasiado académicos, demasiado teóricos y divorciados
de la realidad de la práctica empresarial. De los egresados se decía
que adoptaban posturas demasiado analíticas y cuantitativas a los temas
, cuando las empresas necesitaban gerentes habilidades más difusas, como
“liderazgo”.

En consecuencia, estos cambios fueron introducidos en los programas de los MBA:
-capacitación en habilidades “blandas”: liderazgo, ética
y habilidades interpersonales
–mayor acento en internacionalismo
–mayor acento en temas prácticos y mayor integración de las diversas
funciones gerenciales.

Ahora, en los primeros años del siglo 21, vuelven a cambiar los programas
para acentuar el énfasis en liderazgo, ética empresarial y moral.

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