Obviamente, la estrategia del grupo –algunos medios lo llaman “holandés”- consiste en “dominar mercados donde tiene presencia y acaparar materias primas”. Así la define, no sin irritación, el “Wall Street journal” en la web. Pese a no ser una compañía muy grande, Sicartsa tiene 175 millones de toneladas en reservas de mineral férreo.
Ese monto le permitiría, eventualmente, operar sus dos plantas durante treinta años, al ritmo productivo actual. La transacción implica para Mittal Steel hacerse cargo de deudas por US$ 540 millones.
“Las proyecciones de crecimiento en el mercado mejicano, 6% anual hasta 2015, indican que es un momento ideal para expandir actividades”. Así señalaba a medios aztecas Aditya Mittal, director financiero y primogénito del fundador. La adquisición eleva a unos 145 millones de toneladas anuales la capacidad total del grupo, hoy primero en el mundo.
A su vez, la siderurgia mejicana produce en total 17.800.000 t/a. De esa cantidad, las plantas ahora controladas por los indios representan 6.700.000 de t/a, más de 37%. En rigor, una acería de Sicartsa está pegada, en Michoacán, a la de Mittal y, hasta la privatización sectorial (1991), funcionaban en tándem.
La fusión, entonces, presupone US$ 130 millones anuales en sinergias industriales y comerciales. Sin repetir, claro, los problemas causados cuando ambas firmas trataron de manejan al mismo tiempo un puerto, una planta de oxígeno y otras estructuras. Mittal cree factible incrementar la producción y trabajar con el grupo Villacero (el mayor distribuidor mejicano) para vender en el país y Estados Unidos.
Mientras se anunciaba esta fusión, medios rusos revelaron que Mittal Steel estudia incorporar Magñitogorsk iron & steelworks (MIS). Pero Aditya no quiso tocar el asunto en Méjico y, entretanto, MIS se cerraba al mazo en Moscú. En general, los expertos sectoriales no creen que esto sea consentido por el gobierno. Una eventual fusión generaría algo demasiado grande, justo mientras Vladyímir Putin busca limitar el flujo de capitales extranjeros a los que considera áreas estratégicas.
Obviamente, la estrategia del grupo –algunos medios lo llaman “holandés”- consiste en “dominar mercados donde tiene presencia y acaparar materias primas”. Así la define, no sin irritación, el “Wall Street journal” en la web. Pese a no ser una compañía muy grande, Sicartsa tiene 175 millones de toneladas en reservas de mineral férreo.
Ese monto le permitiría, eventualmente, operar sus dos plantas durante treinta años, al ritmo productivo actual. La transacción implica para Mittal Steel hacerse cargo de deudas por US$ 540 millones.
“Las proyecciones de crecimiento en el mercado mejicano, 6% anual hasta 2015, indican que es un momento ideal para expandir actividades”. Así señalaba a medios aztecas Aditya Mittal, director financiero y primogénito del fundador. La adquisición eleva a unos 145 millones de toneladas anuales la capacidad total del grupo, hoy primero en el mundo.
A su vez, la siderurgia mejicana produce en total 17.800.000 t/a. De esa cantidad, las plantas ahora controladas por los indios representan 6.700.000 de t/a, más de 37%. En rigor, una acería de Sicartsa está pegada, en Michoacán, a la de Mittal y, hasta la privatización sectorial (1991), funcionaban en tándem.
La fusión, entonces, presupone US$ 130 millones anuales en sinergias industriales y comerciales. Sin repetir, claro, los problemas causados cuando ambas firmas trataron de manejan al mismo tiempo un puerto, una planta de oxígeno y otras estructuras. Mittal cree factible incrementar la producción y trabajar con el grupo Villacero (el mayor distribuidor mejicano) para vender en el país y Estados Unidos.
Mientras se anunciaba esta fusión, medios rusos revelaron que Mittal Steel estudia incorporar Magñitogorsk iron & steelworks (MIS). Pero Aditya no quiso tocar el asunto en Méjico y, entretanto, MIS se cerraba al mazo en Moscú. En general, los expertos sectoriales no creen que esto sea consentido por el gobierno. Una eventual fusión generaría algo demasiado grande, justo mientras Vladyímir Putin busca limitar el flujo de capitales extranjeros a los que considera áreas estratégicas.