<p>El jueves fue un día negro para el premier Silvio Berlusconi, Umberto Bossi (aliado ultraderechista de quien depende el Cavaliere para sobrevivir), un parlamento desprestigiado y la gente, todos en contra de un duro “paquete griego”. Virtual árbitro de la situación, Tremonti fue claro: “la Eurozona, más que Italia, tiene una cita con el destino. Pero la salvación no vendrá de las finanzas sino de la política.<br />
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El plan romano tiene cuatro fases, dos cómodas y dos duras. Prevé € 3.000 millones en 2011 –o sea ya mismo, el doble en 2012, € 25.000 millones en 2013 y 45.000 millones en 2014, año cuando vence un eventual ajuste griego proyectado para 2012/14. Por supuesto, casi nadie espera que Berlusconi y sus amigos estén para entonces en el poder. El gobierno heleno, tampoco.<br />
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Volviendo a Benjamin Bernanke, la autoridad monetaria estadounidense contribuyó, quizá sin querer, a subrayar la vulnerabilidad de la Eurozona, si no de la propia Unión Europea. Desde hace varios días, los corrillos de Bruselas, Francfort, Luxemburgo y Londres subrayan el “pecado europeo original”, como reitera desde 2010 Joseph Stiglitz, Nobel 2001. En otras palabras, “no existe un gobierno económico común”.<br />
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Tampoco impera la concordia. Ayer mismo, el belga Herman van Rompuy (Consejo Europeo) se movía contrarreloj para armar una ya célebre “supercumbre” Eurogrupo-Ecofin, Vale decir, los veintisiete ministros financieros o, tal vez, los jefes de estado y gobierno. Entretanto, la canciller alemana Angela Merkel insistía en que “todo sigue abierto y nada se ha resuelto”. No hablaba desde Berlín sino desde Nigeria, durante una visita inexplicable.</p>
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Bernanke dejó en claro la debilidad de la UE
El presidente de la Reserva Federal afirmó que Italia no orilla un rescate. Pero el ajuste por 70.000 millones en tres años refleja miedo al contagio heleno. Como señalaba Giulio Tremonti, ministro de economía, vamos para delante o nos hundimos