China: sus estadísticas siguen siendo poco fiables

23 agosto, 2004

Existe, especialmente en países latinoamericanos, una especie de fundamentalismo prochino. Pero, pese a sus apóstoles, las cifras del gobierno todavía no permiten determinar el verdadero ritmo de la economía real.

Por supuesto, parece claro que la economía china se desacelera, así como, hasta 2003, crecía con excesiva fuerza. Pero ¿a qué velocidad? El factor es clave para averiguar si una economía a todas luces recalentada irá desinflándose moderadamente o exigirá un aterrizaje de emergencia.

Existe un problema común a las economías no capitalistas y del ex Tercer Mundo: la ausencia histórica de estadísticas fiables. Hasta mediados de los 90, en verdad, Beijing difundía resultados trimestrales… antes de terminar el período respectivo. Eso no reflejaba precisión ni seriedad. Desde 1997, mejora la calidad de las cifras, pero son demasiado crudas como para detectar cambios o tendencias en detalle. Los números que emplean los exégetas de la “receta china” –inclusive quienes hacen suculentos negocios en el Reino del Medio- son sólo los que entrega el gobierno.

Uno de los mayores inconvenientes es la falta de ajustes estacionales (como ocurría en Brasil o Argentina hasta los 60). Ello exige apelar a tasas anuales de crecimiento que, por definición, registran con lentitud las cambios más recientes. En las economías desarrolladas, por el contrario, los analistas –mal llamados “economistas”- disponen de estadísticas estacionalizadas mes por mes y trimestre por trimestre.

Tratando de subsanar esos vacíos, algunas bancas de inversión internacionales vienen armando sus propias series estacionalizadas. Las disponibles indican que la economía pierde impulso mucho más rápido de lo que dicen los números oficiales. Éstos estiman que, en el lapso julio 2003-junio último, el producto bruto interno subía 15,5% anual menos de lo experimentado en julio 2002-junio 2003.

Pero fuentes privadas elevan esa desaceleración a 20%, aunque para el primer semestre del año. Cabe aclarar, para evitar confusiones mayores, que ambos son “percentajes de porcentajes”. En otras palabras, 20% menos de impulso significa que, si la economía había subido 8% anual, pasó a hacerlo a 6,4%.

Esas estimaciones apuntan a un aterrizaje duro. No obstante, Lehman Brothers sostiene que, en abril-junio pasados, la diferencia en contra era de sólo 10% (7,2 en vez de 8%, para seguir con el ejemplo). Por ende, la firma cree que las medidas instrumentadas en los tres trimestres previos lograron desacelerar la economía a ritmo moderado.

En el sector secundario, las diferencias entre cifras oficiales y privadas son más notables. El PB industrial bajó a 15,5% anual en julio 2003-junio último, un ritmo todavía excesivo, aunque inferior al 18% del período inmediatamente anterior (aceleración 13,9% más baja). Pero LB maneja proyecciones bastante volátiles en ambos sentidos. JP Morgan, que viene ajustando estadísticas chinas desde hace algunos años, teme que la economía se haya desacelerado más de lo que presumen Beijing u otras fuentes.

A su vez, las conclusiones de JPM tampoco son claras: la expansión del PBI –indican- se desaceleraba a razón de 2,3% anual en el II trimestre, contra 10,% en el primero. La banca sospecha que el actual mostrará 7,5% anual de rebote alcista. Curiosamente, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización de Cooperación pro Desarrollo Económico no difunden parámetros estadigráficos propios para China, Vietnam, India e Indonesia. Apenas, suman 2.600 millones de habitantes.

Existe, especialmente en países latinoamericanos, una especie de fundamentalismo prochino. Pero, pese a sus apóstoles, las cifras del gobierno todavía no permiten determinar el verdadero ritmo de la economía real.

Por supuesto, parece claro que la economía china se desacelera, así como, hasta 2003, crecía con excesiva fuerza. Pero ¿a qué velocidad? El factor es clave para averiguar si una economía a todas luces recalentada irá desinflándose moderadamente o exigirá un aterrizaje de emergencia.

Existe un problema común a las economías no capitalistas y del ex Tercer Mundo: la ausencia histórica de estadísticas fiables. Hasta mediados de los 90, en verdad, Beijing difundía resultados trimestrales… antes de terminar el período respectivo. Eso no reflejaba precisión ni seriedad. Desde 1997, mejora la calidad de las cifras, pero son demasiado crudas como para detectar cambios o tendencias en detalle. Los números que emplean los exégetas de la “receta china” –inclusive quienes hacen suculentos negocios en el Reino del Medio- son sólo los que entrega el gobierno.

Uno de los mayores inconvenientes es la falta de ajustes estacionales (como ocurría en Brasil o Argentina hasta los 60). Ello exige apelar a tasas anuales de crecimiento que, por definición, registran con lentitud las cambios más recientes. En las economías desarrolladas, por el contrario, los analistas –mal llamados “economistas”- disponen de estadísticas estacionalizadas mes por mes y trimestre por trimestre.

Tratando de subsanar esos vacíos, algunas bancas de inversión internacionales vienen armando sus propias series estacionalizadas. Las disponibles indican que la economía pierde impulso mucho más rápido de lo que dicen los números oficiales. Éstos estiman que, en el lapso julio 2003-junio último, el producto bruto interno subía 15,5% anual menos de lo experimentado en julio 2002-junio 2003.

Pero fuentes privadas elevan esa desaceleración a 20%, aunque para el primer semestre del año. Cabe aclarar, para evitar confusiones mayores, que ambos son “percentajes de porcentajes”. En otras palabras, 20% menos de impulso significa que, si la economía había subido 8% anual, pasó a hacerlo a 6,4%.

Esas estimaciones apuntan a un aterrizaje duro. No obstante, Lehman Brothers sostiene que, en abril-junio pasados, la diferencia en contra era de sólo 10% (7,2 en vez de 8%, para seguir con el ejemplo). Por ende, la firma cree que las medidas instrumentadas en los tres trimestres previos lograron desacelerar la economía a ritmo moderado.

En el sector secundario, las diferencias entre cifras oficiales y privadas son más notables. El PB industrial bajó a 15,5% anual en julio 2003-junio último, un ritmo todavía excesivo, aunque inferior al 18% del período inmediatamente anterior (aceleración 13,9% más baja). Pero LB maneja proyecciones bastante volátiles en ambos sentidos. JP Morgan, que viene ajustando estadísticas chinas desde hace algunos años, teme que la economía se haya desacelerado más de lo que presumen Beijing u otras fuentes.

A su vez, las conclusiones de JPM tampoco son claras: la expansión del PBI –indican- se desaceleraba a razón de 2,3% anual en el II trimestre, contra 10,% en el primero. La banca sospecha que el actual mostrará 7,5% anual de rebote alcista. Curiosamente, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización de Cooperación pro Desarrollo Económico no difunden parámetros estadigráficos propios para China, Vietnam, India e Indonesia. Apenas, suman 2.600 millones de habitantes.

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