¿Cambio estructural de la economía mundial? ¿Nueva Era? ¿Cambios
en el régimen de acumulación y regulación mundiales? ¿Modificaciones
en el ajedrez geopolítico? Estas preguntas giran en la cabeza de muchos
analistas internacionales. Pero también en los funcionarios del gobierno
nacional, en el ex presidente Néstor Kirchner y en los funcionarios del
Banco Central (BCRA). La visión de éstos es cautelosa, cuando no
optimista.
¿Es inmune la Argentina a la crisis mundial que se avecina? Durante 2008,
la economía mundial sufrirá las repercusiones de la crisis crediticia,
iniciada tras el reviente de la burbuja hipotecaria estadounidense. ¿Estamos
ante una nueva crisis estructural? La Argentina nunca fue inmune a este tipo de
colapsos: desde los desastres de 1929 hasta los últimos desacoples de los
’90, los coletazos se sintieron fuertemente. De ahí la preocupación
de la Administración actual.
Estas crisis se difunden, fundamentalmente, a través de dos canales: el
financiero y el comercial. ¿Servirán de algo el alto nivel de reservas
acumuladas en el BCRA, el superávit fiscal, la política cambiaria
competitiva y la mayor diversificación de mercados y productos conseguido
por Argentina en los últimos tiempos?
Según un reciente breve informe del BCRA, Argentina sobrevendrá
a la crisis desatada. Aunque no hay inmunidad absoluta, según el organismo,
“hay margen de maniobra como para aislar a la economía de los efectos
negativos”. Se vivirá una ciclotimia, periodos de estrés y
relativa calma. Para prever los climas adversos, el BCRA aconseja continuar con
los buenos resultados del superávit fiscal y estar atentos a los precios
de las materias primas exportables, entre otros pasos. Aunque asegura que el frente
financiero no presentará complicaciones.
Uno de los principales seguros que tiene el país es la estructura exportadora,
particularmente porque de resentirse el frente comercial, Argentina no depende
exclusivamente de los Estados Unidos en este rubro. En todo caso, la afección
podría provenir de una caída en los precios de las materias primas,
situación vaticinada por varios analistas; aunque nadie prevé que
se revierta el alto nivel histórico de los precios.
Es justamente este ítem la mejor malla protectora de Argentina. En 2007,
las exportaciones registradas alcanzaron los US$ 55.933 millones, 20% superior
a lo registrado en 2006. Según la consultora Abeceb.com, la favorable coyuntura
de los precios de los commodities internacionales constituye el pilar sobre el
que se asienta la aceleración del crecimiento de las exportaciones argentinas.
Entre 2006 y 2007, sólo 20 productos permitieron 65% del crecimiento exportador,
hasta llegar a representar 50% de las ventas totales. La soja y sus derivados
(el complejo exportador sojero) explicaron 33% del incremento de las exportaciones
y constituyeron 25% del comercio total.
Desde 2003, en Argentina se quebró el umbral del crecimiento exportador.
Durante los últimos 20 años, el crecimiento no superaba el 8%. Hace
5 años, el crecimiento fue de 15%; en 2004, 17%; en 2005 y 2006, 16%; y
en 2007, 20%.
78% de las ventas externas de porotos de soja y 36% de aceite de esa oleaginosa
se destinaron a China, mientras que India participó en 15%. Entre España,
Países Bajos, Italia, Polonia y Dinamarca, demandaron 50% de las ventas
externas de harina y pellets de soja.
En cuanto al maíz, más de la mitad de las exportaciones se destinaron
a España, Malasia, Chile, Sudáfrica, Perú y Egipto. Brasil,
que ahora suprimió la ventaja de que disponían los exportadores
de trigo argentino, demandó 60% de las ventas totales de este cereal.
Según el informe de Abeceb.com, seis son los productos que más traccionan
el crecimiento. En cuatro de ellos (aceite y harina de soja, trigo y mineral de
cobre), el aumento del precio es más determinante que el aumento en el
volumen exportado.
Así, este estudio concluye que la estructura exportadora argentina continúa
descansando, principalmente, en las ventas de productos primarios y sus manufacturas,
sin evidencias significativas de reversión de esta tendencia. ¿Será,
entonces, que la venta de productos alimenticios de escaso valor agregado constituyen
las bases sustentables del resguardo argentino frente a la crisis mundial?
¿Cambio estructural de la economía mundial? ¿Nueva Era? ¿Cambios
en el régimen de acumulación y regulación mundiales? ¿Modificaciones
en el ajedrez geopolítico? Estas preguntas giran en la cabeza de muchos
analistas internacionales. Pero también en los funcionarios del gobierno
nacional, en el ex presidente Néstor Kirchner y en los funcionarios del
Banco Central (BCRA). La visión de éstos es cautelosa, cuando no
optimista.
¿Es inmune la Argentina a la crisis mundial que se avecina? Durante 2008,
la economía mundial sufrirá las repercusiones de la crisis crediticia,
iniciada tras el reviente de la burbuja hipotecaria estadounidense. ¿Estamos
ante una nueva crisis estructural? La Argentina nunca fue inmune a este tipo de
colapsos: desde los desastres de 1929 hasta los últimos desacoples de los
’90, los coletazos se sintieron fuertemente. De ahí la preocupación
de la Administración actual.
Estas crisis se difunden, fundamentalmente, a través de dos canales: el
financiero y el comercial. ¿Servirán de algo el alto nivel de reservas
acumuladas en el BCRA, el superávit fiscal, la política cambiaria
competitiva y la mayor diversificación de mercados y productos conseguido
por Argentina en los últimos tiempos?
Según un reciente breve informe del BCRA, Argentina sobrevendrá
a la crisis desatada. Aunque no hay inmunidad absoluta, según el organismo,
“hay margen de maniobra como para aislar a la economía de los efectos
negativos”. Se vivirá una ciclotimia, periodos de estrés y
relativa calma. Para prever los climas adversos, el BCRA aconseja continuar con
los buenos resultados del superávit fiscal y estar atentos a los precios
de las materias primas exportables, entre otros pasos. Aunque asegura que el frente
financiero no presentará complicaciones.
Uno de los principales seguros que tiene el país es la estructura exportadora,
particularmente porque de resentirse el frente comercial, Argentina no depende
exclusivamente de los Estados Unidos en este rubro. En todo caso, la afección
podría provenir de una caída en los precios de las materias primas,
situación vaticinada por varios analistas; aunque nadie prevé que
se revierta el alto nivel histórico de los precios.
Es justamente este ítem la mejor malla protectora de Argentina. En 2007,
las exportaciones registradas alcanzaron los US$ 55.933 millones, 20% superior
a lo registrado en 2006. Según la consultora Abeceb.com, la favorable coyuntura
de los precios de los commodities internacionales constituye el pilar sobre el
que se asienta la aceleración del crecimiento de las exportaciones argentinas.
Entre 2006 y 2007, sólo 20 productos permitieron 65% del crecimiento exportador,
hasta llegar a representar 50% de las ventas totales. La soja y sus derivados
(el complejo exportador sojero) explicaron 33% del incremento de las exportaciones
y constituyeron 25% del comercio total.
Desde 2003, en Argentina se quebró el umbral del crecimiento exportador.
Durante los últimos 20 años, el crecimiento no superaba el 8%. Hace
5 años, el crecimiento fue de 15%; en 2004, 17%; en 2005 y 2006, 16%; y
en 2007, 20%.
78% de las ventas externas de porotos de soja y 36% de aceite de esa oleaginosa
se destinaron a China, mientras que India participó en 15%. Entre España,
Países Bajos, Italia, Polonia y Dinamarca, demandaron 50% de las ventas
externas de harina y pellets de soja.
En cuanto al maíz, más de la mitad de las exportaciones se destinaron
a España, Malasia, Chile, Sudáfrica, Perú y Egipto. Brasil,
que ahora suprimió la ventaja de que disponían los exportadores
de trigo argentino, demandó 60% de las ventas totales de este cereal.
Según el informe de Abeceb.com, seis son los productos que más traccionan
el crecimiento. En cuatro de ellos (aceite y harina de soja, trigo y mineral de
cobre), el aumento del precio es más determinante que el aumento en el
volumen exportado.
Así, este estudio concluye que la estructura exportadora argentina continúa
descansando, principalmente, en las ventas de productos primarios y sus manufacturas,
sin evidencias significativas de reversión de esta tendencia. ¿Será,
entonces, que la venta de productos alimenticios de escaso valor agregado constituyen
las bases sustentables del resguardo argentino frente a la crisis mundial?