sábado, 21 de diciembre de 2024

Bajar la inflación mediante un moderado ajuste fiscal será prioridad del próximo gobierno

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En el informe trimestral hasta septiembre, Nicolás Bridger y Osvaldo Cado prevén que la crisis hipotecaria determinará menor liquidez en 2008. Ello inducirá a la economía nacional a mejorar las variables fiscales sobre un eje excluyente: la inflación.

Los economistas de la consultora Prefinex sintetizan en tres puntos la gravedad
del problema: la aceleración de la inflación, su comportamiento
errático ocultado y el pasado hiperinflacionario, lo cual lleva a ajustes
constantes en las expectativas y en las variables económicas.

Según señalan en el parte trimestral, las causas de esta inflación
son: el incremento en el precio de los commodities, que no sólo sufre
Argentina ya que todos los países de la región mostraron una aceleración
de sus índices de precios y expectativas inflacionarias.

Sin embargo, en el caso argentino aparecen dos temas adicionales: la política
monetaria pasiva (tasas reales de interés negativas) y expansión
explosiva del gasto público.

La mitad del gasto subió como consecuencia de la universalización
de las jubilaciones, la cuarta parte por el aumento de la plantilla salarial
del sector público y el cuarto restante por los subsidios al sector privado
para sostener el congelamiento de las tarifas.

El peligro radica en que se espiralice la inflación, ya que conduce
a inestabilidad monetaria y, en el peor de los casos, a una eventual política
de shock contractiva para evitar un rebrote mayor, que se traduce en una reducción
fuerte del gasto y apreciación del tipo de cambio.

Advierten que eso fue lo que sucedió en Brasil hace tres años,
pero la salvación estuvo en que el contexto internacional frenó
la caída de la actividad a través del crecimiento de las exportaciones.

En cambio, comparan el proceso argentino con la recuperación chilena,
en la que durante los seis años posteriores a la devaluación (1984)
registró un resultado fiscal promedio de -0,3 puntos del PIB (contra
3,1 que en el mismo lapso tuvo Argentina), además de que la devaluación
chilena fue de 650 % (230% fue la Argentina) en un contexto inflacionario mundial,
que no caracterizaba a esta década, al menos hasta ahora.

Prefinex destaca que el año que se inicia será estructuralmente
distinto al ciclo que culmina en éste, ya que habrá menor liquidez,
mayor aversión al riesgo y mayor costo del endeudamiento.

Ajuste moderado

La perspectiva que traza para la futura administración consiste en un
moderado ajuste que combinará: reducción del gasto público,
ajuste diferenciado de tarifas (15 % a las residenciales) y mayor presión
tributaria.

Avizoran, al mismo tiempo, una ampliación de la oferta energética
hacia fines de año, como consecuencia del efecto que tendrán inversiones
públicas que han venido con algún retraso en su ejecución
y desarrollo.

De este modo, el pronóstico es que cuanto menos difícilmente
se agudizarán los problemas de abastecimiento el año que viene
en relación con éste.

En el año que está culminando, el cuadro de situación
que efectúan los economistas en su informe trimestral indica que las
tarifas reguladas desincentivaron las inversiones y que paralelamente hubo una
demanda vigorosa de energía por el crecimiento económico y por
las temperaturas frías del invierno. Ambos factores obligaron al gobierno
a aplicar racionamiento, que recayó principalmente en las industrias
y en las cuentas públicas, como consecuencia de la compra de generadoras
e importación de energía.

En julio se batieron los récords de frío en casi todas las provincias,
menos Mendoza y Neuquén. Por ejemplo, en San Luis superó el registro
más bajo, de 1949, mientras en Río Cuarto y Benito Juárez
estuvo por encima de la década del ´60.

Al describir el daño que provocaron las manipulaciones al Indec al sistema
institucional, Bridger y Cado demuestran que el proceso se inició en
2004, al acelerarse la inflación minorista. En 2006 comenzaron los acuerdos
de precios y este año “la manipulación explícita de
las estadísticas”.

Así, a mitad de año se abre la brecha entre el IPC del área
metropolitana y del resto del país, ya que esta última alcanza
14,2 % contra 8,6 % del mayor conglomerado urbano.

La intervención del Indec tuvo la finalidad de “no publicar datos
de inflación en aceleración en el año electoral”,
dice Prefinex, y “el mercado se cobró la subestimación del
IPC mediante una suba del rendimiento exigido para invertir en la Argentina,
observable en la suba del riesgo país”.

Simultáneamente, desde abril (cuando se acentuó el nerviosismo
en los mercados), se nota el despegue del indicador argentino respecto del brasileño,
y así se llegó a agosto con una brecha de 250 bps.

El control de la inflación por la vía fiscal es la salida que
observan los economistas de Prefinex y sólo ven posible un recorte de
20 % en la expansión que tuvo el gasto este año. Lo cual requeriría
un alza en las jubilaciones que no supere 25 %, viable porque no quedan jubilados
por incorporarse al sistema, y que la plantilla salarial no crezca más
de 20 %, para lo cual no debería incrementarse la planta de empleados
públicos.

Tarifas

En cuanto a las tarifas reguladas, un escenario de ajuste gradual permitiría
incrementar el superávit fiscal primario, menores necesidades de financiamiento,
reducir las presiones inflacionarias de demanda, aumentar los incentivos para
expandir la oferta y el tesoro podría contribuir con el Banco Central
en la compra de dólares para mantener el tipo de cambio real elevado
sin necesidad de expandir la base monetaria.

Desaconsejan seguir con el esquema actual de congelamiento porque necesitarán
aumentarse los impuestos, principalmente los que gravan la renta, devaluarse
más el peso y se incrementarán las tensiones inflacionarias.

Durante los dos años venideros, Argentina enfrentará una agenda
de vencimientos por casi us$ 30.000 millones (13,3 mil millones en 2008 y 15,3
mil millones en 2009) y todavía enfrenta restricciones producto de la
intervención en el Indec y manipulación del CER, situación
irresuelta con el Club de París y los hold-outs.

El peligro de que la actual crisis de liquidez se convierta en insolvencia
depende de que del aterrizaje suave de la economía al que apuesta Estados
Unidos se pase a recesión con inflación, lo cual repercutiría
en una baja del precio de los commodities.

Los escenarios internacionales globales que plantea el informe es que se estabilice
la inflación y no haya crisis de insolvencia. La duda, en todo caso,
está en la respuesta que pueda tener la inflación mundial.

Los economistas de la consultora Prefinex sintetizan en tres puntos la gravedad
del problema: la aceleración de la inflación, su comportamiento
errático ocultado y el pasado hiperinflacionario, lo cual lleva a ajustes
constantes en las expectativas y en las variables económicas.

Según señalan en el parte trimestral, las causas de esta inflación
son: el incremento en el precio de los commodities, que no sólo sufre
Argentina ya que todos los países de la región mostraron una aceleración
de sus índices de precios y expectativas inflacionarias.

Sin embargo, en el caso argentino aparecen dos temas adicionales: la política
monetaria pasiva (tasas reales de interés negativas) y expansión
explosiva del gasto público.

La mitad del gasto subió como consecuencia de la universalización
de las jubilaciones, la cuarta parte por el aumento de la plantilla salarial
del sector público y el cuarto restante por los subsidios al sector privado
para sostener el congelamiento de las tarifas.

El peligro radica en que se espiralice la inflación, ya que conduce
a inestabilidad monetaria y, en el peor de los casos, a una eventual política
de shock contractiva para evitar un rebrote mayor, que se traduce en una reducción
fuerte del gasto y apreciación del tipo de cambio.

Advierten que eso fue lo que sucedió en Brasil hace tres años,
pero la salvación estuvo en que el contexto internacional frenó
la caída de la actividad a través del crecimiento de las exportaciones.

En cambio, comparan el proceso argentino con la recuperación chilena,
en la que durante los seis años posteriores a la devaluación (1984)
registró un resultado fiscal promedio de -0,3 puntos del PIB (contra
3,1 que en el mismo lapso tuvo Argentina), además de que la devaluación
chilena fue de 650 % (230% fue la Argentina) en un contexto inflacionario mundial,
que no caracterizaba a esta década, al menos hasta ahora.

Prefinex destaca que el año que se inicia será estructuralmente
distinto al ciclo que culmina en éste, ya que habrá menor liquidez,
mayor aversión al riesgo y mayor costo del endeudamiento.

Ajuste moderado

La perspectiva que traza para la futura administración consiste en un
moderado ajuste que combinará: reducción del gasto público,
ajuste diferenciado de tarifas (15 % a las residenciales) y mayor presión
tributaria.

Avizoran, al mismo tiempo, una ampliación de la oferta energética
hacia fines de año, como consecuencia del efecto que tendrán inversiones
públicas que han venido con algún retraso en su ejecución
y desarrollo.

De este modo, el pronóstico es que cuanto menos difícilmente
se agudizarán los problemas de abastecimiento el año que viene
en relación con éste.

En el año que está culminando, el cuadro de situación
que efectúan los economistas en su informe trimestral indica que las
tarifas reguladas desincentivaron las inversiones y que paralelamente hubo una
demanda vigorosa de energía por el crecimiento económico y por
las temperaturas frías del invierno. Ambos factores obligaron al gobierno
a aplicar racionamiento, que recayó principalmente en las industrias
y en las cuentas públicas, como consecuencia de la compra de generadoras
e importación de energía.

En julio se batieron los récords de frío en casi todas las provincias,
menos Mendoza y Neuquén. Por ejemplo, en San Luis superó el registro
más bajo, de 1949, mientras en Río Cuarto y Benito Juárez
estuvo por encima de la década del ´60.

Al describir el daño que provocaron las manipulaciones al Indec al sistema
institucional, Bridger y Cado demuestran que el proceso se inició en
2004, al acelerarse la inflación minorista. En 2006 comenzaron los acuerdos
de precios y este año “la manipulación explícita de
las estadísticas”.

Así, a mitad de año se abre la brecha entre el IPC del área
metropolitana y del resto del país, ya que esta última alcanza
14,2 % contra 8,6 % del mayor conglomerado urbano.

La intervención del Indec tuvo la finalidad de “no publicar datos
de inflación en aceleración en el año electoral”,
dice Prefinex, y “el mercado se cobró la subestimación del
IPC mediante una suba del rendimiento exigido para invertir en la Argentina,
observable en la suba del riesgo país”.

Simultáneamente, desde abril (cuando se acentuó el nerviosismo
en los mercados), se nota el despegue del indicador argentino respecto del brasileño,
y así se llegó a agosto con una brecha de 250 bps.

El control de la inflación por la vía fiscal es la salida que
observan los economistas de Prefinex y sólo ven posible un recorte de
20 % en la expansión que tuvo el gasto este año. Lo cual requeriría
un alza en las jubilaciones que no supere 25 %, viable porque no quedan jubilados
por incorporarse al sistema, y que la plantilla salarial no crezca más
de 20 %, para lo cual no debería incrementarse la planta de empleados
públicos.

Tarifas

En cuanto a las tarifas reguladas, un escenario de ajuste gradual permitiría
incrementar el superávit fiscal primario, menores necesidades de financiamiento,
reducir las presiones inflacionarias de demanda, aumentar los incentivos para
expandir la oferta y el tesoro podría contribuir con el Banco Central
en la compra de dólares para mantener el tipo de cambio real elevado
sin necesidad de expandir la base monetaria.

Desaconsejan seguir con el esquema actual de congelamiento porque necesitarán
aumentarse los impuestos, principalmente los que gravan la renta, devaluarse
más el peso y se incrementarán las tensiones inflacionarias.

Durante los dos años venideros, Argentina enfrentará una agenda
de vencimientos por casi us$ 30.000 millones (13,3 mil millones en 2008 y 15,3
mil millones en 2009) y todavía enfrenta restricciones producto de la
intervención en el Indec y manipulación del CER, situación
irresuelta con el Club de París y los hold-outs.

El peligro de que la actual crisis de liquidez se convierta en insolvencia
depende de que del aterrizaje suave de la economía al que apuesta Estados
Unidos se pase a recesión con inflación, lo cual repercutiría
en una baja del precio de los commodities.

Los escenarios internacionales globales que plantea el informe es que se estabilice
la inflación y no haya crisis de insolvencia. La duda, en todo caso,
está en la respuesta que pueda tener la inflación mundial.

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