China rediseña la globalización con su estrategia de alcance mundial

Beijing quiere ser punto de convergencia para caminos financieros, comerciales, económicos y políticos. No trata de romper con el presente sistema internacional, sino de adaptarlo a otros moldes, códigos, instituciones y relaciones. En suma, busca forjar una globalización posnorteamericana o postoccidental

19 enero, 2011

<p>En octubre, el gigante indio Reliance Power le compr&oacute; a Shanghai Electric US$ 10.000 millones en equipos generadores. Fue uno de los negocios de 2010 y tal vez el mayor en la historia sectorial o de la relaci&oacute;n econ&oacute;mica entre India y China.<br />
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El volumen no era el aspecto m&aacute;s notorio. La compa&ntilde;&iacute;a china ofrec&iacute;a sus equipos a 30-40% bajo el precio habitual de General Electric, el l&iacute;der norteamericano. Adem&aacute;s, el financiamiento del Banco Chino de Desarrollo (BChD) llevaba ese descuento a cerca de 60%. Esto forma parte de la &ldquo;globalizaci&oacute;n estilo Beijing&rdquo;.<br />
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El mensaje de la segunda econom&iacute;a mundial, en producto bruto interno, es claro: acelerar la integraci&oacute;n planetaria, pero en sus propios t&eacute;rminos. Durante decenios, China ha aprovechado sistem&aacute;ticamente su inserci&oacute;n en un mundo cuyas reglas las escrib&iacute;an Estados Unidos o, si se quiere, Europa occidental y Jap&oacute;n. El gigante en ciernes empez&oacute; fabricando ropa, sigui&oacute; con electrodom&eacute;sticos y hoy exporta iPods.<br />
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En a&ntilde;os recientes, un conjunto de pa&iacute;ses relevantes va descubriendo que China, no ya EE.UU, es su mayor socio comercial. El elenco abarca desde los vecinos Jap&oacute;n y Surcorea hasta Australia y Brasil, tan ricos en productos primarios. En algunos tramos de 2010, la importaci&oacute;n china de hidrocarburos saud&iacute;es excedi&oacute; los embarques a Estados Unidos.<br />
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El Reino del Medio est&aacute; profundizando estos v&iacute;nculos. Sus bancos contribuyen a expandir infraestructuras y oferta energ&eacute;tica de pa&iacute;ses en desarrollo. Su meta es acelerar su crecimiento y acercarlos a la econom&iacute;a china. El gigante tambi&eacute;n persigue consolidar un papel activo para su moneda &ndash;en parte a expensas del d&oacute;lar- y eventualmente convertirla en divisa opcional en el este, el sudeste y el sur de Asia.<br />
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<p>Por cierto, China funciona como centro de gravedad para una creciente red de conexiones, cuyo sino inexorable está en ese arco Pacífico-Índico. En un plano más ambicioso, se apunta a una arquitectura económica –sin Norteamérica- que trascienda África, Latinoamérica y Levante. <br />
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Una clave de estos planes es el Banco Chino de Desarrollo (BChD), motor del impulso internacional. Sólo en materia de energía y combustibles, la entidad ha concedido préstamos a gobiernos y empresas de países emergentes o en desarrollo por más de US$ 65.000 millones en 2009/10. Si se incluye el EximBank (BEI), el monto supera los US$ 110.000 millones, una cifra mayor que la del Banco Mundial.<br />
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El BChD es un híbrido único, un “banco político” cuya misión es asistir a los fines del desarrollo nacional sin sacrificar la rentabilidad ni la expansión exterior. Sin ir más lejos, el año pasado la consultoría Dragonomics (Shanghai) lo definía como “el banco mejor gestionado del país”. <br />
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Durante unos diez años, el BchD organizó su impulso global asignando divisiones específicas, responsables de diversas partes del mundo. Por ejemplo, la oficina de Henan está a cargo de África meridional, mientras la de Chongqing cubre la península de los Balcanes. A fin de 2010, había equipos en 142 países o regiones, entre ellas cuarenta africanas. <br />
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En la etapa iniciada ahora, los emprendedores chinos deben marchar a Sudamérica y quedarse ahí mucho tiempo. Por ejemplo, el BEI firmó hace poco con Petrobrás un acuerdo de crédito por US$ 10.000 millones. Poco antes, la compañía había subscripto con el Eximbank estadounidense una línea por apenas US$ 2.000 millones. Según José Sérgio Gabielli, director ejecutivo de la petrolera estatal, “fue mucho más fácil obtener el préstamo chino que el norteamericano”. <br />
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Algunos de esos créditos tienden a acelerar la integración china con sus vecinos vía proyectos infraestructurales. Tales como poliductos en Rusia, Kazajstán o Birmania, en construcción o ya operando, y ferrocarriles que vinculan la última con Vietnam, Laos, Kampuchea y el lejano sur chino.<br />
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En resumen, una gama de objetivos representa desafíos explícitos al liderazgo global de EE.UU. Uno de ellos, la internacionalización de la moneda, viene acelerándose desde mediados de 2009. El primer paso consiste en hacer del yüan una “divisa” comercial dominante en Asia del este, el sudeste y el sur. <br />
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