sábado, 30 de noviembre de 2024

Kerkorian cejó en la pelea con GM para no atacar al management

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A los 89 años y con mala salud, el financista de origen armenio liquidó su participación accionaria (9,9%) en General Motors por US$ 1.700 millones. A su juicio, no valía la pena seguir pelando con los gerentes ni su jefe, Richard Wagoner.

Tracinda, la firma que usa Kirk Kerkorian como canal inversor, informó la novedad, que no sorprendió a casi nadie en Wall Street ni Detroit. Harto de luchar contra una línea de managers aferrados a anacronismos como los utilitarios deportivos, resolvió dejar que “Wagoner se cocine en su propia salsa”, ironizó por un canal de Los Ángeles, su patria chica.

El hijo de inmigrantes levantinos llegó a tener grandes expectativas y nunca supuso que su inversión en GM terminase arrastrando también a un aliado ocasional, el brasileño de origen libanés Carlos Ghosn, presidente de la alianza Nissan-Renault. “Me gusta apostar –confió a Terence Christensen, asesor suyo-, pero desisto si no veo posibilidades ni ventajas. Wagoner es un empecinado que no dudaría en acabar con la compañía para satisfacer su ego”.

Varios analistas tienes la misma imagen del presidente ejecutivo y se preguntan si ahora, con Kerkorian fuera de juego, la empresa seguirá adelante con sus drásticos planes de achicamiento y restructuración. Directivo y accionistas –al parecer, éstos carecen de ideas propias- están convencidos de que el programa empieza a dar resultados.

Tracinda, la firma que usa Kirk Kerkorian como canal inversor, informó la novedad, que no sorprendió a casi nadie en Wall Street ni Detroit. Harto de luchar contra una línea de managers aferrados a anacronismos como los utilitarios deportivos, resolvió dejar que “Wagoner se cocine en su propia salsa”, ironizó por un canal de Los Ángeles, su patria chica.

El hijo de inmigrantes levantinos llegó a tener grandes expectativas y nunca supuso que su inversión en GM terminase arrastrando también a un aliado ocasional, el brasileño de origen libanés Carlos Ghosn, presidente de la alianza Nissan-Renault. “Me gusta apostar –confió a Terence Christensen, asesor suyo-, pero desisto si no veo posibilidades ni ventajas. Wagoner es un empecinado que no dudaría en acabar con la compañía para satisfacer su ego”.

Varios analistas tienes la misma imagen del presidente ejecutivo y se preguntan si ahora, con Kerkorian fuera de juego, la empresa seguirá adelante con sus drásticos planes de achicamiento y restructuración. Directivo y accionistas –al parecer, éstos carecen de ideas propias- están convencidos de que el programa empieza a dar resultados.

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