Hace pocos días, las acciones de la firma fueron objeto de curiosas especulaciones. La última semana completa de febrero, temores sobre la suerte de la firma hicieron desmoronar las acciones. Tras las declaraciones del lunes 27 –admitiendo precisamente la crisis-, recobraron 29% en Wall Street.
En realidad, eran más que temores: las calificaciones crediticias de la compañía habían sido rebajadas abruptamemnte. Todo dependía de los bancos, que se habían tomado un tiempo dos semanas para decidir prestra apoyo crediticio, o no. De ahí la poca claridad de aquel repunte, que luego no duró.
El único factor positivo era una dispensa, que impide seguir degradando la deuda, mientras se estructura un programa para titulizar cuentas pendientes de pago. Esto fue una excusa para acreedores e inversores que habían sobrevendido acciones la semana pasada y se lanzaron a recomprar. Algunos analistas lo definieron como “timba”.
Al cabo, ahora Dana está en convocatoria. La empresa declara US$ 7.900 millones en activos –pocos de ellos líquidos- y 6.800 millones en deudas. Al no conseguir esos 1.450 millones, su suerte quedó sellada y se ha suspendido la cotización en la bolsa de Nueva York.
Hace pocos días, las acciones de la firma fueron objeto de curiosas especulaciones. La última semana completa de febrero, temores sobre la suerte de la firma hicieron desmoronar las acciones. Tras las declaraciones del lunes 27 –admitiendo precisamente la crisis-, recobraron 29% en Wall Street.
En realidad, eran más que temores: las calificaciones crediticias de la compañía habían sido rebajadas abruptamemnte. Todo dependía de los bancos, que se habían tomado un tiempo dos semanas para decidir prestra apoyo crediticio, o no. De ahí la poca claridad de aquel repunte, que luego no duró.
El único factor positivo era una dispensa, que impide seguir degradando la deuda, mientras se estructura un programa para titulizar cuentas pendientes de pago. Esto fue una excusa para acreedores e inversores que habían sobrevendido acciones la semana pasada y se lanzaron a recomprar. Algunos analistas lo definieron como “timba”.
Al cabo, ahora Dana está en convocatoria. La empresa declara US$ 7.900 millones en activos –pocos de ellos líquidos- y 6.800 millones en deudas. Al no conseguir esos 1.450 millones, su suerte quedó sellada y se ha suspendido la cotización en la bolsa de Nueva York.