En la actualidad, Gordon Brown –heredero formal de Blair, quien lo detesta- practica desde hacienda una política monetarista. Hace justo diez años, ya había restituido la autonomía al Banco de Inglaterra. Pero ello, amén de tornarlo poco popular entre la clientela laborista, no impide que medios allegados a los conservadores (“Financial times”, el semanario “Economist”) lo califiquen estos días de “estalinista económico”.
Desde que Blair lo llevó al gabinete en 1994, Brown “no ha tenido el valor suficiente para pelear y sólo da rienda suelta a sus rencores en privado”. Así sostiene Peter Mandelson, comisario comercial de la Unión Europea y uno de los pocos que todavía apoya al primer ministro.
Mientras se espera para junio, por fin, la renuncia de Blair, las encuestas dan mal para el laborismo y peor para Brown. Tomado como partido, queda once puntos bajo los conservadores pero, al extrapolar al ministro de hacienda, esa brecha alcanza a quince puntos. Mientras su equipo sigue elaborando un “proyecto Gordon” desde hace meses, ahora restan poco menos de tres para la campaña electoral.
Entretanto, los últimos amigos de Blair tienen lema propio: “abg, anyone but Gordon” (cmg, cualquiera menos Gordon) y su líder es David Miliband, ministro de Ambiente. En semejante clima, Cameron no necesita esforzarse. En cuanto a los liberales, buscan ubicarse entre unos y otros, pero no les alcanza.
En la actualidad, Gordon Brown –heredero formal de Blair, quien lo detesta- practica desde hacienda una política monetarista. Hace justo diez años, ya había restituido la autonomía al Banco de Inglaterra. Pero ello, amén de tornarlo poco popular entre la clientela laborista, no impide que medios allegados a los conservadores (“Financial times”, el semanario “Economist”) lo califiquen estos días de “estalinista económico”.
Desde que Blair lo llevó al gabinete en 1994, Brown “no ha tenido el valor suficiente para pelear y sólo da rienda suelta a sus rencores en privado”. Así sostiene Peter Mandelson, comisario comercial de la Unión Europea y uno de los pocos que todavía apoya al primer ministro.
Mientras se espera para junio, por fin, la renuncia de Blair, las encuestas dan mal para el laborismo y peor para Brown. Tomado como partido, queda once puntos bajo los conservadores pero, al extrapolar al ministro de hacienda, esa brecha alcanza a quince puntos. Mientras su equipo sigue elaborando un “proyecto Gordon” desde hace meses, ahora restan poco menos de tres para la campaña electoral.
Entretanto, los últimos amigos de Blair tienen lema propio: “abg, anyone but Gordon” (cmg, cualquiera menos Gordon) y su líder es David Miliband, ministro de Ambiente. En semejante clima, Cameron no necesita esforzarse. En cuanto a los liberales, buscan ubicarse entre unos y otros, pero no les alcanza.