La situación es irónica. Por un lado, el colapso de la red interconectada puso en tela de juicio la seguridad de un servicio tan básico (sin electricidad no hay servidores). Por el otro, su responsable -también la mayor empresa del género en la Unión Europea- lograba un triunfo contra las pretensiones “nacionalista” de Madrid.
A partir de ahora, la compañía de Düsseldorf queda a un paso de convertirse en el máximo grupo privado mundial de gas y electricidad. Por supuesto, en gas natural, Gazprom sigue siendo más grande; pero es estatal y no presta servicios eléctricos. Hasta ahora, porque –según trascendió en Berlín- va en pos de RWE, la segunda eléctrica germana.
España dio marcha atrás en su veto justamente mientras técnicos de E.On y media UE corrían a restablecer el fluido en Francia (el mercado más castigado), Italia –el más temeroso, porque su dependencia es extrema- y otros países. Esta crisis demuestra que cosas así pasan en todos lados (de Estados Unidos, ni hablar), no sólo en Argentina, como creen algunos medios conservadores.
La toma de Endesa por E.On involucra € 37.000 millones y hasta la Comisión Europea debió intervenir para que Madrid no la frustrase. En principio, el gobierno trató de imponerles a los alemanes una cartilla de diecinueve condiciones, nada fáciles de cumplir. Eso hizo que los comisarios europeos de Energía y Competencia amenazaran con un proceso por infringir la carta de la UE. Eso se les reiteró a José Luis Rodriguez Zapatero y a su “patriótico” ministro de industria, el catalán Joan Clos.
En un plano más discreto, también tomó cartas Angela Merkel, la primera ministra alemana. Al cabo, sólo quedaron en pie dos exigencias: privilegiar las inversiones ya resueltas por Endesa y dejar sin efecto el futuro acuerdo, en caso de que un tercero llegase a controlar más de 49,9% del paquete E.On.
Según señalaba Bernotat, ahora falta la aprobación de la comisión de valores española. De esta instancia depende la oferta pública accionaria, en efectivo, que debe formalizarse la semana próxima. Pero subsisten problemas. Uno es la barcelonesa Gas Natural, que había lanzado por su cuenta una oferta por Endesa (en realidad, impulsada desde Madrid). Al saberse que el veto quedaba sin efecto, los catalanes iniciaron un litigio judicial. Como si eso fuese poco, Acciona –firma dedicada a construcción y servicios- había adquirido 10% de Endesa y una opción para llegar a 25% .
Ese grupo pertenece al clan Entrecanales y su objetivo tal vez sea otro. En efecto, teniendo en cuenta el precio actual de Endesa (inflado por la prima que ofrece E.On), Accciona podría revender su actual 10% haciendo una diferencia de € 490 millones. Pero, como todos saben en Madrid, también los los Entrecanales estaban embarrando la cancha por cuenta del gobierno central. Exactamente como ha ocurridos con ACS en Iberdrola o Sacyr en Repsol.
Maniobras al margen, la fusión E.On-Endesa representará una capitalización bursátil de € 102.200 millones, contra 87.200 millones de Éléctricité de France. En capacidad instalada (100.000 megavatios), sólo le ganará EDF (131.000). Pero la cartera de clientes, 68 millones, superará de lejos los 40 millones de EDF.
La situación es irónica. Por un lado, el colapso de la red interconectada puso en tela de juicio la seguridad de un servicio tan básico (sin electricidad no hay servidores). Por el otro, su responsable -también la mayor empresa del género en la Unión Europea- lograba un triunfo contra las pretensiones “nacionalista” de Madrid.
A partir de ahora, la compañía de Düsseldorf queda a un paso de convertirse en el máximo grupo privado mundial de gas y electricidad. Por supuesto, en gas natural, Gazprom sigue siendo más grande; pero es estatal y no presta servicios eléctricos. Hasta ahora, porque –según trascendió en Berlín- va en pos de RWE, la segunda eléctrica germana.
España dio marcha atrás en su veto justamente mientras técnicos de E.On y media UE corrían a restablecer el fluido en Francia (el mercado más castigado), Italia –el más temeroso, porque su dependencia es extrema- y otros países. Esta crisis demuestra que cosas así pasan en todos lados (de Estados Unidos, ni hablar), no sólo en Argentina, como creen algunos medios conservadores.
La toma de Endesa por E.On involucra € 37.000 millones y hasta la Comisión Europea debió intervenir para que Madrid no la frustrase. En principio, el gobierno trató de imponerles a los alemanes una cartilla de diecinueve condiciones, nada fáciles de cumplir. Eso hizo que los comisarios europeos de Energía y Competencia amenazaran con un proceso por infringir la carta de la UE. Eso se les reiteró a José Luis Rodriguez Zapatero y a su “patriótico” ministro de industria, el catalán Joan Clos.
En un plano más discreto, también tomó cartas Angela Merkel, la primera ministra alemana. Al cabo, sólo quedaron en pie dos exigencias: privilegiar las inversiones ya resueltas por Endesa y dejar sin efecto el futuro acuerdo, en caso de que un tercero llegase a controlar más de 49,9% del paquete E.On.
Según señalaba Bernotat, ahora falta la aprobación de la comisión de valores española. De esta instancia depende la oferta pública accionaria, en efectivo, que debe formalizarse la semana próxima. Pero subsisten problemas. Uno es la barcelonesa Gas Natural, que había lanzado por su cuenta una oferta por Endesa (en realidad, impulsada desde Madrid). Al saberse que el veto quedaba sin efecto, los catalanes iniciaron un litigio judicial. Como si eso fuese poco, Acciona –firma dedicada a construcción y servicios- había adquirido 10% de Endesa y una opción para llegar a 25% .
Ese grupo pertenece al clan Entrecanales y su objetivo tal vez sea otro. En efecto, teniendo en cuenta el precio actual de Endesa (inflado por la prima que ofrece E.On), Accciona podría revender su actual 10% haciendo una diferencia de € 490 millones. Pero, como todos saben en Madrid, también los los Entrecanales estaban embarrando la cancha por cuenta del gobierno central. Exactamente como ha ocurridos con ACS en Iberdrola o Sacyr en Repsol.
Maniobras al margen, la fusión E.On-Endesa representará una capitalización bursátil de € 102.200 millones, contra 87.200 millones de Éléctricité de France. En capacidad instalada (100.000 megavatios), sólo le ganará EDF (131.000). Pero la cartera de clientes, 68 millones, superará de lejos los 40 millones de EDF.