Giorgio Napolitano: basta de ingresos a la Unión Europea

A medio siglo del tratado de Roma, el presidente italiano -de origen izquierdista- aboga por una UE fuerte. Pero no cree prudente seguir incorporando miembros, pues tienden a trabar la gobernabilidad del conjunto.

22 marzo, 2007

“Detengamos el flujo de nuevos socios. Al menos mientras la Unión Europea –que no es sinónimo de Europa ni Eurozona- no modifique drásticamente instituciones y mecanismos”. El respetado dirigente italiano cree que, ya con el número actual (veintisiete) y la disparidad entre grados de desarrollo político, social y económico, se plantean graves disyuntivas.

Lejos de “líricos del cincuentenario” que ven una UE perfecta (Jacques Chirac, Jeremy Rifkin, etc.), Napolitano ha publicado, ante de asumir el cargo actual, un libro. Resume allí la crisis del proyecto constitucional tras el “no” en Francia y Holanda o el congelamiento los plebiscitos (2005).

El presidente italiano sugiere en el texto “modificar un tercio del documento y reducir el farragoso articulado. Seguir con el proyecto actual es abrir una caja de Pandora”. Sin llegar a manifestarlo explícitamente, en una reciente entrevista (RAI), Napolitano no parece satisfecho con la conformación actual de la UE.

Dejando de lado el enfrentamiento entre la Organización del tratado atlántico norte (Otán), el escudo de proyectiles planteado por Estados Unidos –con apoyo de Polonia, Lituania, etc,- y Rusia, el perfil actual de la UE es demasiado variopinto. Junto a economías centrales, las hay a medias (España, Portugal, Grecia, Eslovaquia, Letonia, Lituania) y hasta subdesarrolladas en escala europea. Por ejemplo, Malta, Chipre, Rumania y Bulgaria. También funcionan plazas “off shore” tan peligrosas como Suiza: Luxemburgo, Austria, Guernsey, San Marino y Andorra (esas tres fuera de la UE).

“Detengamos el flujo de nuevos socios. Al menos mientras la Unión Europea –que no es sinónimo de Europa ni Eurozona- no modifique drásticamente instituciones y mecanismos”. El respetado dirigente italiano cree que, ya con el número actual (veintisiete) y la disparidad entre grados de desarrollo político, social y económico, se plantean graves disyuntivas.

Lejos de “líricos del cincuentenario” que ven una UE perfecta (Jacques Chirac, Jeremy Rifkin, etc.), Napolitano ha publicado, ante de asumir el cargo actual, un libro. Resume allí la crisis del proyecto constitucional tras el “no” en Francia y Holanda o el congelamiento los plebiscitos (2005).

El presidente italiano sugiere en el texto “modificar un tercio del documento y reducir el farragoso articulado. Seguir con el proyecto actual es abrir una caja de Pandora”. Sin llegar a manifestarlo explícitamente, en una reciente entrevista (RAI), Napolitano no parece satisfecho con la conformación actual de la UE.

Dejando de lado el enfrentamiento entre la Organización del tratado atlántico norte (Otán), el escudo de proyectiles planteado por Estados Unidos –con apoyo de Polonia, Lituania, etc,- y Rusia, el perfil actual de la UE es demasiado variopinto. Junto a economías centrales, las hay a medias (España, Portugal, Grecia, Eslovaquia, Letonia, Lituania) y hasta subdesarrolladas en escala europea. Por ejemplo, Malta, Chipre, Rumania y Bulgaria. También funcionan plazas “off shore” tan peligrosas como Suiza: Luxemburgo, Austria, Guernsey, San Marino y Andorra (esas tres fuera de la UE).

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