Irán desempeña creciente papel en la economía de Irak

Mientras George W.Bush trata de impedir que Tehrán actúe en la Mesopotamia, en sus ciudades se ven acondicionadores, alimentos y hasta Peugeot 206 de origen persa. Sobre todo en Kirkuk, Basora y Nadyaf.

20 marzo, 2007

En particular, las poblaciones del sudeste petrolero, cerca de la frontera, inclusive han empezado a comprarle electridad al vecino. El propio gobierno de Bagdad apela a compañìas iraníes para obtener nafta o gas oil de Türkmenistán. En efecto, el mal desempeño de contratistas norteamericanos -especialmente Halliburton/KBR- genera escasez de combustibles.

La autoridad monetaria iraquí, entretanto, tramita una solicitud para abrir sucurtsales de un banco iranía en Bagdad, Basora y Kirkuk. Por otra parte, Tehrán ha ofrecido al sector privado local créditos por un total de mil millones de dólares.

Mal que les pese a Estados Unidos, Israel o Saudiarabia, las economías de Irak e Irán tienden a complementarse. Bienes, insumos y servicios persas ingresan al vecino occidental. Ello pese a una sangrienta historia reciente: la guerra de 1980/8, el embargo comercial decretado luego por Saddam Huséin y la ocupación anglonorteamericana (que fomenta esas relaciones, valga la paradoja).

Pero el dinero fluye aún de oeste a este, ya que Irak depende de las importaciones por dos motivos. Primero, sus industrias fueron arrasadas durante el conflicto de los años 80. Segundo, la autonomía kurda, las sanciones posteriores a 1991 y la actual guerra civil prolongan esa situación. Reconstrucción y seguridad no cumplen las expectativas del público. Por tanto, el acceso a bienes y servicios baratos es el único consuelo que les queda a los iraquíes.

“Vemos intercambio en una sola dirección”, admite Barham Salih, a cargo de hacienda en Bagdad. “Si descontamos el petróleo, el desequilibrio es considerable”. Los líderes del bloque parlamentario shií hoy en el poder creen que los lazos bilaterales irán consolidándose. En buena medida, por la hostilidad de Saudiarabia, sus títeres peninsulares (todos sunníes, salvo Qatar o el laico Yemén) y Estados Unidos a dos regímenes shiitas, Irak e Irán.

“Si los shiíes no se sienten protegidos, sus dirigentes deberán trabajar con sus correligionarios persas” señala Samí al-Askarí, legislador que asesora al primer ministro Nurí al-Malikí, de suyo un hombre devoto con nexos en Irán. “Ryadh y Washington sostienen que nuestro vecino es peligroso, pero no nos dejan opciones, salvo hasta cierto punto Siria y Turquía”. Algunas estadísticas indican que el comercio bilateral viene subiendo a razón de 30% anual desde la invasión.

Según la embajada norteamericana, en 2006 Siria representaba 22% de importaciones iraquíes, Turquía igual e Irán algo menos. Por su parte, la CIA estima que las importaciones totales del mismo año sumaban US$ 20.800 millones. El ministro kurdo Hoshyar Zebarí (relaciones exteriores) señala que los gobiernos provinciales tienen tratos separados con Tehrán. Hace un tiempo les ordenó centralizar en Bagdad pero, claro, Irak ha vuelto a ser tres países, como antes de 1921.

Los shiitas iraquíes aprovechan bien los vínculos económicos con el vecino, Eso se ve claramente en Nadyaf y Karbala, cuyos lugares santos atraen cada mes miles de peregrinos persas. Tehrán aporta US$ 20 millones anuales para recontruir y mejorar alojamientos, explica Assad Abú Galal, gobernador local y miembros del consejo islámico. “Por otro lado, cada peregrino persa gasta hasta mil dólares en hotel, comida y recuerdos”.

Estos nexos desvelan a EE.UU. aunque no tanto a Gran Bretaña. En un momento dado, Nadyaf casi contrata una firna iraní para desarrollar soporte aéreo. El negocio se frustró por orden de Bagdad, bajo presión de Washington. Sin embargo, algunos diplomáticos norteamericanos estiman que el comercio es positivo y no creen que haya factores políticos en juego. Más los inquieta la asistencia médica: el éxodo de profesionales iraquíes hace que la gente apele a Irán para cubrir el déficit. A diferencia del hospital Walter Reed, donde los soldados norteamericanos no la pasan bien, personal iraquí maneja instalaciones en Tehrán y otras ciudades persas, donde se rehabilita, asiste y hasta opera.

En particular, las poblaciones del sudeste petrolero, cerca de la frontera, inclusive han empezado a comprarle electridad al vecino. El propio gobierno de Bagdad apela a compañìas iraníes para obtener nafta o gas oil de Türkmenistán. En efecto, el mal desempeño de contratistas norteamericanos -especialmente Halliburton/KBR- genera escasez de combustibles.

La autoridad monetaria iraquí, entretanto, tramita una solicitud para abrir sucurtsales de un banco iranía en Bagdad, Basora y Kirkuk. Por otra parte, Tehrán ha ofrecido al sector privado local créditos por un total de mil millones de dólares.

Mal que les pese a Estados Unidos, Israel o Saudiarabia, las economías de Irak e Irán tienden a complementarse. Bienes, insumos y servicios persas ingresan al vecino occidental. Ello pese a una sangrienta historia reciente: la guerra de 1980/8, el embargo comercial decretado luego por Saddam Huséin y la ocupación anglonorteamericana (que fomenta esas relaciones, valga la paradoja).

Pero el dinero fluye aún de oeste a este, ya que Irak depende de las importaciones por dos motivos. Primero, sus industrias fueron arrasadas durante el conflicto de los años 80. Segundo, la autonomía kurda, las sanciones posteriores a 1991 y la actual guerra civil prolongan esa situación. Reconstrucción y seguridad no cumplen las expectativas del público. Por tanto, el acceso a bienes y servicios baratos es el único consuelo que les queda a los iraquíes.

“Vemos intercambio en una sola dirección”, admite Barham Salih, a cargo de hacienda en Bagdad. “Si descontamos el petróleo, el desequilibrio es considerable”. Los líderes del bloque parlamentario shií hoy en el poder creen que los lazos bilaterales irán consolidándose. En buena medida, por la hostilidad de Saudiarabia, sus títeres peninsulares (todos sunníes, salvo Qatar o el laico Yemén) y Estados Unidos a dos regímenes shiitas, Irak e Irán.

“Si los shiíes no se sienten protegidos, sus dirigentes deberán trabajar con sus correligionarios persas” señala Samí al-Askarí, legislador que asesora al primer ministro Nurí al-Malikí, de suyo un hombre devoto con nexos en Irán. “Ryadh y Washington sostienen que nuestro vecino es peligroso, pero no nos dejan opciones, salvo hasta cierto punto Siria y Turquía”. Algunas estadísticas indican que el comercio bilateral viene subiendo a razón de 30% anual desde la invasión.

Según la embajada norteamericana, en 2006 Siria representaba 22% de importaciones iraquíes, Turquía igual e Irán algo menos. Por su parte, la CIA estima que las importaciones totales del mismo año sumaban US$ 20.800 millones. El ministro kurdo Hoshyar Zebarí (relaciones exteriores) señala que los gobiernos provinciales tienen tratos separados con Tehrán. Hace un tiempo les ordenó centralizar en Bagdad pero, claro, Irak ha vuelto a ser tres países, como antes de 1921.

Los shiitas iraquíes aprovechan bien los vínculos económicos con el vecino, Eso se ve claramente en Nadyaf y Karbala, cuyos lugares santos atraen cada mes miles de peregrinos persas. Tehrán aporta US$ 20 millones anuales para recontruir y mejorar alojamientos, explica Assad Abú Galal, gobernador local y miembros del consejo islámico. “Por otro lado, cada peregrino persa gasta hasta mil dólares en hotel, comida y recuerdos”.

Estos nexos desvelan a EE.UU. aunque no tanto a Gran Bretaña. En un momento dado, Nadyaf casi contrata una firna iraní para desarrollar soporte aéreo. El negocio se frustró por orden de Bagdad, bajo presión de Washington. Sin embargo, algunos diplomáticos norteamericanos estiman que el comercio es positivo y no creen que haya factores políticos en juego. Más los inquieta la asistencia médica: el éxodo de profesionales iraquíes hace que la gente apele a Irán para cubrir el déficit. A diferencia del hospital Walter Reed, donde los soldados norteamericanos no la pasan bien, personal iraquí maneja instalaciones en Tehrán y otras ciudades persas, donde se rehabilita, asiste y hasta opera.

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