Acero y política: ¿Bush a punto de aflojar con los aranceles?

“La medida ya cumplió sus metas. Además, puede haber escasez mundial de oferta ”, admitió Robert Zoellick, agente comercial de la Casa Blanca. Washington, de hecho, contempla suspender los gravámenes sobre aceros importados.

14 noviembre, 2003

De acuerdo con el funcionario, los aranceles impuestos en 2002 y elevados este año “lograron reactivar la siderurgia norteamericana. En parte, porque el retroceso internacional el dólar permite competir mejor a nuestros industriales”.

Por las dudas, Zoellick puntualizó que “la decisión final le cabe al presidente George W.Bush. Esto, porque ahora media una situación política: la Organización Mundial de Comercio ha declarado ilegales los aranceles de salvaguardia”. Además, la Unión Europea ha resuelto represalias por US$ 2.200 millones anuales contra exportaciones estadounidenses.

Tras recrudecer la “guerra de posguerra” en Irak, con el ataque a efectivos italianos, Washington ve con inquietud los riesgos de una batalla comercial con la UE, a la cual podrían sumarse Japón, Brasil y otros exportadores siderometalúrgicos.

Por otra parte, la semana próxima se reinician negociaciones para ampliar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAM) y, eventualmente, crear la tan ambicionada Área de Libre Comercio en las Américas (ALCA). Casi al mismo tiempo, se han abierto tratativas entre la propia UE y el Mercosur (rival de la futura ALCA).

Aun un aliado bélico tan firme como Australia volvió a protestar contra el proteccionismo estadounidense y sus dos manifestaciones críticas: acero y subsidios agrícolas. No parece éste el mejor momento para que Bush desafíe abiertamente a la OMC, mientras intenta obtener ayuda de la UE, la OTAN y Naciones Unidas para salir del pantano iraquí.

Tampoco se ve fácil la escena interna. El proteccionismo agrosiderúrgico representa apoyo parlamentario, aportes financieros y, por fin, votos en los comicios donde Bush se jugará –como Carlos Ménem otrora en Argentina- lo único que realmente le importa: la reelección.

A criterio de Sebastian Mallaby (Consejo de Relaciones Internacionales), “el presidente y Zoellick han cometido el error clásico de los mercantilistas: creer que podían comprar el apoyo de los proteccionistas, sean ya grandes terratenientes, ya industriales, sin quedar cautivos de ellos. Por eso, proyectos de largo alcance -ALCA y la apertura comercial absoluta que propugnan en la ronda Dohá- se tornan imposibles”.

En lo tocante a aranceles siderúrgicos, la Casa Blanca está dividida. Los dos principales asesores económicos de Bush (Stephen Friedman, Gregory Mankiw) proponen acabar con los gravámenes especiales. El entorno político –salvo el departamento de Estado- sólo piensa en las elecciones de 2004. Por tanto, no quiere tocar ninguna prebenda que implique votos y aportes.

Los plazos corren. Ahora, la UE aguarda que la OMC formalice las sanciones a EE.UU, entre el próximo día 21 y el 10 de diciembre. Pero el frente interno no es tan claro: legisladores de ambos partidos, encabezados por el senador Lamar Alexander (¡republicano!), exigen ya eliminar los aranceles siderúrgicos y temen que el gobierno esté alejándose del libre comercio.

El senador Joseph Liebermann –precandidato presidencial demócrata- ha señalado que “en una coyuntura de escasa oferta y precios firmes, los aranceles encarecer aun más los aceros para la industria automotriz y fomentan pérdida de empleos”. Otro precandidato, el general (r) Wesley Clark, compara el proteccionismo oficial con otra contradicción: “En aras de la seguridad interna, Bush está vulnerando libertades y derechos civiles”.

De acuerdo con el funcionario, los aranceles impuestos en 2002 y elevados este año “lograron reactivar la siderurgia norteamericana. En parte, porque el retroceso internacional el dólar permite competir mejor a nuestros industriales”.

Por las dudas, Zoellick puntualizó que “la decisión final le cabe al presidente George W.Bush. Esto, porque ahora media una situación política: la Organización Mundial de Comercio ha declarado ilegales los aranceles de salvaguardia”. Además, la Unión Europea ha resuelto represalias por US$ 2.200 millones anuales contra exportaciones estadounidenses.

Tras recrudecer la “guerra de posguerra” en Irak, con el ataque a efectivos italianos, Washington ve con inquietud los riesgos de una batalla comercial con la UE, a la cual podrían sumarse Japón, Brasil y otros exportadores siderometalúrgicos.

Por otra parte, la semana próxima se reinician negociaciones para ampliar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAM) y, eventualmente, crear la tan ambicionada Área de Libre Comercio en las Américas (ALCA). Casi al mismo tiempo, se han abierto tratativas entre la propia UE y el Mercosur (rival de la futura ALCA).

Aun un aliado bélico tan firme como Australia volvió a protestar contra el proteccionismo estadounidense y sus dos manifestaciones críticas: acero y subsidios agrícolas. No parece éste el mejor momento para que Bush desafíe abiertamente a la OMC, mientras intenta obtener ayuda de la UE, la OTAN y Naciones Unidas para salir del pantano iraquí.

Tampoco se ve fácil la escena interna. El proteccionismo agrosiderúrgico representa apoyo parlamentario, aportes financieros y, por fin, votos en los comicios donde Bush se jugará –como Carlos Ménem otrora en Argentina- lo único que realmente le importa: la reelección.

A criterio de Sebastian Mallaby (Consejo de Relaciones Internacionales), “el presidente y Zoellick han cometido el error clásico de los mercantilistas: creer que podían comprar el apoyo de los proteccionistas, sean ya grandes terratenientes, ya industriales, sin quedar cautivos de ellos. Por eso, proyectos de largo alcance -ALCA y la apertura comercial absoluta que propugnan en la ronda Dohá- se tornan imposibles”.

En lo tocante a aranceles siderúrgicos, la Casa Blanca está dividida. Los dos principales asesores económicos de Bush (Stephen Friedman, Gregory Mankiw) proponen acabar con los gravámenes especiales. El entorno político –salvo el departamento de Estado- sólo piensa en las elecciones de 2004. Por tanto, no quiere tocar ninguna prebenda que implique votos y aportes.

Los plazos corren. Ahora, la UE aguarda que la OMC formalice las sanciones a EE.UU, entre el próximo día 21 y el 10 de diciembre. Pero el frente interno no es tan claro: legisladores de ambos partidos, encabezados por el senador Lamar Alexander (¡republicano!), exigen ya eliminar los aranceles siderúrgicos y temen que el gobierno esté alejándose del libre comercio.

El senador Joseph Liebermann –precandidato presidencial demócrata- ha señalado que “en una coyuntura de escasa oferta y precios firmes, los aranceles encarecer aun más los aceros para la industria automotriz y fomentan pérdida de empleos”. Otro precandidato, el general (r) Wesley Clark, compara el proteccionismo oficial con otra contradicción: “En aras de la seguridad interna, Bush está vulnerando libertades y derechos civiles”.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades